Maaser Kandil. En su casa, fotografiada por Fran Lorente. |
En los últimos años de la presidencia de Mubarack comenzó a asistir a
juicios contra los opositores al régimen, como el caso de su hermano, un
conocido periodista en Egipto que defendió a los palestinos en la Guerra del Plomo. En esos
juicios entró en contacto con mujeres activistas que eran “las que llevaban la
voz cantante”. Y de ahí, a la “revolución incompleta” que estalló el 25 de
enero de 2010 al grito de “pan, libertad, justicia social”. Pero los “hermanos
musulmanes”, a quien Maaser compara con el Opus Dei, se adueñan del poder. Las
manifestaciones continúan con las mujeres a la cabeza a pesar de ser víctimas
de brutales agresiones y violaciones en plena calle, hasta tal punto, que han
montado un sistema de autodefensa. “La calle es nuestra”, proclama esta
activista egipcia, a pesar del repentino desconocimiento internacional de lo
que ocurre en Egipto. El 30 de junio tienen previsto organizar una gran
manifestación para exigir la dimisión del presidente Mohamed Morsi.
P. ¿Cómo vivió la revolución en
Egipto?
R. En aquellos días la policía no
atacaba a las señoras mayores. Yo me consideraba mayor, pero por si acaso me
puse varios abrigos por si acaso me pegaban. Un punto de reunión para debatir
durante aquellas jornadas eran las escalinatas del Palacio de Justicia. Ahí
pude acceder el 25 de enero, pero salí con mucha dificultad. Mientras
debatíamos bajaba una manifestación enorme por la calle. Aquel día era
diferente. Se presentía que aquel día iba a haber un cambio. Se sucedieron quemas
de comisarías y se reventaron muchas cárceles. Sospechamos que esto respondía a
una estrategia del Gobierno para meter miedo. Curiosamente, los presos que
salieron fueron los de Hamás, que no es el pueblo palestino, y los de Hezbolá.
P. Da a entender que los
islamistas radicales tenían cierta connivencia con Mubarak.
R. Los Hermanos Musulmanes son
una secta que se fundó en 1928, como el Opus Dei. Todos son extremistas, unos
más que otros. Eran una parte de la resistencia a Mubarak y todos los
opositores los defendían, de hecho, muchos eran sus abogados; aunque realmente
no se deciden a salir a la calle hasta tres días después del estallido, el 28
de enero, cuando ya vieron que la cosa funcionaba. Fueron los últimos en salir
a la calle y los primeros en dejarla para negociar con los militares. Mubarak
dejó el poder a los dieciocho días y se lo entregó a la Junta Militar. El
ejército no ha estado contra el pueblo porque está formado por gente del
pueblo. El problema fue lo que se negoció con los islamistas por debajo de la
mesa. Los hermanos musulmanes estaban muy bien organizados en secreto,
extendiendo redes sociales y vivían en connivencia con Mubarak. Influían en los
colegios y tenían instituciones paralelas al Estado, con su propia justicia y
sus propias fuerzas paramilitares, responsables de actos terroristas.
P. ¿Y cómo acceden al poder?
R. La Junta Militar se vio
abocada a abandonar el poder y se convocaron elecciones legislativas y
posteriormente presidenciales. Hemos comprobado que existen nueve millones de
documentos nacionales falsos. El mismo carné puede estar repetido hasta más de
cincuenta veces y las elecciones se realizan en dos o tres día, lo cual
facilitaba el fraude. Además, cerca de un millón de papeletas salieron marcadas
para los zonas coptas y posteriormente anuladas. Sólo el 7 por ciento del
pueblo es representado por los senadores. Luego vinieron las elecciones
presidenciales en las que quedaron dos contrincantes: Morsi, islamista y el
candidato del Antiguo Régimen. Era como elegir entre la peste y el cólera.
P. Se ha destacado mucho el papel de la mujer
desde el principio de la revolución. ¿En Egipto la mujer ha participado
históricamente en la política?
