(Foto de Fran Lorente)
Hace cincuenta años, en los duros, grises, fríos, oscuros años del franquismo, saltaba una chispa en la mina, en Asturias, que prendería en todas partes. Una chispa que despertó las conciencias, una chispa valiente, incluso alegre en la batalla. Marcos Ana lo cantaba así: Hay una lumbre en Asturias / que calienta España entera, / y es que allí se ha levantado, / toda la cuenca minera... / Empezaron los mineros / y los obreros fabriles. / Si siguen los campesinos / seremos cientos de miles.
Ahora vuelve a ser el momento de la mina,
del talante minero. La mina es algo más que un oficio, es una forma de vida, es
un sentimiento de amor/odio. La mina es un agujero en la tierra y son comarcas
enteras. La mina es riesgo y solidaridad extrema. Ahí abajo, en las profundidades
de la tierra, un trago de vino de bota sabe distinto y la palabra “camarada”
suena diferente. Cuando la oscuridad se desvirga sólo con la tenue luz del
casco y tu vida está en las manos del compañero, y la vida del compañero está
en tus manos…, cambian las perspectivas. Son pequeños secretos que se
desconocen en los despachos de los ministerios.
Por eso, los mineros, sus
mujeres…, siempre ganan. Es el momento de que todos seamos mineros, de que
todas seamos mineras.
Los mineros están marchando a Madrid. Llegarán el 11 de julio. #marchanegra
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