Zana fotografiado por @frlorente. |
Nació en Costa de Marfil hace 31 años. En 2007 se subió a
una patera huyendo de la persecución y falta de libertad instaurada en su país.
Zana es un tipo corpulento que recuerda con espanto el día en que embarcó en
una de esas pateras gestionadas por mafias. Tras un largo camino desde Man, su
ciudad natal en Costa de Marfil, llegó a Agadir, en Marruecos para buscar la
libertad en España. Recuerda con horror que de
las tres pateras que realizaron la travesía, sólo llegaron a la costa de
Canarias, dos. Una de ellas, en la que estuvo a punto de subir él, se hundió en
medio de un mar muy agitado.
“En
la patera pasé mucho miedo. Es algo que ni aconsejo, ni repetiría”
Ahora Zana lo ve
todo con otra perspectiva: “en la patera pasé mucho miedo. Es algo que ni
aconsejo, ni repetiría. No creo que haya que arriesgar la vida para venir a
Europa a probar suerte. Es algo muy doloroso. Si pudiera, borraría la
experiencia de la patera. Hay otras alternativas,” insiste.
Habla Zana de su tierra, de las setenta etnias que hay en el
país. Él es de la etnia senoufo, en el norte. Habla este
dialecto y el malenke, además de tres idiomas: castellano, francés y árabe.
Recuerda sus días como futbolista en el equipo de su ciudad y cómo echaba una
mano a su tío en la tienda que regentaba.
“Los
terroristas no son musulmanes. El Islam proclama paz y convivencia en todo el
mundo”
Con Zana, empinado sobre un escalón. (@frlorente) |
Pero nuestro marfileño sólo echa de menos a su madre, “que
es quien me ha dado todo en la vida
”, asegura. “Ahora sólo puedo hablar con ella por teléfono porque para verla tenemos que encontrarnos en un país vecino”. Él también es padre, de un niño de 11 años que vive en Costa de Marfil y de una niña de poco más de uno que vive en París. Su intención es agrupar a la familia, pero el sueldo no le llega.
La vida se la gana trabajando como operario de limpieza viaria.
Con un pequeño camión se recorre Vallecas
los fines de semana recogiendo bártulos abandonados en la acera, junto a los
contenedores de reciclaje, por todas partes, “que por todos los rincones
aparecen maderas, tablas, cajas, cajones… Es un trabajo duro, y en una jornada
puedo llenar el camión tres o cuatro veces”, explica.
Profundo
islamista
En su país estudió en un colegio bilingüe (francés y árabe)
lo que podría equipararse al bachillerato. En el colegio profundizó mucho en el
estudio del Islam, su religión y la
de su padre, de quien heredó esa religiosidad, de tal manera que cumple con
todos los preceptos: cinco rezos diarios, Ramadán…
Como profundo islamista que es, se indigna con el terrorismo denominado “islámico”.
Explica que los terroristas no son musulmanes y que el Islam proclama “paz y
convivencia en todo el mundo”. Y continúa, “está prohibido matar, y más aún, a
mujeres y niños. El profeta (Mahoma) predicaba que hay que comportarse bien con
los vecinos y que no hay que utilizar la violencia”.
Zana vive en el
Espinillo, el barrio madrileño de Villaverde, “un entorno agradable y de
buena convivencia”, donde asegura se relaciona con todo el mundo. Y es que Zana
es un tipo abierto con quien es fácil
entablar conversación. Y si en algún momento se siente agredido por su color o
sus ideas, no lo tiene en cuenta, “sé que lo hace por ignorancia y no por mala
fe”.
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