Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

sábado, 14 de febrero de 2015

50 besos de amor. Dos besos más


El beso de Klimt
No soy yo muy de celebraciones impuestas por grandes almacenes, pero creo que me he encontrado con una historia de amor, o Amor, que intento descifrar... Me acerqué esta mañana, San Valentín y sábado de Carnaval, al mercadillo de La Elipa, junto al Cementerio de la Almudena, a comprar fruta y verdura de temporada. Allí anduve hasta que una cincuentena de fascistas con símbolos inconstitucionales y de ideología nazi se encaminaron; protegidos por la Policía Nacional, que no detenidos; hacia el cementerio dando gritos  que hablaban de conquistar no sé qué y acabar con los comunistas. Un amigo, Antonio, me ha hecho caer a través de twitter, que seguramente iban a conmemorar la muerte de Matías Montero.

La cuestión es que entre sujetadores, bragas y camisetas “a leuro”, una gitanilla había desplegado una mesita con…, bártulos. Libros viejos, postales viejas, fotos viejas... Me han llamado la atención dos latas de las de Cola-Cao de cuando era pequeño. He abierto la primera y me he encontrado, en primer término, una vieja postal con El beso de Klimt, en un sobrecito. En el mismo sobre una nota manuscrita con bonita letra en un papel que supongo antiguo aunque bien conservado. Transcribo:
  
“14 de febrero

Ahí va un beso rápido, de a la carrera y repleto de objetivos. Otro beso que no espera respuesta pero que te quiere.
De la caja coge el que desees, según tu animo y tu tiempo. Desde luego no será empalagoso ni envuelto en papel rojo y con rosas. Eso sí, los dejé llenos de cariño y seguro que también te quiere. Como yo”.
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¿Una caja con besos…?

Lógicamente llevo toda la tarde desplegando notas, fotos, postalitas y recuerdos algo fetichistas. Creo que he contabilizado cincuenta besos correlativos en notas que intento contabilizar por fechas, aunque no tienen año. Aunque el primero que he visto ha sido el de 14 de febrero, había otro, anterior:

“13 de febrero

Ahí va este beso de lunes que espero recojas descansada. Cogí cierta manía al lunes, ya sabes, y quizá por ello mis besos de lunes no suelen ser demasiado floreados. Pero van venciendo sentimientos encontrados y hoy disparo un beso de lunes grandioso, de ¡a por el lunes! Un beso ganador para una ganadora; un besoamor único en su especie; un beso continental inacabable”.

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Sí. Creo que hoy no duermo leyendo y releyendo secretos e intimidades. Tratando de adivinar de quién podrían ser estas cajas de Cola-Cao. Buscando pistas. Según vaya sabiendo ya cuento. O sea, que continuará.

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Las famosas cajas de Colca-Cao, reconvertidas en contenedor de secretos.
Ahí ando intentando poner orden en el papeleo de las latas de Cola Cao, en estos días de aniversario de estos misteriosos besos escritos. Tal que un día como hoy de no sé cuándo…:

“15 feb
Hoy no puedo enviarte beso elaborado. Quería pero no puedo. Estoy enfadado, triste, cansado, desanimado. Y desganado hasta para enviarte un beso, que además no iba a ser sincero.
De la caja, como quieras. Es tuya”.
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​Más allá del estado de ánimo del autor de estas líneas, queda claro que es de sexo masculino. Y sí, está enfadado. Sin embargo, parece que en pocas horas le cambia el ánimo porque hay que ver como dispara el 16 de febrero:

“16 feb

Toma un beso y lo multiplicas por sí mismo, que tenía uno en mi debe. Yo quisiera que fuera un beso como una descarga eléctrica que, aunque te pusiera los pelos de punta, te llenara las baterías a tope. Un beso que te insuflara renovado vigor para las peleas y mil batallas que acechan. 

Quiero que sea, como siempre, un beso compañero, camarada, cómplice, que te levante si tropiezas. ¡¡Qué ostias!! Un beso musculoso, armado, guerrillero, peleón, rebelde, insistente, descarado, poderoso. Un beso que te eleve, un beso que te dé alas. 

Venga amor, un beso que te haga sonreír. ¡¡Qué cojones!! Un beso que te haga reír. Un beso para que seas feliz, joé. Un beso para recapitular y ver que vas viento en popa a toda vela. Y para que al mirar al futuro te veas con una nueva vida, joé. Pasando de monstruos y pedorros, de adinerados, de broncas y violencias gratuitas, pasando de cotilleos, de resalseo...

Que sí, que no hay calma chicha, ni vía muerta, reactívate. Ya lo sabes: cumple sueños, en vez de superar objetivos. Sueña con ser feliz. Mira lo que has avanzado, joé.

¡¡Ah!! Y tu tropa (me pido valeroso abanderado) está contigo, pero..., claro, tú eres la capitana. No te pierdas en la retaguardia porque hasta el abanderado se despista. Ordena tocar arrebato, o zafarrancho de combate. Venga, un beso arenga de a por ellos, a por los pedorros, a por los petardos…
Un beso..., que te puede dar algo.

Y de la cajita..., pues haz una macedonia de besos. Si te parece. Para que sean multiusos”.

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Sobre este beso, con bolígrafo rojo aparecen dos palabras:

“lo haré...”

Llegados a este punto, parece claro que las cajas de Cola Cao son de la mujer, que recibía las notas de un hombre. Notas manuscritas. Lo que no veo son sobres con direcciones, ni sellos, ni matasellos. O las hicieron desaparecer, o no se enviaban esas notas por correo.

Sigo intentando descifrar y os continuaré contando…

AL FINAL HE DECIDIDO CONTINUAR ESTA HISTORIA AQUÍ.

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