Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

martes, 31 de enero de 2012

La fuente de las mujeres, una peli por la igualdad


Aunque parezca mentira hay gente que va a ver una película dependiendo de la ubicación geográfica de la sala. Hay gente que piensa que si va a un cine estudio, o a determinado multicine va a salir con la caspa del cinéfilo de al lado. Y si en la sala no venden un cartón de tres kilos de palomitas..., imposible, ¡mejor una peli yanqui con palomitas!. Y hay películas excelentes, no de extravagantes y cinéfilos casposos, con problemas de distribución que difícilmente llegan al centro comercial de turno. Bueno. A veces los problemas de distribución vienen porque las películas no son demasiado correctas políticamente. Y convocar una huelga de sexo en una sociedad patriarcal es incorrecto. Bueno, La fuente de las mujeres quizá haya sufrido un poco esto, aunque todavía se puede disfrutar en plena calle Fuencarral de Madrid. ¡Ah! Es para mayores de 7 años.

El director de El concierto nos regala en esta ocasión con una película feminista, reivindicativa, de complicidad entre mujeres en un entorno machista, y por lo tanto violento, donde el patriarcado es el sistema. La acción se desarrolla en una aldea de algún lugar en el norte de África donde la tradición de siglos dicta que son las mujeres quienes tienen que subir a la montaña para recoger el agua.

Claro, la explicación es que el agua forma parte de las tareas domésticas, y éstas son responsabilidad de las mujeres. La tradición surge de aquellos días en los que el hombre estaba guerreando o trabajando la tierra, pero…, ya no hay guerras ni tierras para trabajar debido a la sequía. Sin embargo, las mujeres siguen subiendo por tortuosas sendas y padeciendo accidentes que en muchas ocasiones implican abortos, mientras los hombres pasan los días disfrutando de la charla y el té y por las noches del sexo.

Así las cosas, salta la chispa y, a pesar de las dificultades las mujeres se organizan y ponen en marcha una imaginativa “huelga de amor”, que en realidad es de sexo. Hasta que los hombres no logren que el agua llegue a la aldea no habrá sexo. Y estallan las batallas. Surge la violencia masculina, que es en lo que han sido educados los hombres, mientras “las mujeres no temen la paz”. Surge la complicidad minoritaria de los hombres más jóvenes, pero hasta al más feminista aliado, termina saliéndole la bicha violenta y machirula por culpa de los celos.

Se evidencia la alianza entre la religión interpretada por hombres, el estado patriarcal y la falta de educación, “si las mujeres empiezan a estudiar, querrán seguir estudiando, y ¿quién lo va a pagar?” Y se evidencia que las mujeres, salvo excepción, son consideradas simples objetos sexuales y reproductivos porque esa misma sociedad ha acabado con el amor. Nadie se casa por amor, sin embargo…, un pequeño gesto demuestra que no se puede perder la ilusión de que el amor existe. Y otra evidencia, la fuente verdadera son las mujeres, el amor.





Dirección: Radu Mihaileanu.
Guión: Radu Mihaileanu y Alain-Michel Blanc.
Reparto: Leïla Bekhti, Hafsia Herzi, Biyouna, Salek Bakri, Sabrina Ouazani, Hiam Abbass, Mohamed Majd.
Nacionalidad: Bélgica, Italia y Francia.

sábado, 28 de enero de 2012

De don Jesús a Fraga, héroes de la Transición

El bueno de don Jesús ronda los ochenta, y desde el pasado 15 de enero en su nevera ya no reposa botella alguna de champán. Hasta el 20 de noviembre de 1975 siempre hubo dos enfriándose, pero desde entonces, una quedó huérfana, que el bueno de don Jesús a veces sospechaba que nunca la iba a descorchar. Pero mira por donde llegó el momento, y en plena cuesta de enero pudo brindar con su costilla, que decimos en el foro refiriéndonos a la pareja.

A don Jesús le robaron la calle, la libertad. Don Jesús, que es todo un personaje en su entorno, tuvo que hacerse a sí mismo sin ninguna facilidad en los grises años del franquismo. Y con los tiempos, que adelantan que es una barbaridad, como diría don Hilarión, el bueno de don Jesús se rehízo mientras la memoria colectiva se volatilizaba. Pero la memoria individual no desapareció y…, la verdad es que es un poco pesado cuando se pone a contar historias increíbles pero no tan lejanas.

