Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

miércoles, 23 de abril de 2014

María y Esther Solís, su “madrecoraje”

Hoy Esther se manifestó en la Puerta del Sol. Con fuerza.

Lo mejor que tiene mi profesión, o casi mejor oficio, y el lugar donde la desempeño es que me permite conocer a muchas personas “a pie de tajo”. Muchas personas anónimas que están detrás de las cifras del paro, detrás de las cifras de EREs, detrás de salarios infames, de conflictos; debajo de gobiernos y empresarios corruptos, soportando neocaciques ineptos o sin escrúpulos. Sin duda, de entre las personas, las mujeres llevan peor parte. Siguen siendo más anónimas, blanco más fácil, con trabajos más ingratos. Mujeres que tienen que arrear con empleos duros, mal remunerados y seguir arreando en casa. 

Pero mujeres duras, luchadoras, madrescoraje. Mujeres ejemplo para sus hijas, para sus hijos, para esta sociedad narcotizada. Mujeres que, como Esther Solís, a pesar de todo no pierden la sonrisa porque “no cuesta nada”. A Esther la podéis ver en el último post. Es gerocultora. Sobre su vida privada me contó lo que escrito está. No más. Tampoco era necesario más para entender que no se rinde. Que pelea por lo suyo y por los suyos, que al final somos todos. Una mujer de barrio, divorciada aunque seguro que rodeada de gente que la quiere. Mientras charlábamos, una llamada de su madre, con las “cosas de las madres” que ella también vivirá porque también es madre. Debe ser Esther buena gente y buena madre. Hoy me encontré en la bandeja del correo electrónico un mensaje breve remitido por ella con un documento adjunto. Una carta que le había escrito su hija María, de 14 años. Y…, después de pedir permiso, claro, no puedo por menos que copiar y pegar:

“Poco, es poco mamá lo que nos gastamos en tus regalos…
Porque es tanto lo que tu te mereces mami. Especialmente yo me gasto poquísimo (por mi salario bajo jaja) y porque es DEMASIADO  lo que tu haces minuto a minuto por mi…
Espero mami, conseguir con esta carta, un regalo súper especial como tú. Debo reconocer que voy a ser un poco egoísta, pues el regalo va a ser más bien para mí…

Quiero que esta carta te haga sonreír, porque te he visto llorar y te he visto sufrir, a ti, la persona que yo más quiero. Y es muy duro. Por eso ahora quiero verte reír, porque si llorando estás guapa…, sonriendo estas que FLIPAS. Por eso, mamá, te pido que disfrutes la vida… EMPIEZA DE CERO joder, que tendrás 42 años pero que aparentas 30. Lo que has sufrido no te lo quita nadie, pero lo que de verdad nadie te va a quitar son los años que te quedan por vivir, pero vivir de verdad, no como hasta ahora… Y soy yo quien va a impedir que nadie te quite la felicidad, porque ahora voy a plantar cara a todo, porque ahora soy fuerte, porque TU ME HAS HECHO FUERTE. Nadie me va a quitar el miedo, pero tu has hecho algo importantísimo y es que mientras todas las madres miraban en el armario a ver si había monstruos, tú me has hecho fuerte para mirarlo yo y para juntas vencer el miedo y deshacernos de nuestros monstruos… ERES MUY GRANDE; GRACIAS MAMÁ.

Gracias por enseñarme tanto, pero sobre todo gracias por enseñarme a ser fuerte, fuerte como tú. Que has mantenido y sacado adelante a dos hijos cuando en tu camino se han cruzado, mas que piedras, MUROS; y nos has sacado adelante mejor que ninguna y todo sin ayuda…Yo de mayor quiero ser profe. Pero ahora tengo claro que quiero ser como tu, mi ejemplo a seguir”.

Seguro que María ha hecho sonreír y quizá sonllorar de alegría a su madre. Madrecoraje, madre espejo en que mirarse. Además, María escribe bien. Con el hígado. Me he limitado a dejar en tres los puntos suspensivos (…) que en alguna ocasión ha debido coger carrerilla.
Mola. A pesar de todo, este oficio mola.

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