Uno de los besos más impresionantes del cine. |
Vacaciones en Roma
fue el empujón que necesitó Audrey Hepburn para convertirse en estrella con un
papel que en principio estaba pensado para Elisabeth Taylor, hasta que William
Wyler le hizo una prueba de cámara a la Hepburn que le dejó impresionado. La grabó sin que ella lo supiera, comentando asuntos personales en un ambiente
relajado y distendido.
Pero tampoco el papel del protagonista, el periodista Joe
Bradly, estaba pensado para Gregory Peck. El papel estaba reservado para Cari
Grant, pero…, tras leer el guión pensó que el periodista quedaba eclipsado por
la princesa y, hombre, un poco de eso hay. A raíz de esto Gregory Peck
comentaba con humor que cuando le ofrecían un trabajo pensaba que previamente
lo habría rechazado Grant.
Es Vacaciones en Roma
una película romántica, un cuento de hadas sin ingestión final de perdices al
modo Letizia y Felipe, el pequeño Borbón. Pero también es una cinta de
periodistas. Evidentemente no está al nivel de Ciudadano Kane, Primera Plana,
Todos los hombres del presidente y tantas otras, pero la labor peridística de
Joe Bradly y su fotógrafo, Irving Radovich (interpretado por Eddie Albert), es
pilar fundamental de la historia.
Bradly está enfrascado en una nocturna partida de póquer con
la tribu periodística. Al día siguiente tiene que madrugar para acudir a la
rueda de prensa que ofrece la princesa
Ana, de la más tradicional realeza europea. Como suele ocurrir con los
trasnochados, el periodista se duerme y no llega a la rueda de prensa. Eso sí,
mientras se dirige a dormir se encuentra con una joven tumbada en un banco a la
que termina llevando caballerosamente a su modesta casa de la que debe dos
meses de alquiler.
Recorriendo Roma clandestinamente. |
- “Si alguna vez se levantara usted a tiempo de ver el
periódico de la mañana, podría leer en sus páginas algunas noticias de interés
general que le preservarían en el futuro de tener que improvisar mentiras tan
complicadas y tan estúpidas…
Entonces, Bradly se da cuenta de que la joven que tiene en
su casa es la princesa y… “Cuánto me pagaría usted por una entrevista…”, pero
una entrevista en profundidad, más allá de cuestiones políticas, “sus deseos
más íntimos serán revelados a este humilde corresponsal en una entrevista
exclusiva y privada…” Y con fotos, claro. El acuerdo son cinco mil dólares.
Bradly se pone manos a la obra, le dice a la clandestina
princesa que es vendedor de fertilizantes y,
a hurtadillas, llama a su fotógrafo que trabaja con un mechero-cámara.
Entre disparatadas situaciones Ana y Bradly comienzan a pasar una jornada de
visita por la ciudad eterna. Ella, claro, también miente. Asegura que, como
Cenicienta, tiene que volver por la noche al colegio en el que trabaja. Es una
princesa pero es una esclava. Desea hacer cosas normales. Andar por las calles,
sentarse en una terraza, ir a la peluquería… Legendario el paseo en Vespa, que
él termina solucionando…, por ser periodista. Hay una anécdota en la escena de La boca de la verdad. La leyenda sobre
este monumento, que se explica en la película, cuenta que quien miente pierde
la mano al introducirla en la boca. Peck, sin previo aviso a la actriz, metió
la mano y la escondió por debajo de su manga dando gritos. El susto que se
metió la Hepburn fue verídico.
Por la noche, un baile, una pelea, los dos al Tiber y,
mojados, se besan. Un beso de los que llenan de mariposas el estómago y desboca
el corazón. Luego, se secan, un abrazo. El coche está a punto de convertirse en
calabaza. Es la hora de la despedida y ella le espeta:
- “Prométeme que no me seguirás más allá de la esquina. No
sé cómo despedirme. No encuentro palabras”.
- “No son necesarias”, responde él y surge el segundo beso…
El periodista canalla no puede ni tragar saliva. Ella, en
palacio, grita que es “esclava de su rango”, si no seguramente no hubiera
vuelto nunca.
Pero la peli continúa. El día después se lleva a cabo la
rueda de prensa que había sido anulada y, claro, la princesa se encuentra con
su periodista. Él, no por ética, sino por un ataque de amor, no escribe el
reportaje y devuelve a la princesa las fotos, que realmente eran pura dinamita.
Como anécdota, en ese encuentro con la prensa, Gregory Peck
es situado entre dos corresponsales bajitos: “Cortés Cavanillas, de ABC” y
“Julio Moriones, de La Vanguardia de Barcelona…”
Y bueno, podría parecer que cuando la tribu de plumillas y
foteros se va, la princesa correrá tras su amado, pero, como diría un cinéfilo, un enorme plano secuencia protagonizado por el periodista, jodido, nos lleva al The End.
Dirección:
William Wyler.
Reparto: Gregory
Peck, Audrey Hepburn, Eddie Albert, Hartley Power, Harcourt Williams, Margaret
Rawlings, Tullio Carminati, Paolo Carlini, Claudio Ermelli, Paola Borboni.
Guión: Donald Trumbo (con sobrenombre Ian McLellan Hunter).
País: Estados
Unidos.
"Gracias a su primera visión de Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma, la mitad de una generación de mujeres jóvenes dejó de rellenar sus sujetadores y tambalearse sobre tacones de aguja".
The New York Times.
"Gracias a su primera visión de Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma, la mitad de una generación de mujeres jóvenes dejó de rellenar sus sujetadores y tambalearse sobre tacones de aguja".
The New York Times.
This is fantastic!
ResponderEliminarGracias. :)
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