Son historias como las que narra Nativel Preciado en su último libro, Nadie pudo con ellos. Muy cerca le pilló a don Jesús aquel 3 de marzo de 1976 en Vitoria, cuando había convocada una huelga general. Ese mismo día hubo una manifestación y la policía asesinó a cuatro trabajadores. Creo que la cartera de la Gobernación era de Fraga por aquellos días de violencia extrema en los que el ministro decretó que la calle era suya. Pocas jornadas después, el 29 de marzo, a cien días de haber sido proclamada la Monarquía, Marcelino Camacho era detenido recién decretada la amnistía ante el estupor de la prensa internacional. El mencionado ministro venía a decir que Camacho, a pesar de la amnistía, “se puso a hacer provocación y a mezclarse con todas las formas de agitación. Llegó a tal punto que se le detuvo”.

Sí, sí. Estuvo sentado este ministro en aquellos consejos en los que se firmaban sentencias de muerte, como la de Julián Grimau, fusilado el 20 de abril de 1963. Bueno, don Jesús se pone a hablar y no para…, y recuerda como la libertad de expresión fue un sueño imposible gracias a la ley de Prensa creada bajo el ministerio de la propaganda franquista. Creo que el ministro de aquello fue Fraga, en la actualidad, héroe de la Transición.

Por favor, escuchad la intervención de este oyente de Radio Nacional:


jueves, 19 de enero de 2012

Nativel Preciado, periodista, militante de principios

Hace unas semanas, os hablaba de Nadie pudo con ellos, el último libro de Nativel Preciado y sí, pude echar una rato con la maestra, antes de la muerte de Fraga, antes del XXXV aniversario de la conmemoración de la matanza de Atocha, antes de comenzar el jucio contra Garzón.

A escasos metros de lo que fuera el Diario Madrid, literalmente volado bajo el ministerio de Manuel Fraga como responsable de Información y Turismo en el franquismo, mantenemos un encuentro con esta “sensata de remate”, como la calificó en su día Joaquín Sabina. Fue en el Diario Madrid donde Nativel Preciado comenzó su intensa vida de mujer periodista, rondando los 17 años. Es esa hora fronteriza y matutina de no saber muy bien qué tomar. Finalmente un descafeinado, que no andan las cosas para mucha cafeína. La cafetería lleva el nombre de uno de sus autores favoritos, Dickens (celebramos su segundo centenario) , y era lugar de encuentro, hace años, de la tribu de El Madrid. Preciado, como ya dije, acaba de publicar un libro imprescindible, que debería ser de texto en los institutos para entender aquello que se vino en llamar Transición. Ese recorrido por aquellos años lo hace nuestra autora de la mano de Josefina Samper, Josefina, la viuda de Marcelino.

Según Nativel, la Transición no fue un camino de rosas. Se hizo entre todos, sí, pero los artífices, los que aparecen en este libro son los sindicalistas, los estudiantes, los corresponsales extranjeros…, sin todos ellos no habría sido posible la Transición. Asegura que intenta refrescar la memoria porque la gente no quiere escuchar la parte dura de la historia. “Además no es cierto lo que algún hispanista asegura al afirmar que bajo el franquismo los españoles estábamos narcotizados. La Transición es una gran desconocida, especialmente para la juventud.”

La autora de Nadie pudo con ellos , a lo largo de su vida profesional entrevistó a Marcelino y Josefina. El día de la muerte de Marcelino escuchó lo que las más variopintas personalidades decían de él “y me pareció sincero, independientemente de ideologías”, explica. En su opinión, Marcelino fue un hombre digno de admiración porque tuvo y mantuvo unos principios: tenacidad, voluntad, honestidad, esfuerzo, sacrificio. Gracias a estos principios, que están más allá de la política, y a las personas que los mantienen, se mueve el mundo.

En los primeros compases del libro narra con ironía la evolución de los sindicalistas…, y ella lo explica, “hoy día, los empresarios quieren docilidad y sumisión. Antes, los derechos adquiridos eran intocables, ahora no ocurre eso. No hay grandes héroes en los grandes momentos, sólo hay grandes momentos.”

INJUSTICIA HISTÓRICA

Nadie pudo con ellos es un ejercicio de memoria histórica más allá de las fosas y el silencio de los perdedores. En sus páginas considera que ha habido una “injusticia histórica contra España”, ¿hay forma de recuperar tanta injusticia?, le preguntó a Nativel.

