Esta tarde he decidido rendir un particular
y solemne homenaje a Philip Seymour Hoffman viendo la película Una cita para el verano (Jack goes boating) . Sí. Aunque no
seamos grandes cinéfilos le recordamos, como mínimo, por su interpretación en Capote, que le valió el Óscar en 2005.
Quizá otro público, y más recientemente, le recuerde por Los juegos del hambre. De hecho, una sobredosis de coca y heroína
se lo llevó por delante en febrero, antes de concluir el rodaje de la tercera
entrega de esta saga. Grandes, que aún tenían mucho con que hacernos disfrutar,
como el propio Hoffman o Robin Williams se nos van. Su genialidad creativa e
interpretativa parecen estar relacionadas de forma directamente proporcional a
su inestabilidad emocional.
“Jack goes boating es una película sobre
las relaciones humanas, las esperanzas y los miedos que nos invaden a la hora
de abrirnos a otra persona, de regalarle nuestra confianza, así como de todas
las barreras que a veces construimos para comprometernos con el otro”. De esta
forma se refería el propio Philip Seymour Hoffman a la cinta que no sólo
protagoniza, sino que también dirige. Su primera y última incursión como
director cinematográfico.
Hoffman
era un hombre de teatro. De hecho, la película estaba concebida como obra
teatral que se llevó adelante con éxito protagonizada también por nuestro
hombre. Poco después interpretaría La muerte de un viajante. Sus allegados
aseguran que trabajar en esta obra de Arthur Miller le machacó, que volvió al
alcohol después de veintitrés años al acabar el trabajo.
La
peli es de 2010, pero, sabiendo como acabó el actor y su caracterización no
puede uno dejar de pensar que ya había vuelto a las drogas.
Si
alguien alguna vez ha decidido aprender alguna actividad por amor, por seducir
a la otra persona, entenderá está película. Jack (el personaje de Hoffman) es
un tipo algo rarito, la verdad. Poco sociable, con pocas habilidades y no
demasiado sexy. Pero está dispuesto a, diríamos, ser algo más cuando se enamora
de Connie (Amy Ryan), una mujer que tampoco desborda habilidades sociales.
Es
invierno y deciden quedar en verano para navegar en una barca de remos por un
romántico lago. Él decide aprender a nadar, por si acaso…, y no sólo eso;
también decide aprender a cocinar porque nunca nadie ha cocinado para su amada.
Una relación de timideces, de no querer traspasar fronteras antes de lo
permitido. Una relación tierna, casi preadolescente con el verdadero amor como
alma en la que surgen situaciones que nos arrancarán alguna sonrisa.
En
paralelo a esta relación vivimos la del mejor amigo de Jack y su pareja (Clyde
y Lucy). Una relación que se está rompiendo entre infidelidades y celos y que
hace reflexionar y replantearse todo a Jack. Pero…, no merece la pena
bloquearse. Si se queda para el verano, se queda.
A
ver. Es una película íntima. Si vas a verla pensando que te vas a reír mucho y
tal, pues no. Pero a mí me ha gustado y, con mis respetos a los actores de
doblaje, mejor en versión original. En este caso, sí.
Director: Philip Seymour Hoffman.
Guión: Robert Glaudini.
Reparto: Philip Seymour Hoffman, Amy
Ryan, John Ortiz, Daphne Rubin-Vega, Tom Mc Carthy.
País: EEUU.
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