Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

miércoles, 6 de abril de 2016

Marisa Soler, camarera de piso en el Palace


“Somos especialistas, vamos al detalle”


Marisa a las puertas del Palace por @frlorente
Madrileña de nacimiento y leganense de adopción son ya veinticinco años los que Marisa lleva trabajando como camarera de piso. Prácticamente media vida, que tiene 54. Ha pasado por el Hotel Plaza, el Emperador, el Wellington, el Villamagna y, desde 1998, trabaja en el Palace. A este hotel envió un curriculum mientras trabajaba en un lugar que no era de su agrado: el Ministerio de Defensa: “en el Palace me cogieron inmediatamente, incluso me esperaron dos días. También es cierto que tengo un curriculum muy bueno, en el que queda clara mi profesionalidad, algo que sí busca el Hotel Palace”.

Marisa está en pie antes de las seis de la mañana, “a las seis menos diez”, especifica ella. En el hotel tiene derecho a un desayuno, con tostada, y comienza a trabajar a las ocho en punto hasta las cuatro, con media hora de parada para comer y otra pausa de cinco minutos. La gobernanta reparte los turnos, “en el Palace se reparte el número de habitaciones. Dos personas hacemos 24 ó 25 habitaciones, que son muy grandes y con muchos detalles”, explica.

No oculta Marisa, que es delegada de CCOO, que el trabajo “es muy duro” y provoca dolores de espalda, aunque también reconoce que la empresa cumple a rajatabla los protocolos  de salud laboral, “incluso conseguimos que haya un fisioterpeuta dos veces a la semana”. Llegados a este punto insiste en la importancia de estar organizadas en el sindicato.

Mujeres invisibles 

Gracias a una aplicación informática, las camareras del Palace saben cuando las habitaciones están vacías para poder entrar a arreglarlas, “pero siempre estamos pendientes con el rabillo del ojo no sea que el cliente esté en la habitación, aunque la aplicación diga lo contrario,” explica Marisa.

Claro, es inevitable preguntarle por anécdotas y… “hay muchas”, dice Marisa, “pero eso es secreto profesional”. Al final explica que evidentemente a veces se supone que la habitación está vacía y no es así. “Me contó una compañera que una vez, con la habitación a oscuras, empezó a hacer la cama y resulta que el cliente estaba dentro. Claro, Salió en silencio y corriendo”. E insiste hay muchas anécdotas, muchas…

Las camareras siempre están ahí, arreglando, limpiando, sin molestar, con toda la profesionalidad del mundo; pero invisibles. No es extraño que al cruzarse por el pasillo con clientes no exista ni un saludo, ni un gesto de agradecimiento. Eso sí, saben que su trabajo es fundamental y tienen la autoestima en muy buen estado.


Vida laboral supeditada a vida personal

Comenzó a trabajar en 1976 en el sector de comercio, en una perfumería. Como a tantas otras mujeres su vida laboral se ha visto afectada directamente por su vida personal. Hace 29 años nació su primer hijo con una enfermedad de huesos, con lo que tuvo que dedicarse cuatro años a cuidarlo. Al cabo de ese tiempo pudo reincorporarse al comercio. Después vino el segundo embarazo y “las circunstancias” la llevaron a un cambio.

Ella realmente quiso estudiar para auxiliar de clínica, pero entre embarazos y trabajo fue algo inviable. Lo que sí pudo estudiar fue Regiduría de pisos en la Escuela de Hostelería. Aunque no encontró plaza de ello, sí entró en el mundo del hospedaje. Ahora es camarera de piso, un trabajo que le gusta y del que se siente orgullosa.

Pillados por @frlorente 
 “Las externalizaciones son como buitres” 

Los objetivos empresariales del Hotel Palace y la existencia de un comité de empresa fuerte y serio hacen que las condiciones de las camareras de piso no sean lo que últimamente “se extiende por Madrid como una epidemia: las externalizaciones”.
Marisa explica que en el Palace hay diálogo con la empresa y que se escuchan las opiniones de las trabajadoras y además se ponen en práctica, que por algo son ellas las que están a pie de tajo. Pero es consciente de la que está cayendo en el sector. En su opinión, “las externalizaciones son como buitres que sólo quieren ganar dinero a costa del trabajo de los demás”.

Asegura Marisa que hay hoteles por los que llegan a pasar ciento cincuenta camareras diferentes, trabajando a destajo: “gente para limpiar hay mucha, pero la precariedad y el maltrato no hace profesionales. El trabajo se puede sacar adelante malamente, pero se pierde mucha calidad, algo que repercute en la clientela y las instalaciones; algo que a medio plazo es perjudicial para las empresas y más en una ciudad que se supone tiene una importante fuente de ingresos en el turismo”.

CCOO mantiene una persistente pelea contra la externalización y la precarización de un trabajo fundamental en la plantillas de muchos hoteles con empresarios sin perspectiva. La crisis, también en este caso, ha servido de coartada para que se desmande la subcontratación, la carga de trabajo, las presiones…

Marisa, que tiene unas condiciones dignas y peleadas lo tiene muy claro: “no deberían consentirse las externalizaciones, nos degrada como profesionales y como personales. Creo que hasta están en fraude porque incumplen el convenio de Hospedaje”.


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