Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

viernes, 23 de octubre de 2009

Ágora

Gracias a una amiga, Cristina del Valle, he tenido el placer de conocer a Alicia Gil y escuchar una brillante intervención de esta feminista, coordinadora general y gerente de la Fundación Isonomía de la Universidad Jaume I de Castellón. Gil defendía ante un grupo de mujeres, entre el que me encontraba, que no es necesario tener la necesidad de amor, a pesar de la rentabilidad social que esta "moneda de cambio supone".

Sin que tuviera mayor relación esta circunstancia, al día siguiente me fui a ver Ágora, y descubrí matices que seguramente no hubiera podido degustar cuarenta y ocho horas antes, sin haber escuchado a Gil. La cinta transcurre en el siglo IV en Alejandría, último reducto cultural bajo dominio romano y narra la historia de una mujer, Hipatia, en esa triste transición hacia la Edad Media.

Hipatia es una filósofa, una sabia, una científica, una observadora del cielo repleta de curiosidad, pero ante todo, como ella asegura, es una mujer libre que no amaba a nadie, excepto a su perro Líbano. Hipatia tuvo la desgracia de ser mujer en el peor momento y en el peor lugar, pues además de liberada del amor, tenía como única religión la filosofía, el saber, el afán de conocer.

Y no sólo ello, como en el ideario feminista, Hipatia es pacifista. Mientras los hombres se matan y llevan al pueblo a la violencia extrema por culpa de la religión, ella intenta mantener a sus discípulos (paganos, cristianos y judíos) fraternalmente unidos.
Amenabar hace una dura crítica a las religiones, al retroceso cultural que supuso el advenimiento de un cristianismo legalizado y después institucionalizado como religión oficial del mundo. Lo que veo un tanto forzado en la cinta es el enamoramiento de su primer esclavo y de uno de los discípulos, según mi amiga Virginia, lo plantan ahí "por la cosa comercial".
Según el propio director, en Ágora hay referencias a Espartaco, a Cleopatra, a Faraón, a La lista de Schindler… Yo la vi con toda seriedad y dignidad, pero reconozco que en algún momento se me vino a la cabeza el mejor filme de todos los tiempos: La vida de Brian.
La película me gustó, más que a la mencionada Virginia, pero quizá un poco menos que al bueno de Vicente, un colega que lee unos libros rarísimos de Historia. A quien no la haya visto, recomiendo que la vea con ojos de mujer.


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2 comentarios :

  1. Pues creo estar de acuerdo contigo..me falta un poco de historia sobre ésta mujer y me sobra
    algo de metraje..no sé muy bien ..pero ahora que te leo veo que tiene que ver con esas experiencias
    un poco " forzadas " con el esclavo y el otro
    amigo-discípulo.
    Interesante tu blog.
    Saludos.

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