Como mi buen amigo Germán Fernández, físico, novelista, divulgador científico y gran colaborador en su día de Madrid Sindical dice, ya hay otro “a.C.”, “antes del Coronavirus”. Y en el año 2019 a.C. era un clamor intelectual la crisis del capitalismo, de la organización de las empresas de viejo cuño y de las democracias liberales. De esos lodos… Isabel Díaz Ayuso.
En aquellos cercanos tiempos previos a la pandemia llegó a ser grande la desconfianza de la sociedad en los partidos políticos tradicionales. Partidos acomodados, repletos de amiguismo y compra de voluntades en los que la mediocridad se abría (que no “habría”) paso entre masters de comunicación política con sello URJC, que eran “cursillos de andar por casa” para engrandecer el curriculum.
Pero no eran sólo los partidos quienes sufrieron desprestigio. Fue un mal generalizado en casi todas las instituciones, desde las federaciones deportivas hasta los medios de comunicación, pasando evidentemente por la banca que tanto engañó a la ciudadanía y tanto se benefició del Estado.
El espacio que corrupción y corruptelas dejaba era ocupado por asamblearismo sin estructuras intermedias que implicaban un cesarismo la más de las veces empapado de adanismo con una verticalidad extrema, como en el caso de Vox que llega abandonar todo atisbo de democracia interna. Paradójicamente ese verticalismo se agitaba desde la supuesta democracia horizontal de las redes sociales, que ocupaban el espacio de los medios de comunicación.
El prestigio de los periodistas desaparece en favor de los voceros de twitter. El “periodismo ciudadano” se convierte en viralidad de “noticias falsas”. Se dejan de leer periódicos y estos pierden plantillas, dignidad y calidad. Los presidentes y secretarios generales obvian a sus organizaciones y decretan a golpe de tuit, convirtiéndose Donald Trump en el maestro.
Los desmanes del capitalismo con la Gran Recesión de 2008 hacen que se rechace a la banca tradicional en favor de la “economía colaborativa” que degenera en capitalismo sin derechos para quienes trabajan y para los usuarios.
CAUSAS PREVIAS
En este jaleo generacional de mediocridad, desprestigios, corruptelas, amiguísimos, quid pro quo…, en el que la mentira se convierte en una constante, como por carambola, Isabel Díaz Ayuso se hace con la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Esta es la primera razón por la que debe dejar la presidencia. El PP de la región obtuvo sus peores resultados desde 1983 y nadie, ni ella, esperaba que esa posibilidad se diera. Ser amiga de Casado, pastelear y pasillear fueron sus méritos para ser la candidata. El rumbo ultra de Ciudadanos que miraba más a Vox que a la socialdemocracia hicieron el resto…
La segunda razón la obviaremos por ser más que conocida la corrupción que acosa al PP. Desde Ayuso hasta a su equipo.
Quizá la tercera razón por la que la presidenta debe dimitir es la más popular aunque nadie lo confiese. Nadie dice al rey que va desnudo y nadie le dice a Ayuso a la cara, aunque sea con cariño, que no tiene ninguna capacidad para presidir la Comunidad de Madrid, incluso difícilmente su comunidad de vecinos. La cuestión es que el problemático Miguel Ángel Rodriguez ejerce de administrador de la finca en la sombra. Ayuso seguro que tiene sus capacidades y sus talentos pero es innegable su sequía intelectual, su insolvencia política (incluida la oratoria y los reflejos), incluso su falta de capacidad para la interpretación en favor de la sobreactuación, cuando no sus ausencias.
Sí es evidente que la actual presidenta sigue la estela de Esperanza Aguirre. Y muchos, con razón las comparan. Pero Esperanza Aguirre estuvo muchos años baqueteándose en el mundo de la política. Luego…, Wyoming la encumbró con “El rincón de Espe” y entendimos que son muchos los votantes a los que les gusta la incultura y el jarrucheo. Como presidente, Aguirre sabía que era más importante hacer la fiesta de inauguración de una boca de Metro con Isabel Pantoja y paella que hacer el Metro. Sus votantes estaban más entre la vecindad que no salía del barrio y veía como sus tristes pisos se revaluaban gracias al metro (y que vendían a los inmigrante de turno), que a los usuarios del transporte público. El escándalo de la fiesta del IFEMA con venta de bocatas y todo fue una emulación perfecta de los fiestorros de Aguirre. Un día llora y exige luto y al siguiente alardea de “pueblo llano” y palmas.
RAZONES DE PESO
Las causas objetivas, pero con base en el relato histórico, que llevan a la conclusión de que la presidenta debe dejar el puesto, nos llevan a unas razones de peso, verdaderamente graves. La incapacidad manifiesta de no saber gestionar la crisis de salud del coronavirus con miles de muertes en las residencias ha supuesto la quinta razón por la que debe dimitir: la muerte de miles de ancianos y la ocultación de datos ha llevado, además, a una crisis sin precedentes en el Gobierno regional entre Ciudadanos y PP. La Comunidad está hoy dia a la deriva y sin Gobierno.
Por ello, en sexto lugar, Isabel Díaz Ayuso debe retirarse porque además de no tener la confianza de buena parte de la Asamblea, no cuenta con el apoyo claro de buena parte de su Gobierno y su respuesta es poner palos en las ruedas de España. Es incapaz de mantener la colaboración con el Gobierno de Pedro Sánchez, pero también de los ayuntamientos de la región. Es decir, su perfil impide la colaboración entre administraciones de todo tipo.
Pero más allá de la imposibilidad unir voluntades de las diferentes administraciones, Ayuso es incapaz de dialogar con los agentes sociales. Así pues, la séptima razón es que no tiene capacidad de aunar voluntades con empresarios y organizaciones sindicales de Madrid para reconstruir una región que conllevará la pérdida de más de un 10 por ciento del PIB territorial y destruirá 400.000 empleos.
En octavo lugar, pero quizá lo más fundamental, es la imposibilidad manifiesta de haber cerrado un presupuesto a pesar de las manos tendidas.
Sin duda, la situación ha puesto de manifiesto la novena razón por la que debe dejar el cargo. La sanidad y la salud pública están mangas por hombro en la región de Madrid a causa de los recortes permanentes. Esta situación, es sabida por pacientes, familiares de fallecidos y profesionales no es de hoy. Es un largo proceso de privatización que hay que atajar y no parece que sea deseo de Ayuso y quienes mueven sus hilos.
Es decir, Madrid tiene una presidenta con un Gobierno en minoría, sin presupuesto, enfrentado a España, incapaz de tener una mirada poliédrica para acometer la reconstrucción de la región y de España y que está en manos de un personaje siniestro que seguramente esté en manos de otros personajes más siniestros.
La solución no pasa por grandes ajetreos en estos tiempos convulsos. Es decir, como nadie en el PP parece que quiera sustituirla por no contradecir a Pablo Casado, quizá sea el momento de que el vicepresidente Aguado tome cartas en el asunto. Es necesario combatir un virus y el desastre que está acarreando, no pelearnos entre políticos y población.