Fue fundador de CCOO de Asturias y de
Izquierda Unida. Acababa de abandonar la secretaria general del PCE y la
coordinación de IU para volverse a la mina, un hecho extremadamente raro en el
mundo de la política. Cronológicamente estuvo entre Carrillo y Anguita y como
los guerrilleros asturianos que hoy reivindica ha sido olvidado, si no
abandonado por las izquierdas. Hace veintidós años largos le entrevisté para
Mundo Obrero. Desde entonces ha mantenido un prudente silencio. Ahora, desde su
alejamiento de la vida política y social, le parece “increíble” que a estas
alturas, todavía, a nivel europeo, no haya habido un encuentro entre la
izquierda para pergeñar una respuesta a la situación de crisis que vivimos.
Desde esa lejanía sigue siendo un animal político, ahora entregado en cuerpo y
alma a restablecer la memoria de los guerrilleros asturianos. Acaba de publicar
un magnífico libro, Por qué estorba la memoria. Represión y guerrilla en
Asturias. 1937-1952.
Gerardo
volvió a la mina. Y se accidentó. Tras seis operaciones de columna la situación
se fue agravando hasta convertirse en un problema crónico irresoluble que ha
terminado lesionando sus nervios. Padece un dolor crónico de tipo neuropático
que no tiene tratamiento, “o sea, a joderse y aguantarse hasta donde se pueda”.
Esta situación le limita por no poder hacer vida en sociedad, pero asegura
Iglesias que sigue peleando, “una pelea distinta a la de otros tiempos, pero,
bueno, seguimos en el tajo”.
Y después
de veinte años de silencio aparece con un libro que es un interrogante: Por qué
estorba la memoria. Con ese tono asturiano y cierta retranca de viejo
comunista, clarifica: “No es un interrogante. Es una afirmación. Trato de
explicar por qué estorba la memoria. Por qué al cabo de treinta años de
democracia se sigue persistiendo en el olvido y en la impunidad sobre todo lo
ocurrido durante la dictadura. En la última parte intento explicar la
injusticia que supone que, a estas alturas, ni se ha hecho verdad, ni justicia,
ni reparación de lo que fue todo aquello, hasta el punto de que hay miles y
miles de gentes que siguen por las cunetas sin derecho a un entierro digno. Y
en concreto sobre la guerrilla, no ha habido absolutamente ningún
reconocimiento ni rehabilitación. Fueron gentes que han sido tratadas como
indeseables, como bandoleros, cuando al fin y al cabo estaban defendiendo la
legalidad constitucional de una República que fue violentada y derrumbada por
la fuerza.”
Vale,
camarada, pero a quién estorba la memoria. Y Gerardo toma oxígeno mezclado con
humo y nicotina: “Interesa a muchos que no se conozca la realidad porque
entretanto sigue planeando de alguna forma la sombra de Franco sobre la
ciudadanía, y eso condiciona el futuro desarrollo de nuestra democracia. La
memoria le estorba a la derecha y a los sectores más conservadores. Que se
mantenga la impunidad y el olvido les aporta réditos”.
Claro
con esa respuesta encela a cualquier periodista y entro al trapo mientras él
para, templa y manda. “¿Qué réditos?”, pregunto casi como un resorte. Vuelva a
dar una calada… “Hay elementos de tipo cultural y otros mucho más concretos.
Hay muchas mentes franquistas incrustadas en los aparatos del Estado. Pensemos
en lo que ocurre en el Tribunal Supremo, por ejemplo; o en los elementos que
habiendo pertenecido a la brigada político social se encuentran al frente de
responsabilidades importantes. ¿Cómo es posible que a estas alturas se pueda
juzgar al juez Garzón por intentar esclarecer lo ocurrido creando un escándalo
internacional? Por otra parte, en la realización del libro he podido comprobar
que sigue existiendo miedo a hablar a día de hoy. He visto cómo en muchas familias los padres no contaron a sus
hijos absolutamente nada de lo ocurrido. Las heridas no están cerradas”.
