Autorretrato
- Alfon. La vida desde el lago............................................................................................
- En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero
domingo, 22 de agosto de 2010
De Las cosas que no nos dijimos a Appassionata
sábado, 21 de agosto de 2010
Peligro: Niños grandes
miércoles, 18 de agosto de 2010
De Toy Story 3 a mi fuerte
lunes, 16 de agosto de 2010
Maldito Karma, buen rollo y nirvana
sábado, 14 de agosto de 2010
Un marido de ida y vuelta del gran Jardiel, al calor del verano
En Madrid, en verano, una opción son los tradicionales Veranos de la villa. Son muchos los espectáculos que se pueden ver a precios razonables si no fuera por el pastón que supone tomarse algo. Claro, la restauración, entiendo, es una contrata que hace el agosto (bueno, el julio y el agosto). Haciendo gala de mi heterodoxia fui a ver Un marido de ida y vuelta, del gran Jardiel Poncela, en el Galileo un lugar abierto sólo por el techo, que el aire no llegaba, ni un poquito a ese patio cerrado.
Jardiel, rechazado a diestra y siniestra, murió en medio del olvido y prácticamente arruinado. Y sigue sin ser considerado como se merece. Esto es, como el creador de un nuevo humorismo absurdo, del teatro de lo inverosímil. Quizá fuera un adelantado a su tiempo, que si en vez de nacer en 1901 (el año que viene es su centenario y dos lustros), hubiera nacido hace cuarenta años no descartemos que hubiera desbancado a Martes y Trece o Cruz y Raya, o José Mota de los superíndices de audiencia. Claro, todos mamaron, más o menos de Tip y Coll o Gila y, estos de Jardiel Poncela. La pescadilla que se muerde la cola.
Para muchos modernos (sector intolerante), Poncela es parte de ese teatro casposo con presentación, nudo y desenlace y en el que la cuarta pared se acomoda y ríe, pero en mi humilde opinión es parte imprescindible del teatro español, del que nos deberíamos sentir orgullosos.
Poncela y su absurdo está lleno de crítica a una sociedad a la que nunca perteneció (“toda sociedad es un organismo podrido que se conserva gracias al hielo de la hipocresía”, afirmaba), y Un Marido de ida y vuelta es una obra eminentemente jardielesca.
El propio autor aseguraba que esta obra “tiene padre y madre, como tantas otras de mis comedias. El padre se llama Humorismo, y la madre, Poesía. Humorismo violento, a veces arce y descarnado, a veces ingenuo y bonachón: profundo y superficial; en juego, a menudo con las ideas y con frecuencia saturado de gracia verbalista; es decir; comicidad. Y Poesía universal. Porque la poesía no cambia con las razas ni con los climas”.
Un marido de ida y vuelta me gusta porque desdramatiza el asunto de la muerte y del más allá y, en definitiva, es una obra de amor y muerte.
Siempre recordaré la obra, protagonizada por Jesús Puente a mediados de los ochenta. Evidentemente, esta puesta en escena de los Veranos de la villa no es lo mismo, a pesar del buen hacer de Joaquín Kremel (gran mérito soportar el calor del verano, el de los focos y vestido de torero) y Julia Torres.
Merece la pena. Jardiel sigue mereciendo la pena más allá de sectarios e intolerantes. Muchos quizá se den cuenta de que son herederos de Poncela sin saberlo. Y vale, reconozco que me lo pasé genial ensayando e interpretando una obra suya en aquellos tiempos de sacar dinero para el viaje de fin de curso de COU (Usted tiene ojos de mujer fatal), hace veintimuchos años. Que seguro que alguien del cibermundo lo recuerda.
jueves, 12 de agosto de 2010
Haruki Murakami, correr, cambios, perseverancia, belleza, otoño…
Murakami novelista es un tipo que tiene muchos detractores y muchos seguidores. Si seguís mi blog sabréis que me encuentro entre los segundos. Este libro del autor japonés no es una novela, que lo mismo a algún detractor hasta le gusta. El propio Murakami explica que se trata de una especie de “memorias” y, en mi opinión, es una gran metáfora de lo que es la vida, de lo que es perseverar para alcanzar sueños u objetivos, que vienen a ser lo mismo. Cierto que yo en su día corría y corrí algún maratón, por lo que me he sentido identificado plenamente en multitud de párrafos.
Del libro de se pueden extraer multitud de máximas, aunque la única que realmente lo es en sentido estricto es la frase que nos cuenta en la página 11: Pain is inevitable. Suffering is optional, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, depende de uno. Es la frase que repetía insistentemente un corredor, que había aprendido de su hermano, también corredor. Y es que, la dureza es un hecho inevitable, pero poder o no poder, queda al arbitrio del interesado.
