Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

martes, 3 de marzo de 2009

Diderot, Che Guevara y música en la calle

"Escribo sobre Dios: cuento con pocos lectores y aspiro a pocas aprobaciones. Si estos pensamientos no gustan a nadie, sólo podrán ser malos, pero si gustaran a todos los consideraría detestable". Con este pensamiento de Denis Diderot, (1746) zanjo, de momento mi pequeña ciberpolémica con Dios. Y como Dios tiene mucho de mito, me he ido a ver Guerrilla, la segunda parte de Che, la superproducción de Benicio del Toro, que ya logró el Goya por la primera parte, Che, El Argentino. La primera entrega a mí me dejó algo frío, pero era un gran trabajo con una sólida base documental. En la primera parte, la acción se desarrolla en tres tiempos diferentes, perfectamente solapados: una cena de preparación de la lucha armada; la guerrilla hasta la toma de La Habana y la visita del Che a la sede de la ONU. Steven Soderbergh combina los recursos cinematográficos para trasladarnos a los escenarios. Angustiosa la selva con un Che asmático en la que no hay banda sonora, sólo el ruido de los animales, del viento, de la lluvia. La toma de la ciudad de Santa Clara hace que cambie el ritmo y nos encontremos, casi, en una película bélica. Algunos mensajes de aquella revolución son destacables, como la obsesión de Guevara por la educación, su obsesión por que los guerrilleros aprendieran a leer, la formación de escuelas. O algunos principios que tenía meridianamente claros y de los que la izquierda debería tomar nota: «el día que tenga que disparar contra un compañero, abandonaré la lucha». Si la primera entrega digo que me dejó algo frío por el escaso tratamiento de la ideología, en esta segunda entrega, este asunto me ha dejado congelado. Lo mejor, la cámara al hombro en algunas escenas y la cámara subjetiva cuando Che es asesinado. Nada se profundiza en el por qué del fracaso de la guerrilla en Bolivia y poco se tratan las relaciones humanas de los guerrilleros. En fin, que hay que verla porque hay que verla, que si no… Menos mal que Benicio ya se llevó el Goya. Después me he ido a un concierto, antes de House. En la calle del Carmen, casi en Callao, a la entrada El Corte Inglés. El video tiene poca calidad, que anochece temprano, pero queda claro que, como decía el viernes, en Madrid las gentes se van, como mínimo, meando. De la música sí se puede disfrutar en medio de la jungla de asfalto:

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