Fran Lorente nos fotografió tomando un té. |
Trabajaba en la radio en Lima, pero se dio
cuenta de que lo que quería era dedicarse a escribir. En esos años Lima era un
lugar políticamente convulso, por lo que decidió venir a España. Cuenta que se
buscó la vida en Tenerife, donde tenía unos amigos, y allí se asentó durante
once años. Cuando estaba ya muy bien instalado; porque daba cursos, talleres,
conferencias…; publicó una novela y se vino a Madrid. Empezó otra vez de cero.
Ahora acaba de presentar Un asunto
sentimental, que ya está siendo un éxito.
P. ¿Qué quieres decir con “buscarse la
vida”?
R. Cuando llegué a Tenerife tuve que
hacer todo tipo de trabajos, desde lavaplatos a trabajar en la construcción,
que aunque no nos demos cuenta de ello, es un trabajo muy duro.
P. Y ahora en Madrid también tienes un
taller de literatura…
R. Tengo el Centro de Formación de
Novelistas junto al escritor Carlos Andrade. Entre los dos montamos este
centro, que ofrece servicios para novelistas. Es decir, asesorías, corrección
de novelas, a veces contactos con editoriales, cribas para concursos…, pero
siempre orientado a la novela. Además, con distintas instituciones, universidades,
Instituto Cervantes…, imparto talleres de novelas y cuentos por todo el mundo.
P. Vayamos con tu última novela, Un asunto sentimental. Es una historia
de amor, de sexo, de seducción; yo diría que de intriga amorosa…
R. Aunque es un asunto sentimental,
también es un libro de viajes. Hoy, que viajamos mucho, me propuse plasmar
ciudades que a mí me gustan y en las que he estado al menos dos o tres veces.
De hecho, al principio quise hacer un libro de viajes, pero le faltaba trama.
Entonces…, introduje la historia de amor.
P. Además hay una fuerte componente
político o ideológico.
R. Es un asunto que siempre me ha
preocupado. Me fascina la actitud de los fundamentalistas. Esa actitud que
adoptan no tiene que ver con lo que piensan o la ideología que adoptan, sino
con su propio ser. Es decir, quien es fundamentalista no lo es sólo en su
aspecto ideológico, sino que ve la vida de una manera cuadriculada, sectaria,
intransigente… Me interesaba ese aspecto que poco a poco se va desvelando en la
novela.
P. El personaje principal es su alter
ego. Entiendo que sabe de lo que habla.
R. Yo vengo de un país en el que ha
habido terrorismo, una época muy dura con Sendero Luminoso en los noventa.
Luego, viviendo aquí, nos enfrentamos al terrorismo de Al Qaeda y el
fundamentalismo islámico. Es imposible sustraerse a ciertas circunstancias.
P. De hecho, en la novela hay una dura
descripción de los atentados del 11-M.
R. Aquel día estaba yo en Pamplona
cuando me llamaron por la mañana las amistades de Madrid. Era terrible lo que
me contaron. Ese mismo día volví en tren y vi los andenes destrozados. Esa
terrible historia nos tocó a todos de una forma u otra. Fue terrible lo que
ocurrió y todo lo que se hizo después y sigue coleando. En la novela sí quería
marcar lo que sucedió porque en Madrid hay un antes y un después del 11 de
marzo.
Amor
Personalmente
la obra rezuma amor, pasiones y también sexo. Un amor que es independiente de
la camaradería. Me aclara Benavides que “la camaradería suele desplazar la
sensación de amor, o le da otro sentido” y lo que le ocurre a su personaje es
que teme tener una relación estable.
Tal
como aparecen algunos besos, parece evidente que el autor sabe de lo que habla
y no puedo por menos que preguntarle qué es un “beso limeño”, que lo cita en un
momento. Se para, piensa y dispara: “Tranquilo. Es un beso muy formal, muy
cordial”.
P. En la novela hay mucho amor. Hay
amor obsesivo. Habla incluso de “desvarío de amor”. El amor es una de las
palabras más definida por todo el mundo. ¿Cómo lo definirías usted?
