Carolina Pecharromán fotografiada por @frlorente, o sea, Fran Lorente. |
“He querido homenajear al pueblo de Madrid, que resistió tres años de bombardeos”
Tal como medio aseguré en el post en una reciente entrada
iba a buscar a la autora de Ocho
caballos, cuarenta hombres. Y lo he hecho, quedamos en el madrileño parque
de la Fuente del Berro de una soleada tarde. Con buena luz, para que Fran
Lorente, cuarentón desde hoy, no tuviera problemas de iluminación a la hora de hacer alguna foto. Madrileña
de la quinta del 69, Carolina Pecharromán acaba de publicar su primera novela, Ocho Caballos, cuarenta hombres,
ambientada en el Madrid de la guerra y principio de la postguerra. Licenciada
en Geografía e Historia y periodista vocacional; “siempre he trabajado como
periodista”, insiste; actualmente coordina la información internacional de los
telediarios en TVE. Su novela es una historia de la guerra, pero también de
amor y misterios. Una historia escrita desde las entrañas porque buena parte de
ella está basada en hechos reales relatados por su familia.
P. ¿Cómo definirías Ocho caballos, cuarenta hombres? ¿Qué te
ha llevado a escribir esta historia de la Guerra Civil?
R. Calificaría el libro como una
novela histórica pero muy actual. Una de las razones que me llevaron a
escribirla fue contar la historia de mi tío abuelo. Recordar todo aquello es
contar la historia de la gente. Además de periodista soy licenciada en Historia
y me gusta mucho la novela histórica, pero me empacha un poco que se vea la
historia desde el punto de vista de ministros, generales, espías…, porque la historia,
en realidad, la hace la gente, la construye la gente. Luego, quienes se quedan
con las medallas son los que manejan los hilos: el ministro, el general, el
espía…, y de esos ya hay muchos libros. También he querido homenajear al pueblo
de Madrid que resistió tres años de bombardeos.
P. ¿Tiene nuestra generación
(vale, soy un poco más viejo, que os veo venir) más interés que la de nuestros
padres por saber qué ocurrió en la Guerra Civil? ¿Es síntoma de ese miedo que
había y, en algunos casos, sigue habiendo a los vencedores?
R. En la novela hay muchas
historias reales de la Guerra Civil. Aunque quieran hacernos creer que la
Guerra Civil no interesa, no es cierto. Hay alguna historia en el libro que no
he narrado entera porque quien me la ha contado ha vivido toda su vida con
miedo. En casa de mi padre, por ejemplo, no se hablaba de la guerra salvo para
el típico comentario: “Cómetelo todo, que no sabes tú el hambre que hemos
pasado en la guerra, que nos comíamos hasta las cáscaras de las naranjas”. No
se hablaba por miedo y angustia. Por ese instinto de supervivencia que te hace
no recordar todo lo malo que has vivido en el pasado. Los nietos tenemos la
curiosidad y la urgencia porque estamos perdiendo esa generación a la que, en
muchos casos, no se le ha hecho justicia.
“La ONU ha dado un fuerte tirón de orejas a España por no dar solución al problema de los desaparecidos, a las personas asesinadas en las cunetas”
P. ¿En qué sentido no se ha
hecho justicia?
R. Hay que recordar que la ONU
ha dado un fuerte tirón de orejas a España por no dar solución al problema de
los desaparecidos, a las personas asesinadas en las cunetas. Este país no puede
vivir con esa herida sin curar porque las heridas que se cierran en falso se
gangrenan. Para curar una herida hay que abrirla, limpiarla y curarla, y este
Gobierno es heredero de ese régimen y no le gusta ayudar a los rojos.
P. En ese homenaje a Madrid del
que hablas, llama la atención el sentido del humor en medio de la tragedia…
R. Es algo que siempre me
pareció admirable. Era una ciudad en guerra, bombardeada, con una penuria
espantosa, con hambre frío, miedo…, pero la gente seguía yendo al cine y al
teatro; y cuando las bombas caían, los espectadores se iban a los refugios del
metro. Luego, paraba el bombardeo y continuaba la función. Ese espíritu del
pueblo madrileño siempre me pareció fascinante.
Tradicional momento espontáneo, captado por @frlorente. |
P. En la novela queda plasmada
la paradoja de que lo mejor de los hombres surge en la batalla, sin embargo,
también los peores instintos humanos. ¿Qué es la guerra?
R. La guerra es destrucción
total. Escribiendo esta novela he tenido una actitud muy antibelicista. No se
puede obviar que laboralmente llevo muchos años haciendo información
internacional y estoy harta de ver imágenes de guerra.
P. Llama la atención la
importancia de la camaradería…
R. De la experiencia de mi tío
abuelo aprendí que la camaradería era algo muy positivo. Es un vínculo que se
crea entre compañeros con un fin común. También recuerdo que no le gustaba nada
recordar momentos de combate. Yo creo que el combate sube muchísimo la
adrenalina, pero una vez que pasas ese subidón, te pega un bajón, el shock post
traumático, al ver en la carnicería que has estado metido incluso con
entusiasmo. La guerra es muy contradictoria siempre. Puedes pensar que tu causa
es justa pero no gustarte lo que estás haciendo porque te revuelve tu
conciencia humana matar a alguien. Un personaje lo dice en la novela: “la
guerra y las situaciones extremas sacan lo peor y lo mejor de las personas”. En
una situación extrema, una persona puede proteger a los demás o esconderse y
empujar para salvarse o sacar provecho.
P. Quizá por ser mujer, se puede decir que Ocho caballos, cuarenta hombres está escrita con perspectiva de
género…
R. El problema de las mujeres está muy presente. En la República se
empezó a abrir una ventana a la libertad de la mujer. Si ese camino se hubiera
mantenido, la historia habría sido otra. También durante la guerra se
liberalizaron las costumbres, pero con la victoria de Franco se sufre una
vuelta a principios del siglo XX. Empezó a haber un bombardeo desde el ámbito
eclesiástico impresionante que devolvía a la mujer a casa con la pata quebrada.
Os invito a ver este minuto de video. No es
Gaza. Es Madrid bombardeada en 1936. Nunca antes en la historia de las guerras se había bombardeado a población civil:
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