Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

martes, 15 de septiembre de 2009

Una historia increible (3): asesinatos, la cabaretera y el desenlace




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Así pues, nos encontramos en 1865, y Fabrice, el tipo de la foto de face book que es clavadito al que esto escribe, sospechando que un actor, John Wilkes, tiene toda la intención de asesinar a Lincoln, se pone manos a la obra. El problema es que en 1865 ni existe el teléfono movil, ni el avión, ni el AVE, ni el GPS, ni siquiera Internet, aunque estemos hablando de los Estados Unidos. Y Fabrice pierde la pista de Wilkes, que el día siguiente desaparece de la ciudad. Fabrice sí remite sus sospechas por medio de un cable cifrado a su amigo Andrew Johnson el mismo día en que el general Lee, se rinde a las fuerzas de la Unión, bajo el mando del general Ulises S. Grant.

En los días siguientes a la rendición, Lincoln y Grant negocian lo que se vino en llamar la Reconstrucción. Fabrice se dirige a Washington y se convierte en la sombra, desde la discreción, del presidente Lincoln, obsesionado con el actor John Wilkes. Aquel 14 de abril, otro 14 de abril para la historia, Lincoln decide ir a una comedia musical junto con su esposa. Fabrice se queda en la puerta del teatro, vigilando entre las sombras. Pero en el palco, un disparo en la nuca de Lincoln y un grito: "¡sic semper tyrannis!", la maldita frase que quedó grabada en la mesa del Saloon. Wilkes disparó y huyó. Fabrice no llegó a tiempo. Estaba cerca, pero en el lugar equivocado.

Supongo que desesperado por haber fallado en lo fundamental de una operación puesta en marcha por él mismo, Fabrice retorna a Nueva Orleáns y trabaja en la Reconstrucción, denunciando prácticas esclavistas y , seguramente, quitando del medio a algún terrateniente que se negaba a aceptar la nueva situación. Alrededor de 1870 Fabrice tiene una hija con una cabaretera que fue contratada en el Saloon. A su hija, Samantha, la reconoce con un apellido falso: Spears, para salvaguardar la seguridad de la pequeña y la de la madre. Según se relata en Los infiltrados de Louisiana: "una mujer espectacular, de penetrante mirada, de melancólica voz en las canciones y sutileza en las formas, que sólo abandonaba al ritmo del enloquecido can-can".

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Pero la Reconstrucción fue un periodo más violento de lo que la historia nos cuenta y en 1875 el Saloon de Fabrice es atacado por unos encapuchados que lo prenden fuego. Fabrice es herido gravemente, algo más arriba de la ingle superior izquierda y es acuchillado en el gemelo izquierdo. Sabemos que salvaría la vida y que abandonaría Nueva Orleáns. Samantha Spears y su madre se quedarían en Nueva Orleáns esperando el retorno de Fabrice. La cabaretera pondría una mercería y Samantha ayudaría en la tienda, aunque su vocación era la canción…

A través de un amigo, he podido localizar, en la biblioteca del Capitolio unas fichas de infiltrados y sí, aparece Fabrice, que tras abandonar Louisiana se dirige a Cuba, ya mayor funda una familia y españoliza sus nombres, por lo que se convierte en Fabricio Roldán, quien "participó activamente en la Guerra contra España enviando importantísimas informaciones", a pesar de lo cual, en 1900, marcha a España con una amplia familia. En ese momento su pista desaparece por completo.

Bueno, desaparece por completo la pista de Fabricio Roldán, salvo, todo indica, por la caja de puros habanos de mi padre, donde, por cierto también hay una foto firmada por una famosa habitante de Nueva Orleáns: Britney Spears…, que viéndome las cicatrices que de nacimiento tengo en el gemelo izquierdo y sobre la ingle derecha, yo no sé si es mi tataranieta, o una prima lejana. Eso sí, tiene alma de cabaretera.

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3 comentarios :

  1. Reconozco que la historia me ha tenido enganchado durante tres días. Ahora para no dudar de su veracidad, ¿el autor nos enseñará sus marcas de nacimiento?

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  2. Paseaba este verano por la playa, por su puesto naturista, y una joven me preguntó por las cicatrices (que con el Sol adoptan un tono más negruzco). Le conté resumida la historia, que aún desconocía en algunas partes, y le llamó la atención. Es decir, que a la historia se puede llegar por las cicatrices. No soy yo de esconderlas. Ahora, fotografiarlas para colgarlas..., tendría que echar un ratillo.

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  3. No dudo de la veracidad de lo aquí contado. Es más, tras oir recientemente su acento cubano de forma continuada, no puedo concebir que pueda tener otros orígenes. Solo espero que se decida a escribirla en versión completa y expandida y nos deleite con un relato lleno de vida e historia....

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