Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

jueves, 3 de octubre de 2013

Concha Roldán, directora del Instituto de Filosofía del CSIC

Concha en una fotografía de Fran Lorente.
Mantengo un fraternal encuentro con Concha Roldán. Concha, hija de madrileña y madrileño, también nació en Madrid un domingo de 1958 y pasó una feliz infancia en el barrio de Usera, algo que sin duda marcó su temprana convicción de que “el sur también existe”. Con una hija de trece años, su jornada empieza a las seis de la mañana, para poder dejarlo todo “enjaretado” antes de irse a sus obligaciones que, muchos días terminan a las nueve de la noche tras impartir un seminario o una conferencia “necesitaría días de 48 horas”. En una jornada normal recibe proyectos de investigación de filosofía que solicitan los investigadores. Ella tiene que dar el visto bueno y, si son concedidos, hacer un seguimiento que puede durar años. Después se publican, se realizan conferencias, seminarios y se divulgan, por ejemplo, en jornadas de puertas abiertas como la semana de la ciencia.

Su dedicación a la filosofía es vocacional, una balanza que inclinó sin duda el magnífico profesor de la materia que tuvo en el bachillerato. Desde siempre había sido buena estudiante y no le fue fácil tomar la decisión de hacer letras, con la sorna que gastaba el refrán “el que vale, vale, y el que no pa letras”... Pero la línea roja de la filosofía estaba trazada y no le costó mucho matricularse en Filosofía y Ciencias de la Educación en la Universidad Complutense, justo en el momento que la Psicología se independizaba de ellas. Asegura que quería profundizar en la historia y las distintas disciplinas filosóficas a fin de poder explicar mejor a todo el mundo “para qué sirve esto de la filosofía. Hay mucho desconocimiento o... resultamos molestos, ya que la filosofía es quien siembra en la enseñanza secundaria las bases de la reflexión, de la capacidad crítica, del comportamiento ético, de la misma política”.

Universitaria brillante, obtuvo al concluir su licenciatura una beca del plan de formación investigador para realizar su tesis doctoral, beca que completó con una estancia del DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico) en Berlín (entonces todavía República Federal de Alemania, antes de la caída del muro). Defendió su tesis con éxito en la Universidad Complutense de Madrid y regresó en 1987 a España con una beca de Reincorporación del Ministerio de Educación y Ciencia, que adscribió al Instituto de Filosofia del CSIC (que acababa de crearse en 1986). Pero la situación había dejado de ser halagüeña para obtener una plaza de trabajo y más en el ámbito de las Humanidades y las Ciencias Sociales.

Primera mujer en plantilla

Así empezaron diez años de contratos precarios y éxodos a Alemania, donde encontró reconocimiento y distintas becas y contratos, mientras iba realizando oposición tras oposición y luchaba en el movimiento de Personal Investigador Contratado (PIC) por una política científica en el CSIC.

Concha obtuvo una plaza de Científico Titular en el Instituto de Filosofía del CSIC en 1996, convirtiéndose en “la primera mujer en plantilla” del mismo. Desde entonces, han pasado a engrosar las filas del Instituto otras cuatro colegas más, sin contar con las investigadoras contratadas y becarias, que consiguen un equilibrio de género en este instituto que dirige desde 2008. Resalta la importancia de la “Comisión Mujer y Ciencia”, que vela por la igualdad de género desde hace una década en el CSIC.

Es difícil ser directora en tiempos de crisis, cuando el CSIC se ha visto obligado a recortar drásticamente el presupuesto de investigación y sus programas propios de contratación (JAE), pero no se amedra: “Hay que conseguir que los investigadores puedan seguir trabajando lo mejor posible”. Pero su semblante se entristece cuando habla del futuro de sus jóvenes investigadores, cuyos contratos van cayendo a golpe de guadaña: “no podemos ofrecerles nada, ¡con lo bien preparados que están!; bueno,  algunos han encontrado puestos en Inglaterra o Alemania”. En fin, otros países se beneficiarán de ello, mientras nosotros tiramos por la borda la importante función de las humanidades –de la filosofía- para construir una buena base cultural y científica, y elevar con ello el nivel de la sociedad.

Otra fotografía de Fran Lorente en el CSIC.
Mercantilizar la investigación

Y los recortes llegaron al “buque insignia” de la investigación española. El Gobierno del Partido Popular, aprovechando la coartada de la crisis, vacía de contenidos todo lo público con el negocio privado como horizonte.

“A la continuidad científica del CSIC siempre le hizo mucho daño –lo mismo que a las leyes de educación- la dependencia política, pero los grandes partidos nunca han realizado ningún pacto en este sentido. Así no se puede estar a la altura de centros como Max-Planck o del CNRS”, asegura no sin desolación. En este sentido, le parece fundamental la Carta por la ciencia, que “hemos suscrito un centenar de directores de institutos del CSIC, aunque le parece que se corre el peligro de malograr los objetivos fundamentales si empieza a politizarse con la lógica de partidos: “Lo peor que puede pasarle a la investigación en este país es que termine por privatizarse; no puede confundirse transferencia de conocimiento con mercantilización. La investigación tiene que apoyarse con dinero público, no sólo para garantizar la libertad de la misma, sino para mejor poder devolver a la sociedad su inversión”.

Lamenta la gran confusión existente sobre los costes de la investigación en este país, en el que nadie se extraña de los contratos millonarios de los futbolistas o de la financiación de Eurovegas... En este sentido, agradece a los sindicatos la labor que vienen realizando en la defensa del estado del bienestar, de lo público, de la equidad, así como su labor pedagógica social y recuerda sonriendo cómo, al morir su padre, el único carné que obraba en su cartera era el de CCOO, “al corriente de pago”.

  “Resultamos molestos, ya que la filosofía es quien siembra en la enseñanza secundaria las bases de la reflexión, de la capacidad crítica, del comportamiento ético, de la misma política”

 Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid ahí va este video en defensa de la filosofía frente a la aniquilación que de ella quiere hacer el ministro Wert:


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