
Más
allá del trato que el colectivo padecía desde tiempo inmemorial, la chispa de
los disturbios comenzó a prender el 22 de junio. La actriz Judy Garland, a sus
47 años, apareció muerta en Londres supuestamente por una sobredosis de
barbitúricos. Garland se convirtió en un icono gay desde que interpretó a
Dorothy en su película más conocida, El
mago de Oz. De hecho, en la comunidad gay nortemericana se utilizaba el
código “ser amigo de Dorothy” ya que en la película la niña era amiga de
personajes “raros”.
También
en El mago de Oz la actriz cantaba Somewhere, over the rainbow; que describía un lugar imaginario más allá del
arco iris donde los sueños se hacían realidad. Este tema musical pronto se
convirtió en uno de los himnos de la comunidad gay y, tras los disturbios del
28 de junio, sirvió de inspiración al artista Gilber Baker para diseñar la
bandera arco iris del movimiento LGTB.
El
día 27 de junio se celebraron los funerales de Judy Garland en Nueva York. Los
funerales se convirtieron, de forma involuntaria, en la primera manifestación
gay de Estados Unidos. La multitud que llenaba las calles se dirigió a los
pocos locales de ambiente gay que existían. La noche era especial y cargada de
emoción…
Stonewall Inn
El
bar Stonewall era propiedad de la familia Genovese desde 1966, o sea de la
mafia. Periódicamente un policía recogía un sobre con el soborno
correspondiente, “la gayola”, ya que el bar no contaba con el permiso oficial
para vender bebidas alcohólicas. Bueno, parece que por no contar, no contaba ni
con agua corriente, ni con salidas de emergencia, por ejemplo. Eso sí, era el
único bar para personas LGTB en el que se permitía bailar.
Un
portero permitía la entrada a la clientela después de ser inspeccionados a
través de una mirilla. El ambiente era oscuro y si se detectaba la presencia de
algún policía se encendían las luces normales para indicar que nadie se tocara,
ni se besara. Jóvenes, mayores, negros, blancos, hispanos abarrotaban el bar
gay más popular de la ciudad.
Una
vez al mes la policía hacía redadas, de
las que avisaba previamente. Redadas tempraneras para que después el negocio
pudiera seguir. Eso sí, quienes usaban ropa del sexo opuesto eran detenidos.
Los días previos al 28 de junio las redadas se sucedieron en varios locales.
A la
1:20 de la madrugada del 28 de junio irrumpieron cuatro policías vestidos de
civil con dos oficiales uniformados. El “Escuadrón de Moral Pública” esperaba
en el exterior. Unas doscientas personas abarrotaban el Stonewall y quienes se
olieron la tostada intentaron escapar, pero la policía bloqueó las puertas.
Comenzó la confusión y la tensión y las cosas no ocurrieron como era habitual.
Los
travestidos se negaron a ser arrestados y el resto se negó a identificarse, así
que la policía decidió llevarse a todo el mundo a la comisaría. Los coches
celulares tardaban y a muchos clientes se les dejó en libertad, pero no
despejaron el lugar. Al revés, poco a poco se fue congregando una muchedumbre
en la calle que fácilmente superaba el millar cuando llegaron los refuerzos
policiales.
¡Poder gay!
Dicen
las crónicas que alguien gritó: “¡Poder gay!” y se comenzó a entonar la canción
activista de Pete Seeger, “We shall overcome” (Venceremos). El buen humor se
mezclaba con la tensión y la hostilidad.
Desde
bares cercanos llegaban más personas, como el cantante folk Dave Van Ronk.
Aunque Van Ronk no era gay había sufrido la represión policial durante
manifestaciones contra la guerra. Después explicaría: “Según mi forma de
pensar, cu
alquier persona que se opusiera a los policías estaba bien y por eso
me quedé…, la policía cometía constantemente atrocidades de todo tipo”.
La
gente empezó a tirar monedas a los coches policiales. Una mujer esposada fue
llevada del interior del bar hasta un coche celular, se zafaba, fue golpeada e
inquirió a los concentrados “¿Por qué no hacen algo?” Un policía la levantó
hasta introducirla en el coche y explotó la tensión.
Violencia
policial, pistolas desenfundadas, adoquines, furgones, travestis luchando
furiosamente, cargas indiscriminadas… 45 minutos de caos hasta el día siguiente
que volvieron los disturbios a la calle Christopher. Disturbios entre lluvia y
panfletos que rezaban: “Sacad a la mafia y a los policías de los bares gais”.
Los
incidentes continuaron durante toda la semana. La lucha fue imparable y se
puede resumir con la contundencia de un participante: “Se ha corrido la voz.
Christopher Street será liberada. Los maricas se han hartado de la opresión”.
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