María Antonia Araque en una foto de Fran Lorente |
Luego promocionó y se dedica al
manipulado de papel.
Ya sabemos que papel…
Tiene un hijo, una hija y un
marido que “más que ayudar, comparte, porque además, mi compromiso sindical
supone un plus en los horarios”. El destino hizo que entrara a trabajar durante
su primer embarazo por lo que, por prevención de riesgos, la retiraron de la
zona productiva; aunque reconoce que la rotación de turnos sí hace difícil
conciliar la vida familiar, “las rotaciones son siempre complicadas en los
equipos aunque la empresa sea asequible”. Los tres turnos cubren prácticamente
el día: de 7 a
14:30; de 14:15 a 21:45 y de 23:45 a 7:15. Y nos habla de la plantilla: “la
edad media es bastante elevada porque la oferta pública es relativamente
reciente. También por ello sólo el 17 por ciento son mujeres.
Explica María Antonia que se
manipula mucha carga: papel, bobinas, tintas…, y que antes de la Ley de prevención, todo se
hacía a carga física: “Ahora está todo más mecanizado y sujeto a una normativa
mucho más estricta que en cualquier otra imprenta”.
Seguridad
Su trabajo, “a veces es monótono,
pesado, repetitivo y requiere destreza” a la hora de airear los pliegos de los
billetes porque luego van a ser cortados… Y nos cuenta Maria Antonia que si
falta un billete hay que buscarlo donde sea, y a veces se caen y se pegan…,
aunque reconoce que jamás ha conocido ningún problema. Eso sí, las medidas de
seguridad son grandes. Cada día es cacheada al salir del trabajo y, al entrar,
le precintan la cámara del teléfono móvil. Evidentemente, asegura con humor,
“no me puedo llevar el trabajo a casa”.
De su trabajo, lo que más la
incomoda son las máquinas ruidosas para las que hay que levar protección
auditiva, “no es un ruido ensordecedor, pero sí un zumbido constante”. Y
recuerda como siendo auxiliar tenía que recorrerse el edificio, que es enorme,
aunque, “después del segundo embarazo me vino bien para adelgazar”.
Con todo, reconoce que, a pesar
de haber llegado por casualidad, le gusta su trabajo, “es un mundo muy
interesante y lleno de curiosidades”, por eso recomienda la visita al Museo de la Casa de la Moneda que es gratuita. Y a
pesar de la crisis, comenta con humor que está claro que aun en el supuesto de
que desapareciera el euro, habría que imprimir otro billete.
Con cierto orgullo cuenta que
hasta el papel de los billetes lo fabrica la Casa en Burgos y que tiene que sufrir muchos
procesos. Lo que no se sabe, porque es “confidencial” es lo que cuesta hacer un
billete. Paradojas de la vida…
Cuenta con gracia María Antonia,
que el Banco de España, responsable de la emisión de billetes, es el cliente de
la Casa de la Moneda y que les aprieta
con los tiempos como cuando unos trípticos tienen que estar tal día a tal hora.
Pero no sólo el Banco de España
es cliente, también se han impreso los billetes de Irak tras la guerra, porque la
impresión no está vinculada al país y es que “el producto que hacemos es de muy
buena calidad, internacionalmente reconocido. Por ejemplo, Gran Bretaña fabrica
euros aunque no utilice esta moneda.
También es el momento de la
evolución en la Casa
de la Moneda ,
explica María Antonia, “la empresa tiene una gran dicotomía, se hace desde
impresión de todo tipo al modo tradicional, hasta tarjetas inteligentes y
desarrollos informáticos.”
Imprenta de seguridad
Intenta María Antonia ser lo más
pedagógica posible a la hora de explicar todo lo que se hace en la Casa de la Moneda , “una empresa
solvente, puntera en su sector de actividad y que revierte en la sociedad”. Se
esfuerza en contar que se trata de “una imprenta de seguridad” y que los
documentos que allí se realizan son “de seguridad”. Esto es, los documentos que
se imprimen los podría hacer cualquier imprenta (a excepción de la calcografía,
o sea ese relieve del billete que las cajeras del super acarician con el dedo). Sin embargo, la diferencia radica en
que los requisitos de seguridad de los procesos de fabricación, de las
instalaciones y del tratamiento de la información que requieren esos documentos
no los puede cumplir cualquier imprenta. Ahí radica la “especialidad”. Se trata de una industria dentro
de la administración pública. Pertenece a artes gráficas pero con unas
condiciones especiales.
Claro, no todo son billetes. Se
realizan documentos públicos: DNI, pasaporte, tarjetas de crédito, tarjetas
sanitarias…, y productos tradicionales como los sellos.
Y a pesar de todo, después de estar con María Antonia, me he acordado de este tema:
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