Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

jueves, 21 de junio de 2012

Hysteria: de vibradores y feminismo, con humor y con amor


Están las cosas para ver comedias. Y si de paso dejan dos o tres perlitas con fondo, pues mucho mejor. Y si hay unas gotas de romanticismo, mejor todavía. La invención del vibrador es buena excusa para presentar unas pinceladas de lo que era la Inglaterra victoriana, la miseria existente, la hipocresía de su burguesía y como la mujer, fuera de la clase social que fuera, siempre era víctima de una sociedad patriarcal y machista. Esperemos que la peli no la vea Gallardón, no vaya a darle la idea de volver a considerar la histeria femenina, una enfermedad.
  
En los albores del feminismo se encontraba en el socialismo un punto de encuentro. Era el sueño de la protagonista de Histeria, Charlotte Dalrymple, “las mujeres unidas”, quien conseguirá el aplauso de todas (pobres, burguesas, prostitutas…) en una de las mejores escenas de la cinta, durante el juicio. Charlotte (interpretada por Maggie Gyllenhaal) es la mala, la mujer que se rebela, sufragista, solidaria, peleona. La mujer que ve la pareja como algo entre iguales, y que tiene claro que las mujeres que tienen que buscarse la vida para comer, no tienen tiempo para “los nervios de la clase media”.

Esos “nervios” son la “histeria femenina”, que hasta 1952 fue considerada una enfermedad de mujeres. Allá por 1870 los síntomas estaban claros: desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad, pérdida de apetito y “tendencia a causar problemas”. La curación, teniendo en cuenta que la ciencia había decretado que las mujeres no podían tener orgasmos sin penetración, era masajear médicamente el clítoris de la histérica hasta que tenían un “paroxismo”, y se quedaban relajadas.

El médico suplía a esos maridos puritanos que no sabían hacer el amor a sus mujeres, ni con la forma, ni con la frecuencia debida. El uso de la mano resultaba agotador, hasta que Joseph Mortimer, un joven médico, inventa junto a su amigo millonario, Edmund St. John, un friki de la electricidad, el vibrador eléctrico. El vibrador se convertirá desde el principio en un éxito, en sus inicios, como material sanitario. Con el tiempo, no hace tanto, se ha convertido en juguete sexual.



Directora: Tanya Wexler.
Guión: Stephen Dyer, Jonah Lisa Dyer.
Reparto: Hugh Dancy, Maggie Gyllenhaal, Felicity Jones, Rupert Everett, Anna Chancellor, Gemma Jones, Jonathan Pryce.
País: Gran Bretaña.

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