Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

domingo, 31 de mayo de 2009

Obispo Cañizares, ¡qué cruz!





No digo yo expulsar a los católicos, tal como se hizo con musulmanes y judíos. Sería ponerse al mismo nivel de intolerancia con la que ejercen los obispos en este país. Pero empieza a ser hora de perseguir judicialmente a quienes, amparándose en la libertad de expresión, hacen apología de ilegalidades como el obispo Cañizares hace con la pederastia. Simplemente porque la Iglesia católica está repleta de curas y monjas enfermos sexuales, con serias disfunciones cerebrales.

Para Cañizares (y el euromayor Oreja del PP) es más grave abortar que la pederastia. Para los obispos son fundamentales los fetos. Una vez que ese feto nace y se convierte en persona, a la Iglesia católica le importa un comino que se muera de hambre, que malviva, que sea explotado. Y si es niña, mucho menos. A la Iglesia católica, a sus obispos sólo le interesan los fetos y los niños y niñas de los que puede abusar sexualmente.

En Madrid, la capital del reino, los viejos del lugar rememoran antiguas Iglesias repletas de osarios de fetos y niños recién nacidos. Eso sí, eran hijos de monjas que tenían relaciones con curas y señores de bien. Pero esto es otra historia. ¡Seguro que es leyenda!

Los curas entendieron el sentido "dejad que los niños se acerquen a mí" al revés. Sólo en Irlanda, en diez años, ha habido 25.000 casos de pederastia y violencia contra niños y niñas, según un informe en el que ha participado la propia Iglesia católica.

Y estas noticias nos llegan cuando, una vez más, con la Iglesia hemos topado a la hora de hacer la declaración de la renta. Y se gastan un dineral en convencer al personal para que pongamos la cruz en colaborar con la Iglesia. ¡Qué cruz! Es una de esas cosas rancias de España, Estado aconfesional, pero que regala dinero público a la jerarquía católica de mil maneras, una religión que sólo Dios sabe el patrimonio que tiene… Y encima nos machacan para que marquemos la dichosa cruz en la casilla de la declaración. Cierto que en 2.000 años ha aumentado la inflación:



Lo de la cruz de la declaración se lo vienen a tomar los obispos más como un referéndum que como otra cosa, que con el dineral que a todas luces gastan en campañas, en manifestaciones políticas o en inversiones, algunas estrafalarias (ya se nos ha olvidado el Caso Gescartera), mal de dineros nunca han andado.

Este Gobierno nuestro debería empezar a tomarse en serio lo del laicismo del Estado y que la religión pertenece al ámbito de lo privado, tanto en las creencias como en la cuenta de resultados. Decían en la República que las iglesias deberían dejar de ser los edificios más grandes y sobrecogedores de los pueblos, que los edificios más sobresalientes deberían ser las escuelas, los institutos, las universidades…

Hasta los Evangelios lo tenían claro: “Hay que dar a Salgado lo que es de Salgado y a Dios lo que es de Dios!”

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