García Montero y Macu. |
“Gabilondo sabe más de Kant y yo de Lorca”
Cuando, en el escenario de las elecciones
sindicales, la Federación de Enseñanza de CCOO contactó con el profesor y poeta
Luis García Montero, nadie preveía que iba a ser el candidato de Izquierda
Unida de Madrid para la presidencia de la Comunidad. El destino o la
casualidad, para gustos los colores, hicieron que el jueves esta Vida desde el lago acabara en Bilbao
escuchando las interesantes reflexiones de un Montero espoleado por Macu.
Macu
es la responsable de Organización de la Federación de Enseñanza de CCOO de Euskadi, una profesora que condujo
el acto con pedagógica profesionalidad. Previamente, un cuarteto del
Conservatorio centró el ambiente musical y Arantxa nos regaló con poesía
declamada.
Con
cierta retranca, preguntado por su buena relación con su adversario socialista,
Ángel Gabilondo; proclamó García Montero que “Gabilondo sabe más de Kant y yo
de Lorca”.
Claro,
esto no era un acto partidista. Evidentemente no tiene mucho sentido hacer
precampaña madrileña (que no ya española) en Bilbao, pero fue imposible no
realizar un par de referencias al agitado panorama de la comunidad, esa región
“laboratorio de todas las políticas neoliberales inimaginables”, que espetó
García Montero.
Un
laboratorio que, por otra parte sí ha tenido enfrente una contundente y
permanente movilización ciudadana, movilizaciones que, como la marea blanca.
“han conseguido evitar veintiséis privatizaciones de centros de salud y de
cuatro hospitales”, recordó el poeta.
Memoria y Transición
El
inicio de la conversación pública entre Macu y García Montero estuvo marcado
por la importancia de la memoria, “una parte del presente” -aseguró- para posteriormente
parafrasear al artista John Berger, quien aseguraba que “la peor manera de
cancelar el futuro es olvidar el pasado”. Esto es, “el olvido es una forma de
desamparo”.
En
este contexto de memoria y desmemoria, el profesor y poeta granadino reflexionó
sobre la llamada Transición: “de santa
Transición hemos pasado a borrarla y decir que todo se hizo mal…, y a mí,
las respuestas extremas no me gustan”. Según García Montero, a la salida del
franquismo había dos formas, dos tipos de democracia.
Por
una parte, las élites del franquismo querían una democracia útil para
integrarse en el capitalismo europeo y mantener sus privilegios; una democracia
que, por ejemplo, representaba la Monarquía.
Por
otra parte, estaba la democracia que quería la transformación de la realidad
social. Era la democracia del movimiento obrero y estudiantil, la que buscaba
cambiar las estructuras.
Según
García Montero, “por la correlación de fuerzas” (algo de lo que siempre ha
sabido bastante CCOO, añado yo), vencieron las élites franquistas, “pero tuvieron
que ceder privilegios como derechos civiles y espacios públicos como la sanidad
o la enseñanza”. A las élites les costó mucho ceder y a la clase obrera le
costó mucho conquistar sus derechos.
Situación predemocrática
Con
estos antecedentes, el poeta granadino considera que las élites han visto la
oportunidad de recuperar los privilegios que cedieron, calificando la situación
actual de “predemocrática”, donde los pobres, a pesar de tener empleo son
pobres y la policía reprime el derecho de huelga convirtiéndolo en un delito
con penas de más de tres años. En definitiva, “quien ha dinamitado la
Transición son las élites”.
Y en
esta actualidad, Montero mostró su preocupación por la “crisis económica y de
valores, por el capitalismo descarnado que estamos viviendo”; un capitalismo
que, manipulando a través de la telebasura y los nuevos espacios de
socialización, nos enseña “a pensar con el vientre, con instintos bajos, sin
control…” Frente a esta manipulación, el poeta reivindicó la importancia de una
escuela pública y de calidad.
Asimismo,
denunció, más allá de la confusión gubernamental entre cultura y
entretenimiento, “el asalto a la cultura popular”. En su opinión, “la cultura
popular está siendo liquidada por pensamientos únicos que se resumen en
telebasura, poniendo como paradigma la zafiedad”.
Educación y vocación
Como
profesor y rodeado de profesores, García Montero explicó su preocupación por la
conversión de la educación en un negocio y la degradación que esto implica,
porque con ello se dinamita el contrato pedagógico.
En
el contexto de la educación, relató la importancia de “la vocación”, para
diferenciar claramente entre “oficio y empleo. Mientras el empleo te garantiza
el ir viviendo, el oficio es también un compromiso con la sociedad. Si no
tienes vocación de ser buen profesor, no lo harás bien”, aseguró.
Macu echó el capote del paso al frente
que parece están dando los intelectuales respecto a la política, pero García
Montero lo tiene claro. Asegura que los intelectuales llevan trabajando desde
hace mucho, pero parece que es ahora cuando la sociedad les busca. Citó
ejemplos, que hay en todas las áreas. En economía recordó a José Luis Sampedro
y sus discípulos, como Carlos Berzosa; en Derecho, a Juan Ramón Capella; en
Historia, hay decenas, estudiosos del tema de la memoria, como Julián Casanova.
La
cuestión es que los espacios públicos están ocupados por los medios de opinión
“que saben a quien dan cancha”. En cualquier caso, a juicio del profesor, poeta
y candidato, “el intelectual es un trabajador que está vinculado con la
sociedad y debe dar un paso al frente”.
La rebelión de las élites
El
poeta y profesor no impuso nada. Simplemente nos dio pistas para pensar, si
acaso para mirar la realidad con otra perspectiva, también desde la importancia
que tienen los vínculos, los espacios públicos, la comunidad. Vínculos a los
que también se refirió el secretario general de CCOO de Euskadi, Unai Sordo,
animando a que no se rompan entre el mundo del trabajo y la cultura, y
“vínculos entre personas anónimas”, creadoras de espacio público.
Coincidiendo
con García Montero, Unai Sordo denunció que “vivimos una rebelión de las
élites”. Unas élites a las que les sobra el sindicalismo de clase y que, como
saben que el sindicalismo nunca va a desaparecer, se dedican a reforzar el
corporativismo.
Pablo
García de Vicuña, secretario general de la federación de Enseñanza de CCOO de
Euskadi, para concluir, hizo un repaso de los desaguisados que tanto los
gobiernos de Rajoy como de Urkullu están realizando en la enseñanza y
concretamente en la escuela publica, calificando a la consejería vasca de “ineficaz
y torpe” por aparcar los temas importantes. Asimismo arremetió contra el
sindicalismo nacionalista que no defiende los derechos de trabajadores y
trabajadoras más allá de Álava.
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