Yo no me podía imaginar que, cuando hace unas semanas, me dieron fecha 1 de abril para una analítica que incluía análisis de orina, la plantilla del Metro de Madrid iba a secundar en pleno una huelga.Ahora es todo mucho más aséptico con esos tubitos que te dan herméticamente cerrados. No como antes, que echabas el pis en un frasco de
Nescafé y luego te decía el médico que a quién se le ocurre tomar más de una docena de cafés diarios. Y te prohibían terminantemente la cafeína. Los que echaban el pis en un tarro de Nescafé, pero descafeinado, no tenían problema.
La cuestión es que salgo de casa con el frasquito del pis sin saber muy bien donde guardarlo porque, no sé muy bien por qué, da la impresión de que el frasquito se va a abrir y a llenarlo todo del amarillo líquido matinal. Al final, lo metes en una bolsita de plástico, aunque en caso de accidente la bolsita no solucione nada.
Intento buscar un sitio en que el frasquito vaya de pie con el tapón hacia arriba y, cuando entro en el Metro, millones de personas en el andén me hacen caer en la cuenta de la huelga. Indudablemente el frasquito corre serio peligro. En el Metro los espacios propios son distintos a los que hay en un ascensor. De hecho, en el Metro, con huelga, no existen espacios propios.
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