Juntos son imbatibles. En una foto terrenal de @frlorente. |
Querido Dios:
Hace siete años largos te escribí previniéndote de que iba para allá Marcelino. Acuérdate pinchando AQUÍ, que no te veo muy hecho a esto de Internet (lógico, que yo creo que te lo tomas como la competencia).
Supongo que por ser ateo no he tenido respuesta alguna, ni por correo tradicional, ni e-mail, ni directos de Twitter, face book o Instagram, que hasta el Pontifex (oye, de lo más majo que hemos tenido últimamente) está enrollado en las redes. Que ya podías haber dicho algo aunque fuera por Whitney Houston como en La llamada.
En octubre de 2010 te advertía de que iba para allá Marcelino Camacho y que te iba a poner el cielo patas arriba. Como no decías nada, escribí una directa a Santiago Carrillo allá por 2012, pero esa es otra historia.
La cuestión es que Josefina Samper, la compañera del alma de Marcelino, con estos fríos que nos envías en febrero en común acuerdo con Eolo, ha decidido irse también al cielo de la rojería. Y ahora sí que sí. Marcelino y Josefina juntos son imparables.
Seguro que se reparten los papeles y lían a Gabriel, ese que tienes de capataz, con la revolución científico técnica, con la oligocargocracia, con la lucha de clases… Y seguro que arranca definitivamente la Federación Universal de Ángeles de las Comisiones Obreras, de sus Comisiones Obreras.
Suerte tienes de que los malos, y las malas, anden en el infierno porque al ver llegar a Josefina, estando allí Marcelino, te la iban a liar, porque con ellos juntos es la hora de la constancia, el trabajo, la honradez, la solidaridad, el humanismo. Lo sabes tan bien como los cientos de miles de personas que hemos sufrido un zarpazo en el alma cuando nos hemos enterado de que también se nos iba Josefina contigo. Sabes que Josefina era, es, en resumen, una mujer buena. Una sonrisa afable. El olor a magdalenas y café con leche.
Te repito como te decía hace siete años. No les tengas en cuenta si a partir de ahora el alba se tiñe de un rojo más intenso, que menudo numerito vas a tener con el Labordeta cantando la Albada y Josefina con Marcelino dándole fuerza a los tonos rojos. Tampoco les tengas en cuenta si trastean con el arco iris y lo dejan en los tres colores de la bandera de España, de la España legal, la previa al golpe de Estado de Franco. Sí hombre, acuérdate: ese bajito, con bigote, el asesino, o mejor, genocida, que conspiró con toda la curia para quitarte el asiento…
Seguro que ya andan con Pasionaria, y, con las nubes suaves y cálidas, te teje algún jersey de cuello alto, como tan bien sabe hacer Josefina. Supongo que también se encontrará Josefina con miles de personas asesinadas y desaparecidas por el franquismo. Esos cuyos restos empiezan a ser descubiertos en las cunetas de las carreteras de España, en las tapias de los cementerios… Les llevará noticias y les contará que no hemos vuelto a matarnos, pero que esta Democracia sigue siendo imperfecta hasta que no sean reconocidos, hasta que este país no recupere su memoria colectiva.
Se reencontrará Josefina con tantos y tantos presos, tantos y tantos exiliados y emigrantes a los que ayudaba como podía.
Te prevengo, querido Dios, aunque ya lo sabes. Josefina va para allá, mientras hoy, aquí, las estrellas lloran. Pero Josefina y Marcelino, el tándem perfecto, volverán a bailar como les gustaba hacer en Orán: tangos, valses, pasodobles o foxtrot. Y cuando Marcelino te quiera vencer dialécticamente tras horas, horas y horas de debate, ella te guiñará un ojo cómplice y se lo llevará a una entrevista en la tele local, que seguro los están esperando.
Querido Dios, cuida de los dos, y cuando tengas que negociar recuerda que aquí, ni les domaron, ni les doblaron, ni les domesticaron. Y deja que descansen, que han luchado mucho.
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