Pilar en una foto de FRAN LORENTE. |
Lo suyo
evidentemente es vocacional. A los 14 años, “gracias a una profesora”, ya sabía
que quería ser química, aunque reconoce no haber jugado nunca con el “Quimicefa
o esos juegos similares de la época que servían para hacer experimentos”.
En el
Ayuntamiento entró como inspectora de consumo y se presentó y aprobó las
últimas oposiciones que en el laboratorio se han realizado, nada más y nada
menos que 1990.
En aquella
época, hasta 1995, el centro se encontraba en el histórico edificio de la calle
Bailén. Ahora, aunque lejos del centro, el nuevo edificio proporciona más
amplitud, más luz, mejores condiciones.
El laboratorio
municipal de Madrid es coetáneo del de París. Fue creado en 1876 y estuvo ubicado
en la calle Bailén. Allí se centralizaba todo lo relacionado con la salud
pública de la capital, desde las vacunaciones, hasta las ambulancias. Con el
tiempo, los diferentes departamentos crecieron y fueron buscando acomodo en
otros centros.
Pilar Jiménez
-afiliada a CCOO-, da con cierto orgullo algunas pinceladas históricas de su
centro de trabajo y, ya en el presente, hace hincapié en la importante labor
que realizan y la seriedad con que la realizan.
Recuerda que
el laboratorio municipal de Madrid está “acreditado” según dicta la normativa
mundial y la legislación europea: “Estamos acreditados desde 2001. Pasamos
auditorías externas que no se dan en otro tipo de servicios del Ayuntamiento.
Nuestro trabajo tiene un valor añadido porque estamos sometidos a la
fiscalización externa de la ENAC
(Entidad Nacional de Calidad). Hay que tener claro que no sirve cualquier
laboratorio para realizar muestreos. El de Madrid, quizá sea el de mayor número
de ensayos acreditados”. Esto es, algo similar al sello de calidad.
A pesar de los
recortes que están a la orden del día en todo lo público Pilar explica que se
han ido optimizando en la medida de lo posible todos los recursos técnicos,
aunque no niega que la plantilla es escasa en un centro que tiene planificadas
hasta seis mil muestras anuales.
Aguas,
alimentos, bebidas y algo de aire
Los
madrileños, en general, desconocemos la existencia de este laboratorio que vela
por nuestra salud controlando todos los alimentos, bebidas, y aguas, además de
dos puntos de calidad del aire. Este último cometido es una colaboración con el
Área de Medio Ambiente, que tiene todo “externalizado” desde que se jubiló el
responsable de esa área. El laboratorio municipal se limita a la medición de
metales y benzopireno en esos dos puntos.
Yo, que
desgraciadamente hace ya tiempo que olvidé la tabla periódica de los elementos
y que sólo recuerdo cuando hago algún crucigrama, no tengo ni idea de qué es el
benzopireno. Pilar, pedagógicamente lo explica: “Es un hidrocarburo aromático
debido a la combustión y que es cancerígeno”, pero no nos debemos alarmar, los
niveles no superan los marcados por la Unión Europea.
Además de
controlar, el laboratorio –dependiente de Madrid Salud-, atiende demandas que
pueden solicitar empresas y particulares. El nivel de especialización en este
laboratorio es muy grande. En total son cincuenta y una personas, de ellas
veintinueve son técnicos superiores y doce técnicos de laboratorio (analistas).
También hay un par de becas con un año de duración.
Recuerda Pilar
que “toda la vida es química” y que si no hubiera química no podríamos
conservar alimentos. Asegura que los fraudes son muy esporádicos y, eso sí, nos
recomienda que miremos los componentes de las etiquetas y hagamos caso de la
fecha de caducidad…, aunque algún ministro diga que se toma los yogures cuatro
meses después de la fecha de caducidad.
Precariedad de interinos
En el
laboratorio municipal de Madrid, un problema preocupante es la precariedad de
más del 30 por ciento del personal técnico que son interinos. Pilar espera que
a nadie se le ocurra nada contra los interinos porque “si no aquí cerramos el
quiosco”. Advierte, además, que “el proceso de formación es muy exigente, muy
lento y requiere de una labor de años, por lo que no se puede improvisar”. La
escasez de personal es evidente para la cantidad y calidad del trabajo
realizado. Desde 1990 no se convocan oposiciones.
Destaca Pilar
que “es un trabajo muy exigente en constante evolución, tanto en su vertiente
técnica como legislativa”.
Sí es cierto, por otra parte, que como ocurre en la sanidad, es un sector feminizado. La dirección es aproximadamente del 50 por ciento cada sexo y entre el trabajo técnico hay mayoría femenina.
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