Lo divertido del mundo es ser una Torre de Babel. |
Pienso que las lenguas, los idiomas, son instrumentos,
herramientas para la comunicación; pero al tiempo pienso que son un bien
cultural del mundo entero. Cuando a veces se lee que ha desaparecido una lengua
con la extinción de una tribu o de sus últimos hablantes es como si una parte
de la humanidad, de su historia y su cultura desaparecieran. Es decir, es
responsabilidad de todos que las lenguas se mantengan vivas. Con esa
responsabilidad global, además, creo que se le hace un placaje a esa
intolerancia que utiliza las lenguas como arma arrojadiza hacia el diferente.
Venga la cosa de donde venga. No entiendo la manía de algunos hacia el euskera,
igual que no entiendo la manía de otros hacia el castellano, anteponiendo la
lengua del imperio. Cosas de las intolerancias, que no alergias.
Recientemente se hacía eco El Diario Vasco de un interesante
proyecto que ha concluido en un amplio documental de seis episodios coproducido
por las asociaciones culturales bilbaínas Idiazabal-Mendebalde y Zenbat Gara, Euskara Jendea: Erromako imperioan. Como
reseñaba el diario, los vascones y otras tribus del territorio vascoparlante
(várdulos, aquitanos…) no vivieron ajenos a los romanos, ni a su organización
social, ni a su idioma, ni a su cultura. Es más, los autóctonos entraron en el
sistema, un sistema que funcionaba en latín.
Y también para los habitantes de esta zona, ser romano no
era un derecho, sino un privilegio. De hecho el Imperio reclutó tropas
auxiliares de todas partes. También hubo cohortes de várdulos, aquitanos o
vascones. Gentes que tras veinticinco años de servicio obtenían la ciudadanía
romana y que eran recompensados con algún territorio en el que asentarse.
Estos territorios llevarían el sufijo “anus”, que tras una
desviación causada por el euskera se convirtió en los conocidos toponímicos
“ain”, “in” o “ano”. Así: Belaskoain (Belaskoanus, “tierra de Velasco”);
Andoain, Guendulain… Hubo fusiones porque las lenguas son algo vivo. Así,
palabras como “olio”, es claramente latina, “aceite”; o “piku”, “higo”. El
enigma que destaca el lingüista Koldo Mitxelena, es cómo sobrevivió el euskera.
Otras lenguas vecinas como las celtibéricas desaparecieron, o la tartésica o la
ibérica, pero el euskera sobrevivió…
En la web de Euskara Jendea quieren acabar argumentando con
pruebas históricas con creencias como que estos territorios estaban aislados,
sin civilizar, que su lengua era pura y su cultura singular.
Un trabajo lleno de investigación, rigor histórico y algún
misterio sin resolver.
Si has llegado hasta aquí… Eskerrik asko!
EUSKARA JENDEA · TRAILERRA from Euskarajendea.com on Vimeo.
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