Susana, en Alcorcón fotografiada por @frlorente |
Los medios de comunicación se
empeñan en crear famosos y famosas a los que admirar y, normalmente, no nos damos cuenta que
viajando en el Metro, el autobús o el
Cercanías, a horas intempestivas, estamos rodeados de héroes y heroínas. No nos
damos cuenta de que nosotros, nosotras mismas, valemos muchísimo más que estrellas efímeras de la televisión, incluso
más que desaforados tertulianos gritones que nos quieren explicar las cosas de
la vida.
Susana Domínguez Mateos es una de esas heroínas. Y por partida
doble. Susana se dedica a salvar vidas junto a su equipo del SUMMA (Servicios
de Urgencias Médicas de Madrid) y además es una mujer hecha a sí misma que con
un titánico esfuerzo está a punto de acabar la carrera de Medicina. “Si hubiera
sido un chico del barrio de Salamanca de familia acomodada habría hecho la
carrera de medicina en siete años, pero las circunstancias han hecho que mi
sueño de infancia se dilate diecisiete años”, asegura Susana.
Susana, afiliada a CCOO desde
1997, es muy crítica con los recortes padecidos por la sanidad pública.: “los
hospitales están saturados; los trabajadores del SUMMA padecemos una sobrecarga
de trabajo y he visto lo que jamás habría imaginado, que una UVI móvil tenga
que esperar para ingresar a un paciente”.
Es madrileña y se encuentra en la
última frontera de la treintena. Con gracia castiza cuenta que nació en la
sanidad pública, en La Paz, una noche de “tormenta espantosa”. Con 17 años, al
acabar el instituto, hizo un módulo de FP que la habilitaba para trabajar en
una escuela infantil. Y así anduvo unos años hasta que con 22 nació su hija
Sara. En esa época, como tantos madrileños, terminó trasladándose a una ciudad
del sur, a Fuenlabrada. Luego vino la separación y el tener que sacar adelante
a Sara con la ayuda de la familia, especialmente su madre: “Recuerdo a mi madre
llevando a mí hija siendo bebé a que le diera el pecho durante las guardias”.
Fue en Navidades de 1997 cuando
comenzó a trabajar en el Servicio de Urgencia de Atención Primaria y, a partir
del traspaso de competencias a la Comunidad de Madrid en 2004, entró en el SUMMA.
Desde luego lo de Susana es
vocación. Después de dejar la escuela infantil y dar a luz retomó los estudios. Tras
ser celadora se hizo enfermera y luego “¿por qué no?”, se matriculó en
Medicina en Valladolid para ser anestesista. Durante dos años estuvo viviendo
en la ciudad castellana para acudir a la facultad de lunes a jueves y trabajar
fines de semana, fiestas y vacaciones. Ahora, las prácticas del último curso
las ha realizado en el Hospital de Getafe y ahora en el Hospital Fundación de Alcorcón, donde está su base del SUMMA.
Es decir, el hospital es prácticamente su residencia principal. Sale de las
guardias y realiza las prácticas. Realiza las prácticas y entra de guardia…
Eso sí, Susana es muy generosa y
agradecida: “trabajar en el SUMMA y estudiar medicina es muy complicado. Hace
falta tener muy buenos compañeros y compañeras de trabajo y el apoyo de la
familia para poder compatibilizarlo”.
Ser mujer…
Momento "pillada", hablando bajo la lluvia, por @frlorente, o sea, Fran Lorente. |
Escuchando la historia de Susana,
que da para una serie de televisión, es evidente que ser mujer resulta
complicado. Claro, trabajas 24 horas seguidas para entrar en la resaca postguardia, porque “muchas
guardias son un infierno”. E insiste, “si eres una mujer sola y con hijos,
necesitas el apoyo de la familia, si no es imposible”.
Explica Susana en qué consiste el
trabajo del SUMMA y las diferencias con el SAMUR. Lo resume bien dibujando una
sonrisa en su gesto: “El SAMUR hace la calle en Madrid capital; el SUMMA, las
urgencias y emergencias para toda la Comunidad de Madrid. En Madrid capital
atendemos avisos que no son de calle. O sea, que si te caes por la ventana a la
calle va el SAMUR y si te caes al patio de tu casa vamos el SUMMA”. Eso sí,
todas las llamadas las atiende el 112.
“¿Qué cómo es una jornada de
trabajo. En nuestro caso, son 24 horas de ocho de la mañana a ocho de la mañana.
Llegamos al módulo, nos cambiamos, revisamos el material: el oxígeno, los
monitores, el respirador, los collarines.., y desayunamos con el equipo
saliente. Sin duda, ése es el mejor momento de la jornada en el que nos
contamos las incidencias de la guardia”.
A partir de ahí toca esperar los
avisos, las llamadas. Explica Susana que en la periferia hay menos avisos pero
se recorren distancias más largas, “no es raro acabar la jornada recorriendo
doscientos kilómetros. Aunque la mayoría de avisos se refieren a problemas con
personas mayores, es impredecible lo que puede deparar el día”.
Un equipo del SUMMA está formado
por dos técnicos (uno de ellos, conductor), un enfermero y un médico que tienen
la cabeza amueblada de una forma diferente a la mayoría de trabajadores. Para
estas personas no existen festivos, ni Semana Santa, ni Navidades. Para ellas
“lo normal” es trabajar en fiestas y vacaciones. Sí. Son héroes y heroínas que sin duda están
a pie de tajo.
Una grande de España y no la Pantoja.
ResponderEliminarGrande del mundo, Roberto. Gracias por tu comentario.
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