Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

martes, 15 de julio de 2014

Encarna Raigal, trabajadora en la Real Academia Española de la Lengua

Encarna, en una imagen de @frlorente, o sea, Fran Lorente.
Encarna Raigal es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid. Aunque reside en Valdemoro es madrileña del mismo foro. Por eso es usuaria habitual del tren de Cercanías que “ofrece una buena comunicación” con su centro de trabajo, ubicado en la calle de Serrano, un edificio que en 2007 el Gobierno cedió a la Academia para desarrollar, entre otros proyectos, la Escuela de Lexicografía Hispánica. Más allá de posibles erratas, esta entrada ha sido leída por nuestra protagonista antes de su publicación, que me tenía a mí preocupado haber escrito especialmente mal, claro.



Tiene Encarna un problemilla similar con familiares y amistades que si se dedicara a la informática. Esto es, aunque su jornada laboral sea de ocho a tres, cualquier duda termina siendo consultada en cualquier momento.

Encarna acabó la carrera, hizo un curso de ofimática y, rápidamente pudo comenzar a trabajar en la RAE hace ya veintiún años, aunque es cierto, recuerda, que los trece primeros fueron de inestabilidad. En este tiempo ha pasado por multitud de departamentos hasta recalar en 2001 en el de Consultas, “un trabajo bonito, de permanente aprendizaje”, asegura. Un lugar en el que siete personas ofrecen servicio a cerca de 500 millones de personas que hablan español.

Asegura nuestra filóloga que nadie se queda sin respuesta aunque sea para remitir a la persona que duda al departamento o fuente correspondiente porque la pregunta no sea lingüística. Tal es el caso de una persona que solicitó “una biografía de la madre Teresa de Calcuta”. Evidentemente hay un cierto volumen de respuestas sencillas, pero para dar respuesta a otras hay que realizar un exhaustivo trabajo de investigación. Pero todo el mundo obtiene respuesta rápidamente.

Las dudas se pueden enviar a través de Twitter (que cuenta con 614.000 seguidores) y de un formulario que hay en la propia web de la RAE de forma gratuita. Asegura Encarna que las interacciones aumentan de forma progresiva y, aunque reconoce cierto mal uso del lenguaje “por descuido”, está convencida de que “hay mucho interés” en utilizarlo correctamente.

El problema que se está viviendo en la RAE es que se han reducido subvenciones y patrocinios por lo que la plantilla ya ha sufrido una reducción salarial, acompañada de “preocupación por la estabilidad”, explica Encarna, que además, es delegada de CCOO. En estos días, además se está negociando el convenio con la empresa. Y claro, Encarna quiere acabar con un mito: “Hay una idea bastante generalizada de que los trabajadores de la RAE somos funcionarios y no es así. A efectos laborales, nuestra contratación es la de una empresa privada. Vamos, que no somos ni funcionarios ni personal de un ente público”.

En otra fotografía de @frlorente
“Es machista la sociedad, no el lenguaje”

La plantilla de ochenta personas en la RAE es paritaria. Concretamente el Departamento de Consultas es mayoritariamente femenino: seis mujeres y un hombre, encabezados por una jefa de departamento. Estas proporciones no se dan entre académicos y académicas “aunque ha habido una evolución”, aclara Encarna Raigal: “En los últimos diez años han entrado cuatro mujeres, la última, la filóloga Aurora Egido, la novena que accede a la Academia en sus trescientos años de historia”. Y, desgraciadamente, pocos días después fallecía la académica Ana María Matute.

Son los propios académicos los que proponen a los nuevos académicos. Quizá en ello influya la ausencia de mujeres. A juicio de Encarna, conviene citar a la académica e investigadora Margarita Salas: “Aún somos pocas y la Academia no está con el siglo XXI, pero es verdad que el siglo XXI tampoco está con las mujeres”.

En este sentido, asegura que “es machista la sociedad, no el lenguaje” y como ejemplo pone aquellas lenguas que no tienen una expresión evidente del género, pero no son menos machistas.

“Limpia, fija y da esplendor”

La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director.
Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V.

En 1715, después de considerar una serie de propuestas para decidir su lema, la institución, en «una votación secreta, eligió el actual: un crisol en el fuego con la leyenda Limpia, fija y da esplendor», según señala Alonso Zamora Vicente en su Historia de la Real Academia Española (1999). Para conocer mejor la historia general de la RAE, además del citado libro de Zamora Vicente, se recomienda la consulta del Catálogo de la exposición del tricentenario (2013) —coordinado por los académicos Carmen Iglesias y José Manuel Sánchez Ron— y La Real Academia Española. Vida e historia (2014), de Víctor García de la Concha, director honorario de la corporación desde 2010.

La RAE, cuyo principal precedente y modelo fue la Academia Francesa fundada por el cardenal Richelieu en 1635, se mar
có como objetivo esencial desde su creación la elaboración de un diccionario de la lengua castellana, «el más copioso que pudiera hacerse». Ese propósito se hizo realidad con la publicación del Diccionario de autoridades, editado en seis volúmenes, entre 1726 y 1739, y en cuyos preliminares se incluye una sucinta historia de la corporación.

En 1715 la Academia, que en sus orígenes contaba con veinticuatro miembros, aprobó sus primeros estatutos, a los que siguieron los de 1848, 1859, 1977 y 1993. La Orthographía apareció en 1741 y en 1771 se publicó la primera edición de la Gramática.

Fraternal imagen realizada por @joseraigal durante la charla.
A lo largo de sus trescientos años de historia, un total de veintinueve directores han regido los destinos de la RAE, aunque dos de ellos —Ramón Menéndez Pidal y José María Pemán— repitieron en su cargo en dos períodos diferentes de sus vidas.

(Extraído de la web de la RAE. Lugar recomendable para saber más sobre el asunto)

Para consultas a la RAE, también en tiwtter: @RAEinforma



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