El 2 de mayo es la fiesta de la
Comunidad de Madrid. Vamos, el equivalente a la Diada catalana o el Día de la
Patria Vasca… En esta jornada se imponen unas medallas a celebridades
madrileñas. No tengo muy claro cómo se elige a los galardonados. Este año le ha tocado a Rouco
Varela, que ha venido siendo cardenal, arzobispo de Madrid y presidente de la
Conferencia Episcopal. Un tipo conocido por ser un pancartero ultra,
provocador, con aire de político frustrado más que pastor del rebaño católico.
El presidente de la Comunidad de
Madrid, Ignacio González, le ha impuesto la condecoración a Rouco y ha explicado
algo que ya intuíamos, que es su “referente espiritual e intelectual”. Es
decir, que González debió tener la sacra inspiración de Rouco cuando decidió
que Eurovegas, ese antro de vicios varios, viniera a Madrid. Gracias a Dios,
que anda por encima de Rouco y González, la cosa Eurovegas ha tenido el mismo
éxito el Madrid olímpico.
Hay que agradecer al presidente
de Madrid que deje claras las fuentes políticas y espirituales de las que bebe.
González es el principal talento cazado
por Esperanza Aguirre, que le hizo su heredero sin que nadie le votara.
Aguirre, sembradora de Gürtel, hace grandes fichajes: Alberto López Viejo,
Francisco Granados…, todos ellos involucrados en patrióticos despistes
económicos. Ella, que llegó al poder con un pseudogolpe (que ya se nos olvida el tamayazo),
está por encima de todo. Es el icono del “usted no sabe con quién está
hablando”. Su último episodio, su fuga tras aparcar en la Gran Vía, fue tomado
como anécdota, pero es un síntoma de cómo se las gasta esta gente. De cómo son
impunes.
No quiero ni pensar cómo habría
acabado yo mismo si me escapo de un “alto policial”, más aún teniendo en cuenta
que en la guantera del coche llevo la tarjeta del Eroski y un CD de la Orquesta
Mondragón…
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