Mis padres, que
fueron hijos de la Guerra Civil y que no querían oír hablar de una guerra ni en
pintura, siempre coincidían en que los niños eran las mayores víctimas de la
guerra. Terror de por vida, hambre, enfermedades, estudios y futuros
truncados…, heridas que nunca llegan a cerrarse. Cuando veía mi madre en
televisión imágenes de bombardeos con niños aterrorizados, fuera en el lugar
del mundo que fuera, se veía a sí misma: “así, así me pasaba a mí”, en aquella
guerra en que Franco inauguró en Madrid, y para la historia, los bombardeos a
ciudades, a civiles, a una infancia que mutiló. Y la idea cuajó, que los seres
inhumanos son así. Ahora veo Nacido en
Gaza, un documental rodado durante la ofensiva israelí que asoló la franja
de Gaza entre julio y agosto de 2014 y tengo mis serias dudas sobre que este
mundo tenga remedio.
Nacido en Gaza se estrena el 12 de diciembre
El documental narra
la vida cotidiana de diez niños bajo las bombas y finaliza tres meses después
de la ofensiva israelí. Ellos sirven de eco a esos 507 niños muertos y más de
3.000 heridos que dejaron las bombas asesinas de Israel.
Los niños son los
más débiles y, por tanto, quienes más sufren la barbarie. Con las gafas de la
infancia nos muestran que viven ahogados en busca de ese espacio de libertad
inexistente. Ni en la inmensidad del mar se haya la libertad porque “lo han
cerrado”. Como dice uno de los críos, “aquí no se salva nadie, lo destrozan
todo”.
A pesar de la
dureza del contenido del documental, Nacido
en Gaza cuenta con una gran belleza artística en la que predomina el uso de
la cámara superlenta y la utilización de drones para captar imágenes
imposibles.
Pero lo fundamental
es la infancia, esa infancia arrebatada que convierte a los niños en mayores
que nada entienden. Niños que tienen que realizar los más duros trabajos para
sobrevivir ellos y sus familias en un lugar en que Israel impide que haya pesca,
agricultura, ganadería, sanidad, educación…
A pesar de la
tragedia es inevitable que no se encuentre un rato para los juegos a riesgo de
que estos terminen con un bombardeo en medio de un partidillo de fútbol en la
playa. Sn inevitables las risas y miradas cómplices. Los niños de Gaza quieren
ser como los niños de un mundo en que no haya bombardeos. Quieren jugar
tranquilos, estudiar, hacer travesuras…, sueñan con ser maestros, pescadores,
ingenieros aeronáuticos… y quieren salir de Gaza porque eso es un infierno no
merecido.
También quieren
olvidar las bombas, el horror pero los mayores no les dejan olvidar. Permanentemente
les recuerdan la barbaridad, los retratos de los amiguitos y familiares
asesinados, porque a los mayores les resulta más fácil alimentar el odio en una
espiral inacabable.
Un documental imprescindible
por su contenido y por su estética. Y porque es bueno ponernos las gafas de la
infancia.
País: España.
Director: Hernán
Zin.
Guión: Hernán Zin.
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