Paqui y un escultural barrendero de Madrid fotografiados por @frlorente. |
“Quería ser madre, trabajar y cuidar a mí hija”
Es madrileña de Vallecas, aunque hija de andaluces. A sus 48 años son ya veinte los que lleva trabajando como “operaria de limpieza viaria”. A mí me gusta la palabra “barrendera”, me parece más castiza e incluso contundente con sus “erres” y a Francisca Ramírez, Paqui, le parece bien que hablemos de barrenderos y barrenderas. Eso sí, es una mujer y madre divorciada orgullosa de sus dos hijas “ya mayores, una técnica de rayos X y otra estudiante de Pedagogía”. De hecho, la historia de por qué Paqui es barrendera está directamente relacionada con la maternidad. Ahora, además de trabajar, hace deporte para aguantar la dureza del trabajo y escribe relatos. De hecho, acaba de resultar semifinalista en un concurso de microrrelatos de Navacerrada…
“¿Remunicipalización? Sí, pero respetando unos derechos que han costado muchas luchas”
Era Paqui auxiliar administrativa
hace más de veinte años. En ese tiempo
tuvo su primera hija y le resultó imposible conciliar su vida laboral y
familiar. “Yo no podía salir de casa a las siete de la mañana y volver a casa a
las ocho de la noche”, recuerda; así que dejó la oficina y se puso a limpiar
casas con uno horario más acorde pero sin contrato y sin compañeros de trabajo,
“al poco tiempo tenía muy claro que quería un contrato y compañeros de trabajo,
así que envié un curriculum a Dragados y me llamaron para trabajar como barrendera
los fines de semana. Quería ser madre, trabajar y cuidar a mí hija”. Y lo
consiguió.
Durante cinco años fue afortunada
porque pudo conciliar, pero después llegó la privatización municipal y la
plantilla privada de fin de semana pasó a ser diaria. En una actuación de
manual se permitió el deterioro de lo público en beneficio de lo privado hasta
que llegó la privatización total. Y con la privatización total una plantilla
muy menguada que es imposible que llegue a todo.
Paqui, por ejemplo, pertenece al “lote
1”, de Ferrovial, en el distrito de Chamberí, que incluye Centro, Tetuán y
Chamberí. Unas mil personas integran la plantilla de ese lote, incluidos
administrativos, conductores y capataces. Además, tras las últimas ocurrencias
de Ana Botella, todo está unificado: limpieza, jardinería y mantenimiento.
“Imposible, es imposible llegar a todo”, insiste Paqui.
Madrid está sucia
Que la capital está sucia es un
hecho comprobable, “porque somos muy poco personal, porque no damos abasto,
porque faltan muchos medios y también porque no hay concienciación ciudadana de
que las calles son de todos”, explica Paqui. En este
mundo de basuras, insiste nuestra barrendera en que no confundamos la “limpieza
viaria” con la “recogida de basuras”, es decir, quienes recogen los
contenedores de las casas, del plástico, de papel, de vidrio… Por cierto, nos
recuerda que en recogida de basuras no trabaja ninguna mujer.
La limpieza viaria de la capital,
o sea, los barrenderos y barrenderas tienen tres turnos de trabajo: mañana (de
7 a 14:00 horas); tarde (de 14:00 a 21:00 horas) y noche (de 00 a 07:00 horas). Paqui se levanta a las cinco para
estar en su centro de Ríos Rosas a las siete. Allí se viste el uniforme:
pantalón, camisa, polo, botas de seguridad y guantes. Luego prepara las
herramientas: el carro con dos cubos, “esperando que esté en buenas
condiciones”, el cepillo, la pala y el “escobijo”, que es la escoba pequeña.
Recuerda Paqui cómo al principio se utilizaba una “pala bellota”, que era de
hierro y producía unos dolores espantosos. Al final se logró que la cambiaran
por una de aluminio.
Cada mañana, un jefe de los
muchos que hay, dice el recorrido que tiene que hacer, “recorridos kilométricos
que es imposible acabar en una jornada”, explica Paqui, quien insiste en que la
plantilla es muy pequeña. Hay que
limpiar aceras, alcorques (la parte inferior de los árboles), papeleras… Por la
capital también nos encontramos con limpiadores equipados como cazafantasmas.
Se trata de la sopladora. “Usar la sopladora es una arte porque no es tan
sencillo hacer montones de basura. El problema es el ruido y el polvo, que
resulta molestias entre los vecinos”. Cuando la sopladora es acompañada por un
vehículo que recoge la basura, hablamos de “barrido mixto”.
Un año de gran sequía fue el
culpable de que ya no se baldee como antes, pero “baldear, se baldea con
camión”, asegura Paqui, tanto la “costilla”, que es la parte de fuera de los
coches aparcados; como el “arroyo”, que es la parte del bordillo.
Pillada espontánea de @frlorente por la Plaza Benavente de Madrid. |
El trabajo que se hace se hace bien. Un
trabajo que fundamentalmente realizan mujeres con categoría de “peón”. Algo
curioso, que quizá se subsane si un día el servicio vuelve a ser público.
Porque las mujeres no tiene posibilidad de promoción. Hay muchísimos capataces hombres
(casi uno por operario) que nadie sabe muy bien qué hacen, pero..., está claro que no existe igualdad a la hora de promocionar.
El lío de la “remunicipalización”
Aunque no existe en el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua, en los últimos tiempos se ha
puesto de moda la palabra “remunicipalizar”, que no es otra cosa que volver a
municipalizar, hacer municipal un servicio que siendo privado, en su momento
fue público. Paqui tiene claro que estaría encantada con ser trabajadora
pública en un servicio que piensa que debe ser público, pero claro “respetando
unos derechos que han costado muchas luchas”.
Explica que tienen unas buenas
condiciones de trabajo y un buen convenio que ha costado muchas peleas y
huelgas. Y recuerda la dureza del trabajo: el frío insoportable, la lluvia, el
calor sofocante, los movimientos repetitivos, las caminatas…
La cuestión es que Ana Botella,
la anterior alcaldesa, ha dejado tirados a trabajadores y ciudadanía con unos
contratos blindados para varios años con las empresas privadas. Y, al igual que
en otros experimentos, queda claro que el objetivo de las contratas es ganar
dinero y les importa poco el resto. En este caso, la suciedad de las calles.
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