Para, templa y responde: “Los españoles no franquistas no teníamos símbolos porque nos los habían robado. Poco a poco hemos ido recuperando esos símbolos. Hasta la bandera suena mejor gracias al fútbol… En este país pasamos cuarenta años secuestrados y hay que reivindicar esos momentos que parece se pasan por alto. Y a veces, mejor que a través de una ley, la forma es a través de películas, de la historia, de novelas”.

La Iglesia ocupa buena parte de nuestra historia y, por tanto, de Nadie pudo con ellos. Recuerda Nativel como a Franco le llevaban bajo palio, cómo fue la primera aliada de la dictadura y las injusticias que protagonizó hasta muy avanzada la postguerra. Rememora también la aparición de los curas obreros, con el padre Llanos a la cabeza, y a personajes como Ruiz-Giménez supusieron un cambio de bando para muchos miembros de la Iglesia.

A juicio de la autora, “los curas obreros mantuvieron una actitud heroica y muchos fueron encarcelados en una cárcel específica para curas, la de Zamora. Pero, aunque no soy partidaria de andar exigiendo perdones, la Iglesia reaccionó tarde. No necesitamos el perdón de los equivocados, necesitamos que se dejen de cometer errores, y defender la libertad y la democracia”.

En aquellos tiempos de violencia, relata en Nadie pudo con ellos, por una parte, la existencia de grupos ultras; y por otra, cómo la izquierda, tras el Golpe de Tejero se hizo mucho más pragmática. De ese mundo de violencia pervive ETA que acaba de anunciar el cese indefinido de las armas. ¿Cómo lo ves?, pregunto. Y ella, responde: “ETA está acabada. Del comunicado del que hablas, lo que menos interesa es su retórica. Nadie se puede rendir a nuestro gusto. Lo importante es que han dejado de matar y reivindican con la palabra. Es un paso importantísimo y muy esperanzador. Ahora comienza una fase muy difícil, de tensiones y problemas.

Una parte que nos cuenta Nativel en su libro sobre la Transición, y que ha sido poco tratada, o yo no me he enterado, es la que versa sobre la importancia de los corresponsales extranjeros. Y su labor fue fundamental. En un capitulo cita a José Antonio Novais, que afirmaba: “ser un periodista militante no quiere decir no ser un periodista objetivo o tener que seguir consignas en su trabajo”. Claro, hay que preguntarle a la autora si se considera una periodista militante y contesta:

“Soy militante de principios, no de partidos. Me siento orgullosa de mantener mis principios al margen de los medios. Me siento orgullosa de ejercer esta profesión. Contar los hechos sigue evitando injusticias, sigue salvando vidas”.

Claro, ya puestos a hablar de periodismo, pregunto sobre si piensa que con el auge de internet y las redes sociales cada ciudadano es un periodista. Y lo tiene claro, que para ella, cada ciudadano no es un periodista. Cada ciudadano, “tiene derecho a expresarse, pero se necesitan profesionales con formación para interpretar y contar. Los conflictos requieren de profesionales con rigor. Esta profesión no puede desaparecer”.

Y volvemos a los corresponsales y al “rigor” de los periodistas. “Ahora el rigor es minoritario, especialmente en televisión. El poder económico se ha colado en los medios como demuestra el fenómeno Berlusconi, lo que hace que haya mala prensa de la profesión del periodista, pero sigue habiendo mucha gente que se deja la vida por defender la libertad”, proclama.

Bueno, la verdad es que nos tiramos dos horas de charla. Y es que Nativel es una mujer, mujer. Una mujer que se ha abierto camino en un mundo y un contexto muy machista, que se autodefine feminista y que se siente muy agradecida a las feministas radicales inglesas que comenzaron a defender los derechos de la mujer. Una mujer que ha sufrido la discriminación y que ha tenido que defender sus derechos como mujer. En una profesión muy complicada. Por ejemplo, recuerda, “yo no podía tener un pasaporte sin el permiso de un hombre”. Y sentencia, “el feminismo no puede pasar de moda mientras haya discriminación y violencia”.

Mmmmm. Me está saliendo largo. Hago una medio cambiada y sigo en otra entrada. Claro, me recomendó un par de libros suyos y…, se ha muerto Fraga.

lunes, 2 de enero de 2012

Tiempo de arena de Inma Chacón

Nunca he ido a una novela por ser galardonada con el Premio Planeta. En esta ocasión tampoco, que Tiempo de arena ha sido finalista. Me acerqué a ella por su autora, Inma Chacón. Leí la solapilla y me pareció interesante, pero…, la novela es mucho más que desentrañar un secreto. Tiempo de arena es una novela sobre el tiempo y, fundamentalmente, de mujeres.