Aunque no sea su intención, el libro de Murakami anima a emprender cambios como él hizo con su vida cuando decidió dejar su negocio y dedicarse a ser novelista. Sobre los cambios reconoce que “hagas lo que hagas no toleran cambios”, entonces, lo único que podemos hacer es “transformarnos nosotros mismos mediante perseverantes repeticiones e ir incorporando esos prcesos hasta que formen parte de nuestra personalidad”.
También se detiene a reflexionar sobre la educación, sobre la enseñanza, sobre las cosas importantes: “Así es la escuela, lo más importante que aprendemos en ella es que las cosas más importantes no sepueden aprender allí” (pag.65). Pero Murakami también nos cuenta su opinión sobre la belleza (“No existe en ninguna parte del mundo real nada tan bello como las fantasías que alberga quien ha perdido la cordura”, pag. 90); sobre el envejecimiento; sobre la muerte; sobre la necesidad de visualizar; sobre la importancia de tener un plan B…
Y todo ello en un libro que versa sobre un tipo para quien correr “es vital” y que corre al menos un maratón al año. Es decir, que echa un buen rato corriendo, pero, ¿en qué piensa mientras corre?, “tal vez piense en los ríos. Tal vez piense en las nubes. Pero, en sustancia, no pienso en nada. Simplemente sigo corriendo en medio de ese silencio que añoraba, en medio de ese coqueto y artesanal vacío”. (pag. 40). Y correr es como la vida, con pendientes más suaves, otras más duras. Incluso la misma pendiente puede parecernos dura o suave dependiendo del momento.
Y a pesar de no ser una novela Murakami es fiel a sí mismo y a su devoción por el Gran Gatsby. Y a su devoción por la música. Por Neil Young, Eric Clapton, los Rolling o Loving' Spoonful. Vuelve a poner música en los textos. Cuando corre escucha a Carla Thomas y Otis Redding, por ejemplo. Y cuando vuelve a Nueva York a correr su maratón siempre se acuerda de este tema que os pongo aquí debajo. Seguro que también me acompaña amí cuando, en septiembre, en el otoño madrileño, me compre unas zapatillas y recomience a correr, despacio, hasta donde permitan mis rodillas, fundamentalmente la derecha.
domingo, 1 de agosto de 2010
Miguel Óscar Menassa, un poeta del compromiso candidato al Nobel
Con musical acento argentino me cuenta de sus orígenes multiculturales, “de niño, mi padre me contaba cuentos árabes y mi madre me cantaba tangos”. Ella, le inculcó el sentimiento de generosidad. “Tener dinero no es ninguna traición, pero cambiar de clase es una traición”, dice que le contaba su madre.
Nuestro poeta escribe poesía, pero también narrativa y ensayos, y pinta…, por eso él se define como un trabajador. Un intenso trabajador. Un multiempleado al que muchos califican de “hombre del Renacimiento”. Pero no, él lo tiene claro, es un “multiempleado”.
Y con tanta actividad tiene claro que el tiempo no sale de ningún lado, que el tiempo se produce: “Cuando me pongo a escribir es el tiempo de la escritura porque estoy escribiendo. El tiempo de pintar cuando estoy pintando. Por ejemplo, si usted no tiene ninguna amante y me dice que no tiene tiempo, yo le diré que no tiene amantes, no que no tiene tiempo. Si tuviera una amante enseguida tendría tiempo”.
Y explica pedagógicamente porque es esta sociedad nos falta el tiempo, “porque la moral impide que uno tenga tiempo, que uno goce, que uno haga el amor, que uno escribe, que uno pinte… Están prohibidas totalmente esas cosas.
MILITANTE DE LA MEDICINA. Y MÁS
El tono cantarín de argentino se vuelve más pausado cuando habla de sus primeras experiencias profesionales como médico en su país de origen: “Yo era un médico que estaba en la lista de los sanitarios que atendían a los presos en Villa Devoto. Tenía una escritura fuerte en esa época y no podía soportar la falta de libertad de expresión. Era algo insoportable. Después, ya en el 76, veía el fracaso de la liberación. Como digo en un poema, "de los olores de la revolución asesinada". Mi militancia fue médica. Fui doctor de una maternidad, trabajaba gratuitamente, vi las miserias en las chabolas, entre cuyos habitantes tenía mucho prestigio. En esa época hice la campaña para el llamado "documento único", donde no figuraba si el bebé tenía padre o madre, sino donde figuraba sólo el nombre del niño porque se discriminaba a quienes no tenían padre. Fue un duro trabajo.
Y luego vino el exilio, aunque reconoce que nadie le obligó, “yo me vine solo. Así que no le puedo echar la culpa a nadie del calvario”.
