“Aurelio se había quedado estupefacto al
ver el letrero escrito en el exterior del vagón: Huit chevaux, quarante hommes. Se había hecho traducir el texto.
Efectivamente, no se había engañado: Ocho
caballos, cuarenta hombres. Así pues, él y otros cuatro camaradas
equivalían para los franceses a un caballo y como bestias viajaron: apiñados
sobre la paja sobrante del último pasaje, encerrados entre cuatro paredes de
maderos por cuyas rendijas se filtraba la luz exterior, sin abertura alguna que
les permitiese respirar o mirar hacia fuera”. Esta es la explicación del título de la novela
de Carolina Pecharromán, una elocuente historia de amor, supervivencia, guerra,
acción, misterios. Una historia también de ese Madrid que resistió tres años
entre sufrimiento, hambre, dolor, rabia pero que no renunció a su
cotidianeidad.
El
relato comienza en Madrid, en la fatídica fecha del 17 de julio de 1936, y se
extiende hasta 1943, ya iniciada la invasión nazi. A lo largo de 500 páginas
acompañamos a la familia Santibañez en esos años de terribles para España y
Madrid. Sí, la novela es tan dura como imprescindible porque, como narra el
personaje principal en el epílogo, “de los que sufrimos la guerra y la perdimos,
pocos quieren recordarla en voz alta, es demasiado doloroso, demasiado
humillante. No quiero sembrar en sus cabezas malas hierbas de odio o rencor
igual que no deseo que otros les envenenen con versiones igual de parciales y
embadurnadas de barniz dorado. Pero tienen derecho a saber, algún día sabrán”.
En Ocho caballos, cuarenta hombres,
viviremos el Madrid de la guerra y la postguerra más dura, de los bombardeos,
del miedo; pero también el Madrid de las terrazas a rebosar a escasos metros
del frente. Caminaremos por Argüelles, por la Plaza de Santa Ana, por
Carabanchel, Vallecas, Sol, Gran Vía, Alonso Martínez…; alternaremos en Chicote
o Casa Alberto; estaremos al día en la cartelera de teatros, varietés y cines.
Dudaremos entre películas españolas como Morena
Clara, o musicales hollywoodienses que nos hagan olvidar un poco… Veremos
que “… a los madrileños no hay quien les quite el sentido del humor” en sus
dichos, frases, motes… Pero también iremos a Barcelona, a una trágica Alicante,
al Alcázar de Toledo, al frente de Aragón…
Y es
en ese frente, en esa guerra épica donde surge lo peor y lo mejor de las
personas. Donde la camaradería, que es algo más que amistad, es lealtad
absoluta, será nuestra salvación. Esa camaradería que nos recuerda a algunos
personajes de Pérez Reverte.
Viviremos
el amor apasionado, ese que surge sin buscarlo ni esperarlo. Ese amor que es
como los obuses que caen del cielo de Madrid. O ese amor que se alimenta
despacio, día a día. Veremos de cerca la muerte mientras desfilan ante nuestros
ojos de gentes normales personajes que hacen la Historia de los libros: Franco,
Azaña, Indalecio Prieto, Miaja, Mola, Pasionaria,
Cipriano Mora, Casado…
Seremos
testigos de esa intrahistoria que viven los pueblos. Esa verdadera historia que
nos muestra una y mil veces que los niños y las niñas son las víctimas que
llevan la peor parte en las guerras.
Francia,
Alemania, Inglaterra…, o mejor el desprecio de sus gobiernos hacia España en
contraposición a los brigadistas internacionales, a esas gentes que no
entienden de patrias sino de justicia.
Todo
ello y más, narrado en primera persona con la voz de Fernando Santibañez y con
un poco más de distancia la de sus familiares. Ocho caballos, cuarenta hombres posee una arquitectura sólida y un
hechos trepidantes que los más jóvenes deben conocer y los más mayores pueden
reconocer. Unos hechos muy bien documentados, que no en vano Carolina Pecharromán es periodista. A
mí se me han venido a la cabeza relatos familiares o de conocidos. Recordé por
ejemplo, al cocinero ya fallecido Carlos González Tejada a quien paseé por La vida desde el lago explicando cómo preparaba las tortillas sin huevo…
Me
dicen que habrá una presentación de la novela en el centro Rosa Luxemburgo de
Aravaca el 16 de noviembre a las 18,30, que correrá a cargo de Mirta Nuñez y
Yolanda Sobero. Y por supuesto Carolina Pecharromán, la autora, que actualmente
es adjunta a la jefatura del Área de Información Internacional de Telediarios
en TVE.
Y,
mientras busco a la autora para ver si charlamos un rato, ahí os dejo uno de
los momentos estelares de una de las pelis españolas del momento. De aquel momento:
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