Aquel 1964 fue el año en que el Che Guevara
dio su discurso ante la ONU; fue el año de la aparición de el Libro rojo de Mao. En nuestro país, el nacimiento de 697.697
bebés logró que el baby boom tocara
techo mientras Los Sirex triunfaban con Si yo tuviera una escoba y Conchita Velasco con su Chica Ye-Ye. Las faldas empezaban a perder tela, por lo que a
Manolo Escobar no le gustaba que a los toros se fuera con minifalda. Pero
también fue el año en que resurgieron las tensiones en las minas asturianas,
eran años de clandestinidad en las que, por ejemplo, las Comisiones Obreras
empezaban a tomar forma. En ese escenario tragicómico Manuel Fraga, ministro de
Información y Turismo, metió a España en una de las mayores campañas
propagandísticas del franquismo: 25 años de paz, que en realidad se
convirtieron en los 25 años de la victoria.
En
Madrid, por ejemplo, se construyó en honor a esas bodas de plata franquistas el
Hospital de La Paz, que aún conserva
el nombre; o la Avenida de La Paz,
que también se sigue llamando así a un tramo de la M-30, perdón Calle 30. Los
más mayores recuerdan que aquel año todo se inundó de carteles, desfiles,
sellos con los “25 años de Paz”.
El
tono de la campaña intentó ser más conciliador, dejando de lado el discurso
político de la cruzada. Se intentó relegar la Guerra Civil al olvido en la medida de lo posible, mientras que se
ensalzaban las bondades del I Plan de
Desarrollo, del Seat 600 o del boom
turístico –el año anterior se homenajeaba al turista 11 millones– fruto del
recién nacido lema Spain is different.
La
campaña quiso demostrar que la España de 1964 era muy diferente a la de 1939,
rehuyendo episodios cercanos, como la silenciada guerra en Ifni y Sáhara, las
represalias por el Contubernio de Munich, las ejecuciones del comunista Julián Grimau y de los anarquistas Delgado y Granados, la creación del Tribunal de Orden Público (TOP) para la
represión de la disidencia política, las huelgas y su violenta represión;
tampoco aparecía la cuestión más denunciada desde el extranjero: la permanencia
aún en el exilio de miles de españoles. El franquismo y sus ministros más
jóvenes, con Fraga a la cabeza, se hacían trampas al solitario.
Del “Te Deum” a Franco ese hombre
El
pistoletazo de salida a los fastos comenzó en el Valle de los Caídos con un solemne Te Deum al tiempo que ABC
publicaba una entrevista con el dictador. Quedaba claro que lo que se celebraba
era la victoria fascista más que una supuesta paz. La campaña finalizó con una
película dirigida por Sáenz de Heredia, y escrita por José María Sánchez Silva: Franco, ese hombre.
Narra
el historiador Paul Preston en su
biografía sobre Franco que el cuadro que presentaba la cinta “era el de un héroe
que había salvado un país en caos de las hordas del comunismo, luego lo había
salvado nuevamente de las hordas del nazismo, y posteriormente se había
convertido en el padre benévolo de su pueblo”. La película tuvo un considerable
éxito de taquilla, pero Franco se limitó a comentar: “Demasiados desfiles”.
También
una crónica de ABC del 2 de abril describía pormenorizadamente el acto del
Valle de los Caídos: “Minutos antes de las doce llegaron a la Basílica SS. AA.
RR. el Príncipe Don Juan Carlos y su esposa, Doña Sofía. A las doce y cinco lo
hizo Su Excelencia el Jefe del Estado, que vestía uniforme de capitán general y
ostentaba sobre su pecho la Gran Cruz Laureada de San Fernando, acompañado de
su esposa, doña Carmen Polo de Franco, que lucía la clásica mantilla…” Del mismo modo reseñaba ABC los “actos
religiosos y patrióticos” realizados en toda España: Barcelona, Bilbao,
Zaragoza, Salamanca, Pontevedra…
Aquel 1964 fue el de la final de la Copa de Europa en Madrid que enfrentó a las
selecciones de la Unión Soviética y
España. Cuatro años antes, en 1960, Franco prohibió que las selecciones se
enfrentaran, pero se pudo rectificar ante la FIFA y se consiguió que la final
se celebrara en España.
Escasos
días antes de aquel 21 de junio no se sabía si Franco iba a acudir al encuentro
por temor a tener que entregar el trofeo al capitán del equipo soviético.
Cuenta Paul Preston que un alto funcionario falangista de la Federación
Española de Fútbol llegó a proponer, sin éxito, que se tratara de drogar al
equipo soviético para proteger al dictador de tal contrariedad.
El
hecho es que el partido se llevó a cabo entre gritos de “¡Franco, Franco,
Franco!” animados por los falangistas. Y además España venció por 2 a 1. Eso
sí, hace dos años supimos la verdad del famoso gol de cabeza de Marcelino. El
pase del gol no lo dio Amancio, sino el barcelonista Pereda. El NO-DO manipuló
la secuencia porque no se grabó ese pase. El montador reconoció que no pudieron
grabar la jugada completa y tuvo que hacer un apaño, según el cual el pase no
era el del gol, si no otro parecido del 7, Amancio. Y…, lo que decía el NO-DO
iba a misa. El hecho es que aquel día ondeó oficialmente la bandera con la hoz
y el martillo por primera vez en España desde 1939.
Ahí va otro fragmentito de Franco, ese hombre:
Ahí va otro fragmentito de Franco, ese hombre:
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