R. Me gusta una frase de Robert Frost:
“El amor es como la Luna, cuando no crece, decrece”. Es un sentimiento de
constancia. Pero lo fascinante de este asunto es que cada uno lo interpreta
como quiere. A mí me interesaba ese “desvarío amoroso”. Es decir, cuando uno
cree que no va a ocurrir nada en su vida, en el terreno emocional; o cuando
cree que está perfectamente asentado, de repente aparece una persona y dinamita
por los aires esa seguridad o ese letargo en el que uno vivía. En la novela
surge un amor que coge a los protagonistas con la guardia baja y pulveriza
todos los sentidos.
P. La historia está repleta de cameos de personas reales. ¿Un recurso
para que los amigos le compren el libro?
R. Podría ser (entre risas), pero no.
No me propuse hacer autoficción, pero al empezar con mi nombre cité a un amigo
y después…, por efecto dominó surgieron el resto. Es una mezcla de realidad y
ficción.
P. Por la novela desfilan varias
mujeres, ¿Cómo ves a la mujer?
R. En principio, igual que a un hombre,
pero en el sentido emocional y sexual creo que funcionan diferente. Creo que es
diferente la forma de interpretar una relación. Los hombres somos más
impetuosos y temperamentales.
Vargas Llosa, liberalismo y PP
Para
mí, nada tiene que ver el Vargas Llosa novelista con el Vargas Llosa que
escribe artículos periodísticos, de opinión… , para Benavides, se trata de “una
persona polémica. Como dice Patricia, su mujer: ``cada vez que abres la boca,
abres una polémica´´. en la opinión del autor de Un asunto sentimental, “la
izquierda ha cometido el error de perder a Vargas Llosa como representante de
una parte más avanzada. No hay un solo conservador que defienda el derecho de
los homosexuales o la legalización de las drogas como hace Vargas Llosa”. Pero
claro, su posición sobre la Economía… Según Benavides, “no defiende nada que se
pueda defender al totalitarismo, ni al capital. Es un liberal.
P. También en la novela tu alter ego es
un liberal, “un liberal descafeinado”.
R. (Riendo). Yo creo en los principios
de la Revolución Francesa: “Libertad, igualdad, rentabilidad”. En serio, creo
en el libre mercado, pero también que a la gente que tiene menos se le dé la
oportunidad de luchar. Yo no creo que los políticos del PP sean liberales.
Tienen una política demagógica, mafiosa… La gente se olvida que los liberales
son la izquierda más antigua. Yo lo que no puedo defender son regímenes
totalitarios ni populistas, que pueden tener a la mitad de la población a
favor; pero a la otra mitad la tienen atropellada.
P. ¿Y qué piensas de las comparaciones
con Vargas Llosa? Los dos son peruanos, los dos mencionan asuntos políticos…,
de hecho, Vargas Llosa aparece en la novela.
R. Más que comparación es un halago. Mi
primera novela es deudora de las de Vargas Llosa y tengo una buena relación con
él. Es una persona polémica. Aunque yo no esté totalmente de acuerdo con él me
parece un intelectual bastante honesto.
P. ¿Qué proyectos tienes ahora?
R. He terminado una novela histórica y
de intriga que ocurre en un convento de Arequipa, mi ciudad natal. Es el
convento de santa Catalina, el más grande que hay en Latinoamerica. Es como una
pequeña ciudad dentro de otra ciudad… Ahora estoy pensando en otra novela con
Luis Candelas como personaje central. Era un personaje muy interesante que
tenía una doble vida. Por las mañanas se relacionaba con la aristrocracia y
seducía mujeres haciéndose pasar por un hacendado peruano, lo que le servía
para conocer las casas de sus víctimas. Por las noches, con su banda atracaba.
Era un tipo muy astuto, pero realmente no era un bandolero.
“Cuando
uno cree que está perfectamente asentado, de repente aparece una persona y
dinamita por los aires esa seguridad o ese letargo”
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