Escultura de "El penitente" en la ETSI de Madrid |
Como somos flojos de memoria, con estas
líneas vengo a recordar el accidente minero que el pasado 28 de octubre se
llevó por delante la vida de seis mineros leoneses por un escape de gas. Somos
capaces de explorar el espacio y organizar una Estación Espacial Internacional,
pero sigue habiendo muertes en la mina por escapes de gas. Algunos, no tan
lejanos, terribles. A raíz de aquel accidente, llamativo por la falta de
seguridad ante el grisú, una abogada amiga me comentó que su padre, don Jesús, quien durante un tiempo fue ingeniero de minas, le comentó sobre la figura de “el
penitente”. Un pseudo oficio tan trágico como rodeado de leyendas. Su objetivo:
localizar el grisú. Al límite. Flirteando con la muerte.
Ni
idea. Yo no tenía ni idea de que hubiera existido la figura del penitente. La información oral de la
abogada hizo que rebuscáramos en internet. Y empezaron a aparecer
informaciones. Resulta que en la Escuela
Técnica Superior de Ingenieros de Madrid había una escultura que
representaba a un penitente. La escultura estuvo a la intemperie durante años y
ahora reposa en la balda de un laboratorio según explica Patricia Gil en la revista Infominas en un clarificador reportaje.
En
él cita al escritor asturiano Ánxel Nava,
quien escribe en primera persona sobre esta figura tan desconocida : “Soy el
penitente, un fantasma, una sombra en el resplandor negro que pasa como ánima
en pena, tapado con una capucha, las vestiduras empapadas en agua, porto un
palo y una estopa en busca del grisú. Siento los ruidos sordos de la mina, las
goteras del agua, los ecos de mis propios pasos. Mi penuria de andar toda mi
vida a tientas a través de la luz. Mejor que esta soledad sería ir por las
galerías con un pájaro, un canario que cuando muere en su jaula avisa del gas.
Me prestaría sentirlo cantar entre la música de las piedras. Pero es igual,
jilguero, mi niño, el metano no perdona. Una explosión y adiós, se acabó la
pena del penitente.”
Desconozco
si para llegar a este reportaje de Infominas previamente se pasó por el
blog de Alberto Vilela Campo, quien
criticaba que esa escultura de El
penitente se encontrara en una balda, al tiempo que daba unas pinceladas,
más o menos documentadas sobre la historia de los penitentes. Vilela Campo es un importante
coleccionista de lámparas de minería, autor de varios libros y un blog, Luces en las minas. Y en este rebuscar me topé con El blog de Acebedo, un
mierense hasta la médula que también hablaba del asunto y citaba a su paisano
Alberto Vilela.
En
lo que todo el mundo coincide es en que es en una novela de Julio Verne donde se hace una referencia
explícita a un penitente: Las Indias
negras. En casa tengo un “Rincón Julio Verne”, con todas sus obras, alguna
edición curiosa y algunos estudios sobre el autor. Así que fui allí y en una sentada
me leí esta novela que en su día fue publicada como un folletín.
En
mi opinión, la novela es trepidante y Silfax,
un penitente, es el verdadero protagonista. Sobre la novela cuento en la
próxima entrada, que esto está quedando muy largo. Sólo decir que la existencia
del penitente está demostrada en Inglaterra y parece que en Francia, donde Emilio Zola se ocupó de ellos en Germinal. En esta impresionante obra escribe
que en la mina trabajaban los llamados penitentes blancos, cubiertos con
sábanas mojadas, quienes se adentraban en la mina portando antorchas para
quemar el grisú que a veces se había acumulado en el techo de las galerías.
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