Rosa Rodríguez en una foto de FRAN LORENTE. |
Rosa Rodríguez Castellanos es coordinadora de colectividades en el
Colegio Público Miguel Delibes de Leganés. A sus 71 la legislación de este país
le impide jubilarse. Vino a Madrid con 19 años de su Puerto Llano natal.
Durante seis o siete años trabajó como costurera. Se casó, tuvo tres hijos y
ahora también tiene una nieta. Fue en 1988 cuando comenzó a trabajar en el
colegio con ese estereotipo tan nuestro de “ayudar a la economía familar”.
El Sector de Colectividades está
formado por aquellos trabajos que realizan servicios en, como su nombre indica,
colectividades: hospitales, residencias, colegios, grandes empresas… Aramark es
una multinacional norteamericana que emplea a mil ochocientas personas en la Comunidad de Madrid. A
ella pertenece Rosa Rodríguez después de que otras dos empresas fueran las
encargadas del comedor en el Colegio Público Miguel Delibes de Leganés.
El trabajo de Rosa es
eminentemente femenino, cumpliendo ese estereotipo de “mujer cuidadora”, es
decir, cocineras y monitoras de comedor. Otra cosa son los jefes de cocina, que
mayoritariamente son hombres. A estos empleos suelen acceder mujeres, madres de
familia, que ya con cierta edad para reintegrarse al mundo laboral son
contratadas a tiempo parcial como fijas discontinuas. La jornada de Rosa,
extrapolable a cualquier colegio es de siete y media a nueve de la mañana de la
mañana, para los desayunos; y de doce y media a dos y media, para las comidas.
Claro, esto de considerar que
trabaja a ratos y sólo durante el curso escolar, que en verano se va al paro,
ha hecho que aún no haya podido sumar el tiempo necesario de cotización para
poder jubilarse. Con un agravante, desde que cumplió los 65 años, la burocracia
del INEM se vuelve loca y no le conceden el dinero que le corresponde hasta
septiembre. Es decir, sin vacaciones y sin ingresos. Ella, que es mujer
optimista, dice que en la oficina del INEM ya la conocen, y cada año vuelve la
misma pregunta: “¿Pero todavía no se ha jubilado usted?”
Y a pesar de su optimismo y su
sonrisa permanente asegura que todo son trabas y que el gran problema del
sector es que el 80 por ciento de las personas que trabajan en ello no llegan a
la cotización. Es algo que le parece “muy injusto. Esto es un trabajo del que
se vive. En colectividades se realiza un trabajo muy importante, de mucha
responsabilidad y que no está valorado por la gran mayoría. En general, se
contrata a una empresa y no se preocupan del personal. Las trabajadoras son
simples números”. Es habitual que el personal de cocina y monitoras de comedor
sean consideradas como de un estrato inferior. Lo dice con conocimiento de
causa, que nuestra veterana monitora es delegada de CCOO desde 2001 y se conoce
todos los colegios. Y a pesar de todos los problemas está muy satisfecha con el
trabajo sindical realizado por el equipo de colectividades.
También reconoce Rosa que en su
caso particular y la del cole en el que trabaja la situación es diferente, no
es la más habitual. Ella está muy contenta con el equipo humano del Colegio
Miguel Delibes. Cuenta emocionada como recientemente la homenajearon con una
fiesta “organizada por la propia dirección del centro y los padres y madres de
alumnos”.
Cuenta Rosa anécdotas y no para.
Cuenta como ha visto crecer a centenares de niños y niñas que hoy son hombres y
mujeres. Cuenta que las monitoras del comedor se convierten en segundas madres.
Cuenta que las trabajadoras de colectividades son muy humanas, muy sensibles y
que deberían ser más valoradas. Que tiene que gustarte mucho el trabajo y que
no se puede tener mal carácter y, evidentemente, tienen que gustarte los más
pequeños.
Aunque nuestra coordinadora de
monitoras no vaya a llegar a ello, ve con alegría y esperanza la futura entradaen vigor de una ley llegada de la mano de Europa por la que se compensará eltrabajo que realizan las personas con contratos a tiempo parcial.
Limpiar la cocina
Las personas que cuidan en los
comedores de los colegios suelen ser mujeres. En las cocinas de los comedores
de los colegios también la mayoría son mujeres. Sin embargo, los jefes de las
cocinas suelen ser hombres. Las mujeres en las cocinas suelen hacer de todo.
Tanto es así, que cuando alguna mujer es jefa entre ellas se apañan y limpian
la cocina. Cuando el jefe es hombre, lo habitual es enviar un equipo para
limpiarlas.
Nos explica Rosa también que el
jefe de la cocina tradicionalmente ha tenido un trabajo esencialmente
administrativo con el objetivo de reducir al máximo los gastos. Vamos, que
tienen más las manos entre números que entre cazuelas.
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