Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

sábado, 24 de mayo de 2014

El 25 de mayo iré a votar


Ya os he dicho en otras ocasiones que yo sí voy a votar. Ya os he dicho que en realidad siempre he votado. Hasta cuando no tenía edad para votar sentía que votaba. En aquellas primeras elecciones en las que las colas de votantes, sedientos de democracia, daban la vuelta a los colegios electorales. Y las mujeres, las mujeres votaron más que los hombres gracias a una ley retomada que fue sacada adelante por Clara Campoamor en la República, después de una lucha sin cuartel.

En aquellas primeras citas electorales lo de “la fiesta de la democracia” era cierto. Las familias se ponían el traje de los domingos en lo que era una auténtica fiesta, aunque aún con miedos. Los más mayores recordaban lo que era votar, pero el adulto común jamás había visto una urna. La inmensa mayoría no sabía cómo se hacía eso de votar. Algo habían oído, pero no tenían ni idea.

Y los muertos, o mejor, asesinados. Yo voto por ellos, voto por mi presente y por honrar la memoria de cientos de miles de personas que han muerto para que podamos votar. Miles de héroes anónimos que si se levantaran de sus tumbas o de las anónimas fosas en las cunetas no podrían creerse lo del “que más da” de tantas gentes de izquierdas. Voto por los abogados de Atocha, por Pablo Iglesias, por Julián Grimau, por Clara Campoamor, por Matilde Landa, por los brigadistas internacionales y sus sueños, por Miguel Hernández, por Machado, por Federico García Lorca y por tantas. Y por tantos. Incluidos los anarquistas, por Durruti, por Federica Montseny, anarquista y ministra en la República. Votar es otro derecho conquistado que esté en horas bajas, pero no me van a robar ese derecho.

Ya os he dicho que los que no me valen son los de no ir a votar como postura estética, que se sitúan fuera del sistema en charlas de café, en facebook o en twitter. No me valen los antisistema enganchados a las redes, que son el sistema en estado puro. No me valen los quemaiglesias que llevan a sus hijas a colegios de monjas; los pseudocómplices de okupas que compran ropa de marca fabricada en Bangkok; los que insultan las corruptelas de algunos políticos y se cuelan en la fila del médico por amiguismo; los que critican a los ricos y, en su mundo hipotecado, no pueden vivir sin consumir lo último en tecnología y culebrean su ambición en busca de más y más y más. No sirve esa postura del profesional liberal, del dentista o el fontanero que no vota porque le han subido el IVA, cómplices insolidarios de un sistema que roba derechos y envía a las gentes a la exclusión social.

No me valen los obreros que piensan que todos los políticos son iguales, que es lo que los poderosos quieren que creamos. Es verdad que todo se parece bastante, pero hay matices: hay conquistas civiles por una parte y reconquistas medievales por otra. Nos han vendido que la lucha de clases ha muerto y nos lo hemos tragado cuando más grandes son las diferencias entre las clases.

Son las del 25 de mayo una elecciones europeas. Elecciones a esa Europa que está aniquilando su tradicional estado de bienestar. Esa Europa que está dividiéndose en dos: la del norte, rica, y la del sur, pobre. Esa Europa que ve cómo resurgen una ultraderecha que la llevó a su destrucción.

Entre Bildu, Esquerra y el PSOE, pasando por IU, EQUO y Podemos

A estas horas, antes de narcotizarme con el partido de Champions, sé a quien no votaré, pero no sé a quien votaré. Según ese test que ha circulado por internet debería votar a Esquerra Republicana o a EH Bildu como primeras opciones. Vale, a mí también me ha sorprendido un poco, que yo no soy de fronteras.

Cuando por mi cabeza pasa IU, pues no puedo dejar de pensar en Extremadura, donde permiten que gobierne el PP antes de cogobernar con el PSOE. Y no puedo dejar de pensar que siendo la izquierda “unida” sea incapaz de hacer frente común con partidos nuevos como EQUO o Podemos. Estos últimos también pueden ser simpáticos, pero no termino de entender su mensaje.

Y cuando pienso en el PSOE, pues recuerdo a Zapatero, aquel día de mayo en que vino de Europa y comenzaron los recortes de derechos…, un aperitivo de lo que luego ha venido haciendo Rajoy. O veo a Almunia como comisario europeo defendiendo políticas duras contra los más desfavorecidos.

A pesar de todo, y a pesar de la espantosa campaña, a algunos de estos votaré, pero seguiré manifestándome en las calles, que eso también es democracia. Y seguiré escuchando a las gentes, contando, buscando verdades, interpretando, opinando. Y forzaré en mis posibilidades que mis representantes me representen de verdad, representen la conciencia, la dignidad de las personas.


Los poderes quieren que no votemos para hacer a su antojo. Conmigo que no cuenten. Aquí os dejo un breve diálogo de Viva la libertà entre el presidente de la Republica y el suplantador jefe de la oposición, de la izquierda. Un loco. Quizá nos hagan falta unas buenas dosis de locura.


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