El País tiene que explicar sus cuentas para evitar otro golpe a la credibilidad entre sus lectores
Los dueños del periódico gastan en Bolsa y despiden trabajadores
Las cuentas internas de El País,
según las cuales los dueños del periódico vienen padeciendo “ludopatía bursátil”,
tal como denunciaba Enric González en un artículo censurado por Juan LuisCebrián, exigen una inmediata explicación pública por parte de la empresa
editora, ya que está directamente relacionada con su línea editorial y la
profesionalidad de su redacción, que desde la muerte de Polanco va a una deriva
inexplicable. Hace falta, además, la lógica apertura de una investigación
interna que aclare no solo las razones de los gastos de los dueños (Cebrián,
por ejemplo tiene que pasar 30.000 euros
mensuales de pensión a su exmujer según resolvieron los juzgados) sino también las relaciones entre los
distintos poderes y las entidades financieras con las que el periódico ha
creado relaciones de dependencia.
Para un ciudadano medianamente
informado es difícil evitar la percepción de que puede existir una connivencia
poco clara entre los dueños del periódico y distintos grupos económicos con
intereses muy concretos, va más allá de las relaciones profesionales y periodísticas
habituales; además de un sistema poco transparente de
retribución de los dueños y un uso abusivo de los recursos de la empresa (perciben,
no se olvide, dinero público para su funcionamiento a través de subvenciones),
que recuerda, salvando las distancias, a los dispendios desvergonzados a que
tan acostumbrados nos tienen políticos y empresarios cuyos nombres vemos diariamente
con cuentas en Suiza.
Hasta el momento, la respuesta
oficial del periódico oscila entre lo inexistente y lo insuficiente. No es
aceptable justificar el multimillonario sueldo de Cebrián en nombre de una genérica
actividad profesional; la retribución de los periodistas vocacionales como
Cebrián no tiene por qué ser diferente de la de cualquier trabajador. La
explicación de esas cuentas alarmantes es crucial para determinar si lo que ha
pasado en El País es que sus dueños se han sumado a un proceso de despilfarro
irregular (similar al detectado en otras empresas) y que cuestiona el ejercicio
de las responsabilidades de un medio de comunicación, o si se trata de un error
coyuntural que puede ser corregido con una decisión drástica de la dirección
del periódico.
En cualquier caso, las opciones
están claras: o la dirección del periódico recurre a maniobras dilatorias
—minusvalorar o disculpar los hechos conocidos—, o toma el camino de una
explicación contundente, autocrítica y radical que depure las responsabilidades
correspondientes (si ha lugar) y modifica las estructuras organizativas y de
control interno.
Las lecciones de los constantes
errores y de los casos de pseudoinformaciones
obtenidas de forma dudosa (no olvidemos también aquella portada dedicada a la inexistente muerte de Hugo Chavez) deberían dar
una pista a El País de que su línea editorial está bajo atento escrutinio de
los ciudadanos y de los tribunales; pero lo que tendría que preocupar más al
periódico es la pérdida de credibilidad de sus informaciones con titulares
típicos de la prensa amarilla. El razonamiento que atribuye la corrupción y el
abuso a “personas” o “grupos” que manchan el intachable comportamiento de las
organizaciones solo es aplicable cuando las instituciones afectadas clarean sus
cuentas, explican sus errores y demuestran que quieren corregirlos. El País
tiene, todavía, esa oportunidad.
(Post sin animus imjuriandi, basado en el editorial de El
País, con el mismo título, publicado el pasado 16 de febrero de 2015)
Muy bueno ya acertado compañero !!
ResponderEliminarMuchas gracias, maestro de mucho.
Eliminar