Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

martes, 30 de octubre de 2012

Lara Martín, mecánica de Metro, y los recortes

Lara, entre máquinas del Metro en una fotografía de Fran Lorente

Es madrileña de Oviedo después de haber vivido en Barcelona hasta los cinco años.  Lara Martín Santos, Lara, como la protagonista de Doctor Zhivago, es menuda, con manos pequeñas, feliz sonrisa y elocuente discurso adquirido gracias a su madre, una mujer concienciada. También, gracias a su madre, ingresó en CCOO, donde ahora es delegada y responsable del sindicato de Metro de Mantenimiento e Instalaciones Fijas. Acaba de cumplir 26 años y lo tiene claro, “hay que intentar la lucha”.

Es mecánica y empezó a trabajar en Metro en 2007, en donde ingresó a través de una bolsa de trabajo. Se queja de que tardó un tiempo en lograr empleo, en comparación con sus compañeros hombres, después de haber estudiado Desarrollo de Productos Electrónicos, una disciplina que conoció gracias a una excursión que hizo en los tiempos del bachiller. Reconoce que no había mucha vocación, pero que enseguida la encantó la Electrónica, algo que en su familia se lo tomaron bien, a pesar de ser unos estudios masculinizados.

Antes de Metro estuvo dos meses y medio en una empresa de electromedicina. Y recuerda el machismo imperante: “Era un laboratorio en el que todo eran hombres. En la entrevista de trabajo me hicieron preguntas increíbles y a los trabajadores les preguntaron que si les importaba trabajar con una mujer. Lo peor, si cabe, es que uno dijo que sí. Decían que una vez trabajó una mujer y que enseñaba la pechuga y tal y tal. Yo hasta me fui a comprar ropa para que no dijeran lo mismo de mí, pero claro…, el problema lo tenían ellos”. La pena es que el trabajo en esa empresa le gustaba, arreglaba bombas de inducción, un trabajo bonito, más metódico de lo que realiza ahora en Metro.

En el subterráneo arregla máquinas de venta y peaje (o sea, los torniquetes), que se estropean fundamentalmente “por la suciedad, porque no se realiza un trabajo de prevención que a la larga implica averías”, explica Lara.

Sin incluir las personas que realizan labores multifunción y las contratas que trabajan en estaciones modernas que están en garantía, son alrededor de cincuenta personas para toda la red de Metro, Lara es la única de su sección. En toda la red calcula que no habrá más de diez mecánicas.
Su jornada se inicia a la siete y media de la mañana, cuando los encargados le dan una ruta con las máquinas estropeadas, de las que, previamente, el personal de estación ha dado los aviso. Una vez al mes tiene un fin de semana de guardia, que los fines de semana también se estropean las máquinas, especialmente a final de mes, cuando es el momento de la compra de abonos de transporte.

Recortes y movilizaciones

Lara es consciente que los recortes están haciendo que la calidad de Metro disminuya. “El objetivo que tienen es acostumbrar a los viajeros a que el servicio sea peor y que no se queje”, cuenta Lara, “por ejemplo, las máquinas ya sólo admiten tarjetas de crédito para pagos superiores a cinco euros, por no hablar de la reducción de trenes, que está haciendo que cada vez haya que esperar más al tren y que los viajeros vayan como sardinas”.

Se refiere también a las movilizaciones que vienen protagonizando en Metro, lógicamente por las agresiones que está recibiendo la plantilla, como el recorte en la Incapacidad Temporal, o quitar el salario de un mes, o las jubilaciones…; pero “es más que un problema propio de Metro. Hacemos asambleas conjuntas con EMT, con Telemadrid…, la cuestión es defender lo público, el transporte, la sanidad, la educación y pelear contra los recortes, que son el anuncio a las privatizaciones que afectarán especialmente a la calidad del servicio”.

Pocas mecánicas

Explica Lara que en Metro no existe discriminación por sexo hacia las mecánicas a la hora de ingresar y que, en su sección, los compañeros son “muy majos, hay muy buen rollo”. Ahora bien, explica que las instalaciones (duchas, baños, vestuarios…) no están preparadas para las mujeres.

No entiende Lara por qué hay tan pocas mecánicas, “vendría muy bien que fuéramos más incluso para adecuar las instalaciones”. Igual que no entiende por qué las chicas no se animan a estudiar estas cosas, “es un trabajo perfectamente realizable por una mujer. Yo nunca he tenido que llamar a nadie para pedir ayuda”.
Y le preocupa a nuestra mecánica que la crisis afecte especialmente a las mujeres porque “parece que el Gobierno pretende que nos quedemos en casa como antaño”.


Entretanto, Lara mira al futuro preocupada pero con optimismo. Está a punto de iniciar un proyecto familiar con  David, su chico, un conductor de Metro.




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