Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

miércoles, 14 de enero de 2015

Fernando Figueroa y el grafiti

“Puede haber una ciudad inmaculada, pero estar podrida por dentro”


Fernando Figueroa por @frlorente con su nuevo libro entre las manos.
Es actor, clown, artista gráfico-plástico, novelista, monitor de ajedrez…; pero le he buscado por tener el doctorado en Historia del Arte y encontrarse entre las dos personas de este país que más saben sobre el fenómeno grafiti (admitida ya esta grafía por la RAE). Sobre el tema ha escrito diversos ensayos como Madrid Graffiti (2002), El graffiti universitario (2004) o Graphitfragen (2006). Ahora acaba de presentar El grafiti de firma (editorial Minobitia), donde defiende que “sin cultura, sin alfabetización, no existe el grafiti”. Reconoce que nunca ha hecho una pintada, ni un grafiti, ni nada de nada, aunque más que persona de orden se considera “una persona que busca la coherencia, con suficiente sensibilidad para saber que la marginalidad forma parte del sistema, y que la ley es para proteger a los débiles, no para beneficiar a los poderosos. Por eso estallan las revoluciones y por eso la ley no puede atacar al grafitero”.
  
P. Imagínate que eres concejal de Limpieza del Ayuntamiento de Madrid. ¿Cómo actuarías con los grafitis?
R. Discriminaría. Haría una limpieza selectiva. También escucharía al vecindario, que muchas veces adopta el grafiti como propio. No por ley vamos a borrar todo como sucede hoy en Barcelona, por ejemplo, que borran hasta los grafitis contratados por los comerciantes para decorar cierres. Mi objetivo sería una concordia social. Hay que ser flexible. Quitar un mural habla muy mal de la democracia. Permitimos la publicidad porque paga un canon, unas tasas. El argumento de contaminación visual no se aplica a la publicidad en chirimbolos, en autobuses. No se aplica a algo tan horrendo como llamar “Vodafone Sol” a una estación de Metro histórica porque un tribunal dice que eso es sano higiénicamente y no contamina a los ciudadanos. Es absurdo y, personalmente, me irrita. El grafiti es neutro. Expresa simplemente lo que quiere expresar la gente: amor, rabia…

P. ¿Eres entonces favorable a las paredes de las ciudades repletas de grafiti de firma?
R. Lo entiendo y lo justifico. El grafiti no es sólo una manifestación de protesta contra algo, es también un festejo de las libertades y la tolerancia. Tiene una cara combativa y otra de celebración. En Madrid, a principio de los ochenta, “Muelle” era una firma que celebraba que la democracia había llegado; ese fue el relevo al grafiti de la transición, que fue combativo y de reconquista de la calle.

“Reivindico la existencia de bienes comunales en el tejido urbano”


P. ¿Pero que arte hay en un garabato que dice “Farlopa”?
R. No todo el grafiti es arte como no todo lo que está pintado en un lienzo es automáticamente artístico. Lo que sí es cierto es que es que en el siglo XX, la dimensión artística es tremenda.

Haciendo un poco el chorra y pillados por @frlorente, Fran Lorente.
P. ¿Cuál es el objetivo de tu ensayo?
R. El objetivo es plasmar que a través del grafiti, como barómetro social, se observa que el hombre, el ser humano, está en conflicto con el modelo de desarrollo actual. El grafiti es una válvula de escape y un medio a través del que se plantean diferentes caminos para construir una vida social futura. Si construimos civilización no se puede destruir el grafiti. En parte, el grafiti es la señal de alarma por la que el ser humano está en conflicto con un modelo de sociedad que está construido desde la alta cultura. Falta un dialogo entre las bases sociales y todo lo que conforma la sociedad libre. La complejidad social es muy grande, hay mucha población en un espacio muy pequeño y esa convivencia exige una regulación. El debate actual es que esa regulación cuente en su diseño con las bases sociales y también implique a los de arriba. Puede haber una ciudad inmaculada pero estar podrida por dentro.

P. En una sociedad utópica, libertaria, ¿existiría el grafiti?
R. Por supuesto. E incluso una escritura regulada, pero los márgenes serían muy amplios. Habría espacios especiales para el grafiti, muros de uso libre autorregulados, muros cuyo uso sería para el vecindario y muros utilizados por la administración pública. Yo reivindico la existencia de bienes comunales en el tejido urbano, que parece que es algo del mundo rural. Incluso en el mundo rural están eliminando las propiedades comunales con el pretexto de la crisis. Mucho bien comunal ha pasado a ser público pensando que es de todos, y no, eso es de la administración pública. Lo comunal es de los vecinos y gestionado por los vecinos. Hay que enriquecer el abanico con nuevos modelos de propiedad, tiene que haber una participación directa de los ciudadanos.


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