R. La primera lucha de las
mujeres fue en 1919 cuando se unieron a los hombres en la rebelión contra la
ocupación inglesa. Entonces murió la primera mujer, y en las manifestaciones de
protesta por este crimen fueron asesinadas otras cuatro. En 1923 surgió la
primera Unión de Mujeres y fue en 1928 cuando por primera vez una mujer ingresa
en la Universidad. En
tiempos de Nasser, en 1960, tuvimos la primera mujer ministra. Ahora las
mujeres lideran la lucha por la libertad de expresión, un sector muy feminizado
que cuenta con más del 50 por ciento de mujeres. Además, organismos sociales y
políticos de mujeres se han unido en la Coordinadora por el Cambio.
P. Lo preocupante son los actos de violencia contra mujeres que pueblan las manifestaciones…
R. Los islamistas atacan a las
mujeres. Siempre que solíamos ir a manifestarnos a la Plaza de Tahrir, a la caída
de la tarde, con la oscuridad, surgía la violencia, una violencia organizada.
En la manifestación del 25 de enero de 2013 hubo diecinueve violaciones, seis
de ellas de hospital. La forma de operar es quitar la ropa con navajas,
rodearla unas 300 personas o más y violarla. Muchas de estas violaciones las
chicas las ocultan a sus familias, pueden estar más de veinte días con
infección…, o darse el caso de tener que amputar el útero.
P. ¿Se defienden?
R. Se han creado grupos de protección formados por hombres y mujeres. Muchas mujeres que han sido atacadas
ahora son monitoras de defensa personal, capaces de defenderse de hasta treinta
personas. Los grupos de protección se dividen en tres: grupo de socorro, grupo
de traslado a ambulancia y en medio, otro, que aporta ropa, porque a las
mujeres las dejan desnudas.
R. Morsi ha conseguido unir a
todas las mujeres. Las manifestaciones son constantes. Ahora el lema es “la
calle es nuestra”. Los islamistas quieren presentar a las mujeres como un fruto
que hay que resguardar y tiene que estar en la casa. La violencia contra la
mujer se instiga desde el propio Parlamento. Tras las violaciones del día 25 de
enero se llegó a decir que si la mujer sale a la calle es porque quiere guerra.
Sin duda, la mujer es la gran traicionada de la revolución. En el Parlamento se
ha pasado de tener una representación del 25 por ciento a un 2 por ciento en la
actualidad.
El socialismo árabe: “La época más bonita”
A sus 70 años Maaser Kandil
mantiene la fuerza y la ilusión que ella ve en la juventud. Estudiante de
español en la Universidad
de El Cairo, trabajó como ayudante de cátedra. Las desigualdades existentes en
la capital de Egipto le llevaron colaborar en trabajos sociales en una zona en
la que tenía gran influencia el Partido Único de Nasser, algo que ella
desconocía. En esa época participaba en los programas de alfabetización de
mujer. A las mujeres se les facilitaban máquinas de coser para que pudieran
trabajar y ser independiente. Recuerda Maaser que fue “una época muy bonita, en
la que por primera vez la gente sentía la igualdad. Había igualdad de
oportunidades sin discriminación, incluida la enseñanza hasta la Universidad ”.
De repente sobrevino la Guerra de 1967 y “el país
se nos cayó encima. Ya no hubo más reuniones, ni alfabetización, ni más
mujeres… Fue un shock para todos los egipcios”. En 1970 muere Nasser y el
cambio que sobrevino fue “brutal”. Se acometieron privatizaciones salvajes, sin
ley, el paro y la inflación se dispararon. Fue una época de enriquecimiento
rápido para unos pocos y la clase media desapareció. En esa época, Maaser se
vino a España a continuar con sus estudios de español y comenzó a realizar
labores de intermediación cultural entre los dos países, “a nivel particular”.
Aquí os pongo un breve video sobre lo que ocurre en Egipto con las mujeres:
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