Pero antes de este “calvario”, a principios de los sesenta, anduvo por Italia viviendo experiencias vitales muy importantes, “muy gratificantes”. Allí fue secretario del Grupo Comunista de la Casa de Estudiantes de Milán y representante de los estudiantes milaneses en el Congreso de Organización de la Juventud Comunista Italiana. Estuvo con Musati, con Humberto Eco y con los grandes poetas italianos.
Y ya en España tuvo relación con Alberti, “el primer diálogo que mantuvimos fue en la calle Princesa. Él caminaba todas las mañanas haciendo muchos movimientos y un día le digo: "Maestro, ¿qué está haciendo?, ¿está nervioso?" Se dio cuenta que yo era argentino y me contestó: "No pibe…, estoy escribiendo". Después empezamos a contactar y vino en algunas ocasiones a recitar a la escuela, al aula nuestra. Sí tuve relación con poetas como Gloria Fuertes o García Nieto y un muy estrecho contacto con Leopoldo de Luís, un poeta también excluido…
SEXO Y AMOR
Aunque Menassa, más que excluido se considera “reventado”. Y sigue, “macho, me maltratan mucho. Últimamente dicen los que me aman y los que me desaman que soy un hombre del Renacimiento porque hago muchas tareas. Yo creo que no, que soy un hombre del Renacimiento porque me atrevo a hablar de la sexualidad. Acá nadie habla de la sexualidad. Nadie. Es mejor no tenerla”.
Yo, esto de la sexualidad lo relaciono con su faceta de psicoanalista, pero él aparte de intentar explicarme que “todo, todo, todo es sexo. Todo lo que nos rodea es sexo”, asegura que antes de psicoanalista fue poeta y recalca, “los poetas somos libertarios fundamentalmente. Yo primero fui poeta antes de ser psicoanalista”.
Pero es un poeta que desliga la felicidad del amor, “para ser feliz no se necesita amor. Más bien, se es feliz sin amor. El amor es un sentimiento de la especie. Es un sentimiento animal. Tenemos idealizado el amor y sin amor nadie copularía. Y se acabaría la especie”.
Sí entiende la poesía como compromiso, “la poesía, si no denuncia, no es poesía, pero también hay que saber denunciar, porque si no se convierte en un panfleto. Y a mí los panfletos no me gustan aunque sean útiles. Bertolt Brecht escribió uno de los grandes poemas de la historia que a la vez es totalmente revolucionario: A los hombres futuros
En su poema Arte poética (lo reproduzco al final), Menassa define la poesía. En él, habla de “los pecados proletarios” y los “vicios burgueses”. “El fundamental pecado proletario –me explica- es que en lugar de aceptar que se es proletario, todos quieren ser burgueses. Y los vicios burgueses…, son muchos. Son muchos porque son a costa de esos proletarios”.
El poeta candidato es crítico, bueno, muy crítico con las instituciones. Y con la intelectualidad, “yo recuerdo que los intelectuales votaron a Hitler y nunca me olvidé. Es decir, ser intelectual no es una cosa buena. Además, se equivocan siempre, porque los pueblos se equivocan, pero después salvan la equivocación. Por eso, entre el pueblo y los intelectuales, uno tiene que preferir el pueblo”.
Luego, se va calentando y propone poner impuestos a los bancos y cerrar la Bolsa: “Yo cerraría la especulación directamente, porque usted se dará cuenta de cundo aumenta el paro, sube la Bolsa”. Tras la conversación, evidentemente nos despedimos como “camaradas”. Y mi amigo Fran nos hace una foto juntos, la de arriba. Yo soy el bajito de gafas. Por si hubiera alguna duda.
Menassa anda dando recitales por todas partes, esto se lo grabé un par de días después de nuestro encuentro, en la Casa de América. Pincha aquí para escucharle. Sí aquí.
Y para saber más sobre Menassa y apoyar su candidatura, puedes pinchar aquí.
ARTE POÉTICA
Poesía, lo sé, mientras te escribo,
dejo vivir.
Entrego, mansamente, mis ilusiones,
mis pobres pecados proletarios,
mis vicios burgueses y, aun,
antes de penetrar tu cuerpo,
-tapiz enamorado-
abandono mi forma de vivir,
miserias,
locuras,
hondas pasiones negras,
mi manera de ser.
Vacío de mis cosas,
abanderado de la nada,
transparente de tanta soledad,
invisible y abierto,
permeable a los misterios de su voz,
intento,
rasgo sonoro sobre la piel del mundo
la piel de la muerte
la piel de todas las cosas.
Poesía, sobre tu piel, rasgos sonoros,
esquirlas apasionadas,
imborrables astillas de mi nombre.