Y el tiempo es importante, por ello los capítulos van y vienen en un estudiado flashback que aumenta el suspense. Aunque el suspense no lo es todo. En Tiempo de arena vivimos los problemas de las mujeres de hace cien años, que no han cambiado tanto: la violencia de género (no en el entorno familiar), la humillación, la discriminación laboral, los derechos de las mujeres, el adulterio, el robo de niños… Pero también es una novela de amor, de amor maternal, de amores platónicos, de amores románticos, de amores clandestinos, de paciencia masónica, de sentimientos, de emociones…

Desfilan por la novela un racimo de personajes, cada uno de ellos con su viaje interior, con su evolución. Los fundamentales son tres mujeres, tres hermanas de una fuerte personalidad: Mariana, Munda y Alejandra.

Mariana, la mayor, es una mujer y es mala. Pero mala, mala. No es ese rol literario y cinematográfico de ser mala por ser fatal. Munda, la segunda, es una mujer idealista, esencialmente idealista. Alejandra es idealista, pero ejecuta. Decide estudiar Derecho cuando las mujeres no estudiaban carreras. Es muy interesante, por cierto, la descripción de ese ambiente universitario machista. Alejandra es inteligente, es lista y…, a pesar de todo, tiene los pies en el suelo. Entre nosotros, diré que es mi preferida.

Pero las primeras líneas de la novela están protagonizadas por María Francisca, Xisca, hija de Mariana; que en su lecho de muerte reclama a sus hijos, cuando ninguno de quienes la acompañaban en la agonía supieran que existieran esos hijos.

Luego, hay un buen plantel de secundarios, de quienes destacaría a don Ramón, el cura. Un tipo ambicioso que está en todos los ajos con información privilegiada. Bueno, como todos los curas que para eso existe la confesión. Éste, era el capellán de una institución religiosa, entre cuyas reglas figuraba “como principal objetivo formar un plantel de buenas madres de familia y en la que la educación de las llamadas colegialas se reducía al dominio de los quehaceres de la casa y a ejercitar la obediencia como una virtud indispensable. Es decir, convertir en esposas dóciles a las hijas de las familias de rancio abolengo del arzobispado para que gobernaran sus casas conforme a la tradición y las buenas costumbres”. (Pag. 24).

Me gusta Inés, la amante del padre de los protagonistas.

Y hay dos buenos hombres a los que no se les ve el pelo. El padre, que ha muerto, pero está presente; y Manuel, el enamorado de Munda. Y hay otros hombres, los de la vida de Alejandra. Pero no voy a liarme, que al final destripo la historia.

También hay lugares lejanos como Alejandría o Filipinas; y Madrid (importante es la calle Relatores, 8); Toledo; la Malvarrosa; Durango…

Me llama la atención las pinceladas de mitología vasca. Conoceremos a la diosa Mari y el dragón de las siete cabezas, un personaje que aparece en muchos mitos, también entre los cristianos…

Como decía, en las páginas hay sueños y amor, “los sueños deben perseguirse, por muy peregrinos que sean”. (Pag. 187), o “el amor puede crecer aunque la distancia y el tiempo vayan en su contra”. O la posibilidad de amar a dos mujeres o dos hombres a la vez: “Ella los quería a los dos, a cada uno a su modo, como su padre había querido a su madre y a la señorita Inés (Pag. 184). Y rechazo, asco, hacia el hombre, “cada vez que recordaba el cuerpo de Jaime sobre el suyo, la vergüenza y el asco se apoderaban de ella hasta hacerla enmudecer”. (Pag. 215).

En el relato desfilan mujeres imprescindibles de la historia de nuestro feminismo: Clara Campoamor, Matilde Landa, María de Echarri, María de Maeztu, Mercedes Pinto, Victoria Kent…

Tiempo de arena se acerca a todo ello, y a la religión, y a la masonería…, en un momento histórico con similitudes al actual: la gran crisis del 98. Una crisis que va pareja a la de la familia protagonista de la historia.

Tiempo de arena es una historia redonda. Una historia con muchas historias que animan al debate, al diálogo. A ver si puedo conversar con su autora y os lo cuento…