El Gernika es símbolo del espanto y el horror que es la guerra |
Sólo tardó dos meses el genio Picasso en pintar el
horror, el apocalipsis…, ese ataque perverso que sobre la población de Gernika
lanzó la monstruosa legión Condor de Hitler con el beneplácito y complicidad de
Franco al año de su golpe de Estado contra la República. La
Luftwaffe arrasó Gernika en abril de 1937, y el Gobierno democrático encargó
esta obra para el pabellón español de la Exposición Universal
de París que se celebró hace ahora 75 años bajo el lema “Por el progreso, el
trabajo y la paz”. Un pabellón que contó con artistas y obras de lujo. Además
del Gernika de Picasso, contó con obras de Joan Miró, de Julio González, de
Francisco Pérez Mateo, Gutiérrez Solana, Mateo Díez, Emiliano Barral,
JospeRenau. Junto al Gernika, a la entrada del pabellón, otra obra magistral,
una magnífica escultura de más de doce metros de altura firmada por el escultor
Alberto Sánchez bajo el largo título de El
pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella.
Aquel 27 de abril de 1937 era lunes.
Gernika era una población alejada de los frentes. Se vivía con relativa
tranquilidad en comparación con Madrid, por ejemplo, en este pueblo, lleno de
simbolismo, sagrado para los vascos, y que dista escasos cuarenta kilómetros de
Bilbao.
Los lunes eran días de mercado, por lo
que las gentes estaban en las calles. A pesar de esa relativa calma, un mes
antes, la aviación italiana había bombardeado la también localidad vizcaína de
Durango, en una acción similar a lo que ocurriría en Gernika. Ante la
imposibilidad de entrar en Madrid, el General Mola centró su locura en el frente
Norte.
Y ese lunes de mercado surgió
repentinamente el horror. El azul cielo se tornó negritud y las llamas se
mezclaron con sangre y gritos de una población civil que, cuando escapaba de las
50 toneladas de bombas lanzadas por los bombarderos, era masacrada por las
ametralladoras de los cazas.
Fue un experimento nazi que luego utilizaría Alemania en
La presencia en Bilbao de periodistas
como G.L. Steer, corresponsal de The Times hizo que el mundo se estremeciera y
que no cuajara la manipulación franquista de que aquello fue obra de “los rojos”. En la entradilla de su
segunda crónica, del 28 de abril, Steer escribía: “Oleadas de aviones alemanes
arrojan miles de bombas y proyectiles incendiarios sobre Gernika, tras las
líneas de combate, mientras los sacerdotes bendecía a campesinos que atestaban
la ciudad en un día de mercado”.
Fueron más de cuatro horas de bombardeo
que el genio de Picasso plasmó en blanco y negro y una amplia gama de grises,
sobre un lienzo de 3,50
metros de alto por 7,80 de largo. Una obra profundamente
simbólica que en ningún momento hace referencia a Gernika. Sólo símbolos,
nueve; seis humanos (madre con hijo muerto, mujer arrodillada, guerrero muerto,
mujer del quinqué y hombre implorando) y tres animales (toro, caballo y
paloma).
El Gernika es símbolo del espanto y el
horror que es la guerra y el sufrimiento terrible que inflige al ser humano.
Quiso Picasso que a partir de 1940 estuviera su cuadro custodiado en Nueva
York, en el Museo de Arte Moderno hasta que la democracia habitara en España.
En 1981 fue ubicado en el Casón del Buen Retiro y, desde 1992, es el corazón del Museo Reina Sofía, paradojas de la vida.
Un canto a la esperanza de un futuro mejor . |
El
pueblo tiene un camino que conduce a una estrella
En
el mismo Museo convive una reproducción incompleta que sirve de antesala
actualmente a la entrada y que corrió peor suerte que el Gernika, la escultura
de Alberto Sánchez El pueblo español
tiene un camino que conduce a una estrella.
Alberto Sánchez fue un magnífico
escultor, que no obstante tuvo una vida artística mucho más breve que sus
contemporáneos, en buena medida forzada por un exilio obligado en la URSS que propició su olvido.
Su pieza más conocida, que tiene
múltiples interpretaciones, más espectacular y sin duda más hermosa es este
curioso “obelisco” en palabras de su amigo Pablo Neruda, que presidía la
entrada al Pabellón de España en la Exposición de París de 1937.
Sí es evidente el simbolismo que lo emparenta con
Parece que el pueblo español, en su
esfuerzo por crecer y prosperar, al final alcanzará esa estrella que le aguarda
en lo alto del futuro, cuando acabe de una vez con la amenaza. Aunque por
encima de todo, la pieza es un canto a la esperanza de un futuro mejor, porque
es evidente que el puño cerrado en que parece culminarse la escultura alcanza
finalmente la estrella prometida y la paloma que ambiciona la paz.
No hay comentarios :
Publicar un comentario