Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

miércoles, 1 de abril de 2009

Machismo en la Casa del Libro / Suspiros de España

En jarras, mostrando porra, pipa y reloj con pegatina rojigualda. Ademán de sargento franquista chusquero. Verborreico, faltón y descontrolado. Su oficio, seguridad privada en la Casa del Libro de Goya. Vamos, "segurata".


Dos mujeres, una joven y otra más mayor buscaban un libro en la primera planta. La más joven sobrepasa el mostrador del punto de información. Como un hombre de Harrelson, con algo más de tripa y su pelo cano perfectamente peinado aparece el señor de la seguridad lanzando gritos e improperios a la chica, que, asustada y nerviosa sale del mostrador.

- "¡Fuera de ahí! ¡Ese sitio es privado!", grita el de uniforme.
- "Estaba buscando un libro".
- "¡Pues te esperas a que te atiendan!".
- "No venía nadie".
- "¡Pues lo buscas! ¡Y que no sea la útima vez! ¡Espetó violentamente el de uniforme!"

Y la mujer mayor:

- "¡Ay como se pone!

La situación era tan absurdamente violenta que intervine, intentando calmar los nervios con una frase del tipo, "venga, que tampoco es para tanto". Y el de uniforme, "estoy calmado", mientras la voz se le descontrolaba. Y la chica:

- "Nadie me hacía ni puto caso".
- "¡Con qué tenemos puto. Eso no lo dice una señorita!", vomita el de seguridad mientras se pone en jarras, enseña la porra, enseña la pipa y enseña la enseña.

Y la mujer mayor:

- "¡Pero mira cómo es pone enseñando la porra!" Y es que realmente la actitud era chulesca facciosa, y hasta graciosa.
- "Hombre. Tampoco un hombre debe decir puto", digo yo humildemente.
- "¡Pues para mí eso no lo deben decir las mujeres", dispara el segurata.
- "Pues porque es un machista", le respondo. "Es un machista", dicen las mujeres.


Y ya descontrolado.

- "¡Fuera de aquí!"

Y yo que no tengo madera de héroe:

- "Vámonos que este señor está nervioso".
Y en la lejanía.

- "¡Sinvergüenzas!"

A un dependiente de la planta baja le hago ver el figura que tienen arriba. Y, "Joé cómo ha cambiado esto. Esto antes era una casa de cultura…"

Pienso yo que este hombre andaba con el 1 de abril subido a la cabeza. Desde la serenidad hay que responder a atropellos de este tipo. ¡Ya está bien!

Y no puedo por menos que agradecer los envíos que estoy recibiendo sobre la exitosa campaña del lince de los obispos, que es que como viven en otro mundo a los cashondos de turno se lo ha puesto Rouco a huevo. El cartel de hoy tiene su aquel, sí.

Iba a contar otras cosas, pero lo de la Casa del Libro me ha indignado. Eso sí, es tiempo de recordar a aquellos españoles que hace 70 años tuvieron que dejar su tierra, su España. Este video, con el tema musical de Soldados de Salamina, me parece una bonita manera:


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