No estaba Fran Lorente, así que selfie de Goya que te crió. |
La glamourosa gala de entrega de los
premios Goya 2015 se realizó en un conocido hotel cercano al aeropuerto de
Barajas, situado en un polígono industrial; camino del Corredor del Henares,
uno de los epicentros de la desindustrialización madrileña. En la gélida noche de la gran fiesta poligonera del cine español, el hotel estaba rodeado de
reivindicaciones y, cómo no, policía. La espartana plantilla de Coca Cola
clamando justicia; jardineros de Madrid Río enfrentándose a otro ERE; profesionales de Radio Televisión Española
con su inmenso lazo naranja peleando por su empleo y la dignidad de una
verdadero medio de comunicación público. Un lazo naranja que también es
defender al cine español, a la cultura y a una industria generadora de empleo.
En el exterior, gorros de lana, bufandas, guantes, pancartas
y pegatinas buscando el altavoz que tantas veces son las gentes del cine. En el
interior, tacones, escotes, transparencias, Möet y canapés.
La gala comenzó con toda una declaración de intenciones y el
clásico tema musical Resistiré, pero
salvo la contundencia de Pedro Almodovar, que tiene retirado el saludo al
ministro Wert, algunos gracejos edulcorados del presentador Dani Rovira y
elegantes aunque punzantes pinceladas del discurso del presidente de la Academia
de Cine, el artisteo se olvidó de
reivindicar hasta aquello que les afecta más directamente y que puede hacer
augurar que no resistan.
Para resistir hay que tener seguridad en unos principios y,
también entre actores, actrices, directores…, hay miedo a cazas de brujas. No.
Hay que reconocer que no tienen las agallas de los trabajadores de Coca Cola
que llevan ya más de un año de pelea. No tienen tampoco las agallas de esos
compañeros de profesión que hace 40 años convocaron una huelga laboral, pero
también política.
La Fundación Abogados de Atocha ha querido conmemorar
aquella huelga en el contexto del recuerdo de la matanza de los abogados
laboralistas. Allí, Juan Diego proclamó que aquella huelga “hizo tomar
conciencia a una profesión que nunca tuvo conciencia”. Y aseguró, “nos dimos
cuenta de que teníamos inteligencia”. Pero ahora las cosas han cambiado.
Ahora se mata por un photo
call luciendo un traje alquilado por un día a cambio de pasear la firma de
un diseñador. Quizá deba ser así, pero la situación de este país es tan
caótica, tan grave, que cuando no se aprovecha un altavoz como son los premios
Goya renace la desesperanza.
No hay comentarios :
Publicar un comentario