Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

domingo, 1 de junio de 2014

Fraga, Franco y los 50 años de los “25 años de Paz”




Aquel 1964 fue el año en que el Che Guevara dio su discurso ante la ONU; fue el año de la aparición de el Libro rojo de Mao. En nuestro país, el nacimiento de 697.697 bebés logró que el baby boom tocara techo mientras Los Sirex triunfaban con Si yo tuviera una escoba y Conchita Velasco con su Chica Ye-Ye. Las faldas empezaban a perder tela, por lo que a Manolo Escobar no le gustaba que a los toros se fuera con minifalda. Pero también fue el año en que resurgieron las tensiones en las minas asturianas, eran años de clandestinidad en las que, por ejemplo, las Comisiones Obreras empezaban a tomar forma. En ese escenario tragicómico Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo, metió a España en una de las mayores campañas propagandísticas del franquismo: 25 años de paz, que en realidad se convirtieron en los 25 años de la victoria. 

En Madrid, por ejemplo, se construyó en honor a esas bodas de plata franquistas el Hospital de La Paz, que aún conserva el nombre; o la Avenida de La Paz, que también se sigue llamando así a un tramo de la M-30, perdón Calle 30. Los más mayores recuerdan que aquel año todo se inundó de carteles, desfiles, sellos con los “25 años de Paz”.

El tono de la campaña intentó ser más conciliador, dejando de lado el discurso político de la cruzada. Se intentó relegar la Guerra Civil al olvido en la medida de lo posible, mientras que se ensalzaban las bondades del I Plan de Desarrollo, del Seat 600 o del boom turístico –el año anterior se homenajeaba al turista 11 millones– fruto del recién nacido lema Spain is different.

La campaña quiso demostrar que la España de 1964 era muy diferente a la de 1939, rehuyendo episodios cercanos, como la silenciada guerra en Ifni y Sáhara, las represalias por el Contubernio de Munich, las ejecuciones del comunista Julián Grimau y de los anarquistas Delgado y Granados, la creación del Tribunal de Orden Público (TOP) para la represión de la disidencia política, las huelgas y su violenta represión; tampoco aparecía la cuestión más denunciada desde el extranjero: la permanencia aún en el exilio de miles de españoles. El franquismo y sus ministros más jóvenes, con Fraga a la cabeza, se hacían trampas al solitario.

Del “Te Deum” a Franco ese hombre

El pistoletazo de salida a los fastos comenzó en el Valle de los Caídos con un solemne Te Deum al tiempo que ABC publicaba una entrevista con el dictador. Quedaba claro que lo que se celebraba era la victoria fascista más que una supuesta paz. La campaña finalizó con una película dirigida por Sáenz de Heredia, y escrita por José María Sánchez Silva: Franco, ese hombre.

Narra el historiador Paul Preston en su biografía sobre Franco que el cuadro que presentaba la cinta “era el de un héroe que había salvado un país en caos de las hordas del comunismo, luego lo había salvado nuevamente de las hordas del nazismo, y posteriormente se había convertido en el padre benévolo de su pueblo”. La película tuvo un considerable éxito de taquilla, pero Franco se limitó a comentar: “Demasiados desfiles”.

También una crónica de ABC del 2 de abril describía pormenorizadamente el acto del Valle de los Caídos: “Minutos antes de las doce llegaron a la Basílica SS. AA. RR. el Príncipe Don Juan Carlos y su esposa, Doña Sofía. A las doce y cinco lo hizo Su Excelencia el Jefe del Estado, que vestía uniforme de capitán general y ostentaba sobre su pecho la Gran Cruz Laureada de San Fernando, acompañado de su esposa, doña Carmen Polo de Franco, que lucía la clásica mantilla…”  Del mismo modo reseñaba ABC los “actos religiosos y patrióticos” realizados en toda España: Barcelona, Bilbao, Zaragoza, Salamanca, Pontevedra…

El gol de Marcelino

Aquel 1964 fue el de la final de la Copa de Europa en Madrid que enfrentó a las selecciones de la Unión Soviética y España. Cuatro años antes, en 1960, Franco prohibió que las selecciones se enfrentaran, pero se pudo rectificar ante la FIFA y se consiguió que la final se celebrara en España.

Escasos días antes de aquel 21 de junio no se sabía si Franco iba a acudir al encuentro por temor a tener que entregar el trofeo al capitán del equipo soviético. Cuenta Paul Preston que un alto funcionario falangista de la Federación Española de Fútbol llegó a proponer, sin éxito, que se tratara de drogar al equipo soviético para proteger al dictador de tal contrariedad.


El hecho es que el partido se llevó a cabo entre gritos de “¡Franco, Franco, Franco!” animados por los falangistas. Y además España venció por 2 a 1. Eso sí, hace dos años supimos la verdad del famoso gol de cabeza de Marcelino. El pase del gol no lo dio Amancio, sino el barcelonista Pereda. El NO-DO manipuló la secuencia porque no se grabó ese pase. El montador reconoció que no pudieron grabar la jugada completa y tuvo que hacer un apaño, según el cual el pase no era el del gol, si no otro parecido del 7, Amancio. Y…, lo que decía el NO-DO iba a misa. El hecho es que aquel día ondeó oficialmente la bandera con la hoz y el martillo por primera vez en España desde 1939.

Ahí va otro fragmentito de Franco, ese hombre:

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