Pero
ellos insisten en “no reabrir heridas”. Dentro de la calma y su pausado hablar,
Gerardo es contundente con la palabra: “Eso es una amenaza. ¿Por qué en
democracia no se puede hablar de lo que fue un periodo de nuestra historia? Ha
habido algunas manifestaciones muy explícitas como cuando dicen que no se abran
nuevas trincheras, que llega la tempestad de nuevo. Eso condiciona. Eso es una
amenaza”.
En
su libro no todo es guerrilla, también hay un prólogo y un epílogo. Ahí das a
entender que la Transición se hizo con amenazas...
Gerardo
lo tiene claro: “La Transición fue dirigida por elementos provenientes de la
dictadura. La oposición no tuvo fuerza para provocar la ruptura. Ni siquiera
toda la oposición estaba de acuerdo en provocar la ruptura. La Transición fue
pactada. Yo vivo algún ejemplo, como aquel comité central del PCE en el que no
estaba en el orden del día hablar de banderas, ni de monarquía…, pero hubo una
llamada, creo que de Suárez a Carrillo… Carrillo salió y volvió al poco con una
declaración muy concretita que yo creo que todos, en medio de un silencio
atronador votamos unánimemente: votamos la bandera, la monarquía y lo que nos
echaran. Los militares habían amenazado con sacarnos de allí”.
Tal
como lo pinta yo no puedo evitar preguntarle si hay que arrepentirse de
aquello… Y se mueve en un baile de acá para allá: “Creo que no. Bueno, tal vez pudo presionarse
más de lo que se presionó; pero, en todo caso, vamos a aceptar que se hizo como
se pudo. La necesidad de poner fin a casi cuatro décadas de sangrienta
dictadura era imperiosa. Lo que no se puede entender ni justificar es que al
cabo de treinta años de democracia permanezca en silencio la impunidad y el
terrible agravio de lo que ha hecho Franco. Se puede entender que la oposición
democrática transigiera con una ley como la de Amnistía de 1977, pero no se
puede entender que más de treinta años después esa ley siga en vigor, más aún
cuando el comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas requirió a las
autoridades para que la supriman, ya que exculpa de sus crímenes a la dictadura”.
Y el
miedo. Siempre el miedo. Mencionabas que el miedo aún existe. ¿Se puede acabar
con él? “El miedo no existiría si los demócratas tuvieran un sentimiento de
haber vencido, pero es que no lo tienen porque no hubo fiesta de la democracia.
No la hubo y se pasó de puntillas. Yo recuerdo el día de la legalización del
PCE. Estaba en una reunión de CCOO en Gijón y alguien interrumpió muy eufórico
para dar la noticia. Le dije que nos dejara en paz que estábamos reunidos. Fue
algo estupendo, pero todo lo que se había sufrido era demasiado fuerte para
resolverlo así, de modo que no había motivo para la euforia”, explica Iglesias
con claridad.
En
el libro también sobrevuela el cainismo de la izquierda… Pero
Gerardo Iglesias coloca la diana en su sitio: “Bueno, dentro del PCE. La
historia de los guerrilleros es tremebunda. A los guerrilleros se les abandonó
de la peor manera. La dirección estaba en el exilio y desconocía la realidad
que se vivía aquí y que se apoyaba únicamente en delegados que enviaba
coyunturalmente a enlazar con la guerrilla y que era la única fuente de
información. Se cometieron errores catastróficos tácticos y sobre las personas.
Se expulsaba a personas simplemente por discrepar, por no coincidir con la
dirección en el exterior. Era un periodo de cultura estalinista”.
¿Crees
que fueron cambiando los métodos en los partidos?, inquiero yo metiendo un
poquito las gomas. La verdad. Y él responde echando mano de la memoria: “La
cultura que se va formando en instituciones de viejo cuño es muy difícil de
superar. Los cambios de mentalidad no se hacen por decreto. Tiene que pasar
mucho tiempo. Es algo que he vivido directamente. Intenté con IU dar a luz una
nueva fuerza política que tratara de superar el lastre y los límites del
partido convencional, pero IU, en muy poco tiempo se convirtió, por inercia en
un PCE bis. Todavía peor porque yo conocí un PCE con una gran influencia en la
Universidad, en círculos intelectuales y movimientos sociales. Lo que
demuestran los hechos y pone de manifiesto, por ejemplo el 15 M es que no se
distingue entre IU y los demás partidos. La renovación es muy difícil. Se ha
puesto de manifiesto en el PCE y se ha puesto en el PSOE. Es decir, ¿a quién se
le ocurre a estas alturas poner a Rubalcaba al frente del PSOE?”
