Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

domingo, 9 de noviembre de 2014

Ratas de laboratorio


En 1936, Madrid, los madrileños, sirvieron de experimento. Por primera vez en la historia una población civil fue bombardeada. El asesino, ya sabemos, fue Franco. Poco después, en marzo de 1937, el fascismo italiano aliado de Franco destruyó la localidad vizcaína de Durango. Un mes después, los aliados nazis de Franco arrasaron Guernica bajo la estupefacción del mundo. Luego, bombardear ciudades fue algo habitual.  Literalmente, España fue campo de pruebas de tecnología militar, pero también para ver la reacción de los civiles. Para observar si la desmoralización civil podría empujar. Eso sí, Madrid aguantó tres años.

Recientemente, Susan George, activista y pensadora estadounidense de nacionalidad francesa, presidenta de honor de la Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras y Ayuda a la Ciudadanía (ATTAC) y autora del espeluznante y profético Informe Lugano, aseguraba que “los españoles son como ratas de laboratorio para ver qué nivel de castigo y sufrimiento puede ser aceptado por esta sociedad sin que la gente se rebele. Eso puede alentar el fascismo”.

España, con Madrid a la cabeza, se ha convertido en laboratorio para desmantelar el estado de bienestar atacando por tierra mar y aire a la sanidad y la educación pública.  Los recortes en derechos, el paro desbordado, han logrado que la pobreza se instale en nuestras vidas como muestran no sólo los informes de sindicatos como CCOO, sino también de UNICEF  o Cáritas.

En paralelo, somos incapaces de digerir tanta información sobre corrupción y corruptelas. Desde que Juan Carlos, el Campechano, (qué fue de este hombre, ¿se casó?) se fue a cazar elefantes, esto ha sido un no parar, con ese paréntesis que ha supuesto el virus del Ébola. Casi todos los que fueron ministros con José María Aznar están imputados relacionados con casos de corrupción, al igual que todos los fichajes de Esperanza Aguirre, quien no olvidemos, llegó al poder tras el golpe del Tamayazo. De aquellos barros, estos lodos.

Las alcantarillas del franquismo, la corrupción de aquel sistema, fue una herencia no extirpada y yo tengo la sensación de que seguimos siendo ratas de laboratorio. Todo revienta. Eso sí, los bancos se mantienen caiga quien caiga.

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