Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

domingo, 4 de marzo de 2018

El hilo invisible (Phantom Thread) y el Museo Balenciaga

El pasado verano tuve la fortuna de visitar el Museo Balenciaga en su guipuzcoana localidad natal, Getaria, pequeña localidad cuna de marinos como Juan Sebastian Elcano. El Museo, que es impresionante, nos acerca a la figura del modista, y yo, que desconocía todo del diseñador, quedé bastante sorprendido por cómo desarrolló su carrera y los variopintos personajes con que alternó. Todo ello, envuelto en un importante halo de personaje misterioso. La visita al Museo de Cristobal Balenciaga también me animó a empezar a ver los asuntos del diseño con otros ojos. Todo ello me animó a ver El hilo invisible (Phantom Thread), con seis nominaciones a los Óscar.

Pensé que la peli iba a ser otra cosa, que tampoco me llegó muy adentro la verdad. Pensé que iba a ver la historia de un creador de los años 50 en Londres. Y aunque la historia se desarrolla en ese tiempo y lugar, el asunto se centra en una enfermiza y febril (nunca mejor dicho) historia de amor entre Reynolds Woodcock, el maduro y obsesivo modista y su musa y esposa, Alma (así a secas).

Después leí que Daniel Day Lewis, el actor que interpreta a Woodcock y está nominado a mejor actor, ha dejado la profesión, y es la cuarta vez, porque se ha metido demasiado en el papel. Debe ser que se mete en vena el método Stanislavsky y claro termina hecho unos zorros. De estas retiradas de actores y toreros no hay que fiarse mucho, que siempre terminan reapareciendo. Daniel Lay, personalmente, me recuerda en esta cinta al Jeremy Irons de la Lolita de 1997 y puede que algún paralelismo tengan los personajes.

Lo que no tenía claro es si Woodcock había existido realmente y es cuando me enteré que precisamente el director, Paul Thomas Anderson, se había inspirado en Cristobal Balenciaga. Al menos eso iba diciendo en entrevistas. A pesar de ello, me encontré un artículo en Vanity Fair asegurando que el auténtico inspirador de la película era un tal Hardy Amies, que era quien vestía a la reina Isabel II. Lo que no me cuadra a mí es que este hombre era muy sociable y fiestero y Woodcock es un tipo muy casero.

Puestos, sí puede tener más cercanía a Balenciaga, que solo concedió una entrevista en su vida, por tener una vida misteriosa… Incluso en alguna biografía no oficial de Cristobal Balenciaga se narra su reconocida homosexualidad con Wladzio d´Átainville, un aristócrata polaco que fue su inspiración durante años; algo similar, aunque en heterosexual y en muy loco con los protagonistas de El hilo invisible.

Coco Chanel diría de Balenciaga que era el único modista que además era un costurero en el estricto sentido de la palabra, algo que también traslada Woodcock. Por cierto, si partimos y traducimos el apellido de este hombre nos sale un concepto que quizá hasta está relacionado con el personaje: Wood, madera; cock, verga.   

Dicho esto recomiendo encarecidamente visitar el Museo Balenciaga, en Getaria, una preciosa localidad en la que no se pasa hambre ni sed.

Dirección: Paul Thomas Anderson.
Guión: Paul Thomas Anderson.
Reparto: Daniel Day-Lewis, Vicky Krieps, Lesley Manville, Richard Graham, Bern Collaco, Jane Perry, Camilla Rutherford, Pip Phillips, Dave Simon, Ingrid Sophie Schram.
País: EE.UU.







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