Te
veo pesimista respecto a la izquierda… “Soy pesimista en el sentido de que, tal
como ejerce el gobierno la derecha, en muy poco tiempo podría quemar sus naves,
pero va a gozar del beneficio de no tener enfrente una alternativa. El PSOE no
hizo la catarsis que debió hacer cuando Felipe González dejó la secretaría
general y tampoco la quiere hacer ahora. Sí, todo el mundo percibirá que
Rubalcaba es un hombre muy hábil, muy listo, muy espabilado, pero es un pillo.
Se le nota a la legua. Es de la escuela de Felipe González”.
O
sea, que ves PP para rato. (Esto no es ninguna gracia relacionada con Rodrigo
Rato). Y caray, el ve derecha para rato: “A pesar de las barbaridades que está
haciendo puede mantenerse mucho en el gobierno. El PP no sólo hace lo que
ordena Angela Merckel y los mercados; está acometiendo un proceso de involución
política y social. No es sólo la reforma laboral, es la ley del aborto, la de
matrimonios homosexuales y…, cuidado, que hablan de regular el derecho de
huelga y de reunión”.
Gerardo
lleva casi treinta años sin hablar con Santiago Carrillo, cosas de la
izquierda. No creo yo que haya muchos políticos que tras abandonar la primera
línea se volvieran, no ya a trabajar, si no a la mina. Volvió a Asturias y
nadie quiso saber nada de él bajo la secretaría general asturiana de Gaspar
Llamazares. El ideólogo de Izquierda Unida desapareció devorado por su
creación. Ahora reivindica la memoria. Está trabajando sin parar en una
colección de fotografías de guerrilleros asturianos. Él mismo realiza los
marcos y, a mano, escribe pequeños textos. Lleva más de cincuenta en lo que
espera sea el embrión de un museo de la guerrilla asturiana.
No
puede moverse mucho por los dolores, pero quieto tampoco puede estar. Es un
animal político. Es el único tipo al que he oído decir que le parece
inconcebible que las izquierdas de Europa no se reúnan para buscar una salida a
la crisis. Para evitar la involución y la desaparición del estado del
bienestar. Claro. Él está fuera de los círculos. No está afiliado a nada. No
milita en nada. Pero “sí. Claro a votar sí voy. ¡¡Cómo no voy a ir a votar!!”
Asegura con ese tono pausado envuelto en humo del cigarro.
Lo siento. Seguro que es ego, pero no puedo resistirme a subir una foto con Gerardo Iglesias, pero como Fran Lorente no estaba para disparar, pues subo una que hizo Jesús de Miguel, en marzo de 1989. Vale. Gerardo está casi igual. Pero... también yo fumaba entonces. Y ahorraba en peluquería. Entre Gerardo y el autor de estas líneas, Franco González en tiempos algo lejanos de IU.
Lo siento. Seguro que es ego, pero no puedo resistirme a subir una foto con Gerardo Iglesias, pero como Fran Lorente no estaba para disparar, pues subo una que hizo Jesús de Miguel, en marzo de 1989. Vale. Gerardo está casi igual. Pero... también yo fumaba entonces. Y ahorraba en peluquería. Entre Gerardo y el autor de estas líneas, Franco González en tiempos algo lejanos de IU.
Por
cierto. El libro de Gerardo Iglesias, Por qué estorba la memoria. Represión y
guerrilla en Asturias. 1937-1952. Madera Noruega Editores, se puede buscar en
la Feria del libro de Madrid. Pero, también en CCOO de Madrid. Las personas
afiliadas tienen un importante descuento. Podéis pedirlo por e-mail:
ogonzalez@usmr.ccoo.es . O en el teléfono: 91 536 52 17
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