Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

lunes, 18 de abril de 2016

La desfachatez intelectual

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Momento presentación en Muga.
Los amigos de la vallecana librería Muga, lugar de referencia para el barrio y para la vecina Asamblea de Madrid que está enfrente, organizaron el pasado jueves la presentación del libro de Ignacio-Sánchez Cuenca editado por Catarata, La desfachatez intelectual. Escritores e intelectuales ante la política. Junto al autor estuvo el tipo que más sabe de ETA y Euskadi, el periodista Luis R. Aizpeolea.
Sánchez-Cuenca, Pacho (no preguntéis por qué pero todo el mundo le llama así), es profesor colaborador en Infolibre y, fundamentalmente, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid.

Sánchez-Cuenca reconocía que precisamente su condición de profesor universitario es lo que le tiene “blindado”, lo que le permite escribir un libro en el que cita con nombres y apellidos a escritores e intelectuales que opinan alegremente sobre asuntos (casi todos los asuntos) sin tener ni idea de lo que hablan, sin argumentos sólidos, sin datos, sin profundizar ni un poquito. Es un libro sobre esos “referentes que ya no son referente de nada”.

En palabras de Aizpeolea se trata de un libro valiente, pero también necesario “porque nadie cubre ese vacío. Y ese vacío lo tiene que cubrir un profesor, ni un periodista. Personalmente estoy radicalmente de acuerdo. Es un libro de obligada lectura porque es la chispa que puede despertar muchas conciencias que ya se desperezan.

Ignacio Sánchez-Cuenca.
La evidencia de que los opinadores de adjetivo fácil ya no asustan, la tenemos en la masiva respuesta social tras la declaración de Félix de Azúa, en la que aseguraba que a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, debería estar sirviendo en un puesto de pescado. Félix de Azúa es uno de los personajes más estudiado en el libro junto a Muñoz Molina, Vargas Llosa o Fernando Savater.

El libro se devora. El relato es tan ameno como riguroso. La sonrisa es inevitable cuando la hemeroteca nos demuestra lo patético de tantos artículos e incluso libros (¿ensayos?). Cuenca nos desgrana la trayectoria en masa de tantos que han viajado desde la izquierda, la ultraizquierda, ETA o el sindicalismo a la derecha más conservadora e intolerante. Sorprendentes conversos como Savater, José María Fidalgo, Juan Juaristi, Muñoz Molina… Escritores, intelectuales, activistas que desgrana en el primer capítulo: “la maldición del escritor”.

El segundo capítulo, “la obsesión nacional”, se centra en el nexo común que une a este ejercito de opinadores: su obsesión por el nacionalismo vasco y catalán y su ataque desmedido al proceso de paz que llevó a la desaparición de ETA.

Luis R. Aizpeolea.
Un ataque en el que se ha maltratado hasta lo inhumano al que fuera presidente del Partido Socialista de Euskadi, Jesús Egiguren. Egiguren fue denostado prácticamente al unísono por Jorge Martínez Reverte en El País; por Santiago González en El Mundo; por Fernando Savater en la presentación de un documental sobre el final del terrorismo, por Félix de Azúa

La última pata del libro es la crisis económica, ámbito en el que también “domina una cierta impunidad a la hora de opinar, sin que los razonamientos más superficiales que circulan por la esfera pública generen una reacción crítica”, como señala el propio autor.

En definitiva, un libro muy recomendable que es de esperar abra una vía para que otros profesores, más expertos y más “blindados” que los periodistas, se atrevan a criticar con tanto rigor como mesura a quienes critican sin rigor y sin mesura.

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