Hace ya tiempo que aseguré que quedaría con Inma Chacón,
flamante finalista del Premio Planeta por Tiempo
de Arena. De la novela ya hablé AQUÍ. Ahora es el momento, en el tiempo en
que los libros salen a las ferias de
multitud de ciudades. Inma me abrió las puertas de su casa, de un
saloncito en el que conviven una lámpara artísticamente rota, libros,
fotografías, recuerdos…, todo ello presidido
por un enorme reloj de arena. Un reloj que a veces es capaz de detenerse
porque el tiempo, a veces, se detiene.
Inma Chacón,
extremeña de Zafra, comenzó su carrera de escritora con La princesa india, un encargo realizado por su hermana gemela Dulce
antes de morir; luego han venido Nick,
con amores en internet y Las filipinianas,
donde investiga los movimientos independentistas de Filipinas y que acaba donde
comienza Tiempo de arena, una novela
de relaciones femeninas, porque “en el mundo de las mujeres se crean complicidades
muy fuertes”.
Tiempo de arena es una novela de
mujeres. Una novela feminista que se desarrolla hace cien años. Los problemas
de machismo que aparecen en su novela siguen vigentes en este mundo un siglo
después: violencia, humillación, discriminación laboral, derecho al voto, doble
vara de medir ante adulterio, robo de niños…
Ella piensa que
hemos avanzado muchísimo: “Lo que planteo en la novela, en otras sociedades se
da con más virulencia. En España ha habido grandes avances en derechos civiles,
pero tenemos un problema de violencia machista no solucionado. En la actualidad
la violencia de género se está visualizando. Cada vez más, sabemos lo que es e
intervenimos. Hay que educar y enseñar desde la infancia que nadie pertenece a
nadie; el amor no es posesión; nadie es propiedad del otro”.
En su novela las
tres protagonistas tienen una fuerte personalidad. Mariana, la mujer mala es
muy mala… Y la creadora de los personaje me explica que la maldad existe: “Hay
gente que es mala igual que hay gente que es buena. Hay mujeres, incluso, que
no quieren a sus hijos. En la novela, Mariana es la jefa de la familia. En la
tradición noble se rendía cierta pleitesía hacia el jefe de la familia. Ella
quiere eso, gobernar ese micromundo que es su familia. Pero todas son víctimas,
todas se rebelan. De las tres hermanas
protagonistas, Munda es mi preferida, se encuentra más en el plano de las
ideas. Alejandra quiere un mundo más justo, lucha con instrumentos, con armas”.
En mi opinión, el
libro es casi una breve historia del feminismo reciente. Narra hechos como las
vicisitudes que padecieron las primeras mujeres que fueron a la universidad.
Alejandra es de las
primeras mujeres que fueron a la universidad, que eran acosadas, insultadas y
agredidas por el hecho de ser mujeres. Este episodio –desvela Inma- está muy
bien documentado en la obra de Isaías Lafuente, Agrupémonos todas.
Y claro, Tiempo de arena también es una novela de
amor y desamor… Porque, el amor es el punto débil de todos: hombres y mujeres.
Y cuenta: “Yo creo en el amor. Es una parte de la vida que cuando es
compartido, equilibrado, igualitario, basado en la confianza y el respeto, es
lo más bonito de la vida. Cuando se desequilibra, cuando hay celos, posesión,
es lo más terrible”.
Amor 2.0
Claro, el amor
sigue existiendo, pero los medios de comunicarlo han variado. Hoy hay
cibernovios, amantes 2.0…, hace un siglo se esperaba con ansia el anuncio del
periódico… La Chacón está muy puesta en el tema: “Internet es una locura y una
maravilla. Soy una gran defensora de las redes sociales. Sobre este tema
escribí la novela Nick, basada en una
historia de amor a través de las redes que le ocurrió a mi hija Clara y que va
a ser una película. Sí son muy importantes las formas de comunicación. En la
novela le doy mucha importancia al tren; que es el punto de unión; después al
automóvil, al autobús y al teléfono. Hoy las formas de comunicación han variado, pero lo que siempre
es igual es que el deseo está en el otro”.
Para su obra, y en
concreto, para Tiempo de arena, ha
buscado inspiración en su familia. Y me explica: “Somos una familia muy
numerosa a la que nos ha pasado mucho, pero siempre hemos salido adelante.
Somos como juncos, la vida nos puede dar muchos palos, pero hay que levantarse.
Sobrevivir es fácil, lo difícil es vivir”.
A veces, es
inevitable ser un poco cotilla y disparo. ¿Te identificas con alguna de las
mujeres protagonistas? Y responde: “Yo soy más parecida a Alejandra. Hay que
luchar, hay que bajar al plano terrenal”.
Otro tema muy
presente en sus novelas es la muerte… “La muerte la he conocido desde muy
pequeña. Mi padre murió cuando yo tenía 11 años. La muerte y la vida son
complementarias. Cuando tratas una, tratas de la otra”.
Yo creo que en la
novela se plantea la desigualdad ante el adulterio… Para la creadora de la
novela, Alejandra se plantea la igualdad de derechos hasta sus últimas consecuencias.
En el siglo XIX los hombres podían amar a dos mujeres y además era signo de
prestigio. Sin embargo, la mujer adultera era una delincuente. Las diferencias
eran extraordinarias.
Una pregunta de
nota: ¿Crees que se puede amar a dos personas a la vez? [Se lo piensa, lanza un
mmmm y responde]. Y lo resuelve con
siete palabras: “Habría que quitar componentes morales y sociales”.
Otro tipo de amor
importante en la vida y en la novela es el maternal. En su opinión, el amor
maternal existe, pero la maternidad está muy magnificada por la sociedad y
también hay mujeres que no quieren a sus hijos, “quizá por ello, en la novela,
a pesar de haber muchas mujeres hay pocos hijos, por la función reproductiva
que se le ha venido dando a la mujer”.
Tiempos de crisis
La decadencia de la
familia protagonista corre paralela a la de la sociedad española de principios
del siglo XX. Ella explica el contexto histórico, “en Tiempo de arena relato la decadencia de la sociedad española en la
crisis de 1898. La situación social en el campo, en las fábricas, el
analfabetismo, el encorsetamiento que sufrían las mujeres. La novela es el
reflejo de esta decadencia a través de una familia”.
La pregunta es
inevitable. ¿Ves puntos de coincidencia entre aquella crisis y la actual?
Lo tiene claro: “Hay
muchas similitudes: el desencanto, la crisis económica, dos partidos que
nominalmente se decían diferentes pero que hacían lo mismo, es decir, defender
los privilegios de los poderosos…, y cómo al salir de la crisis muchos ricos
fueron más ricos”.
La presión de
religión juega un papel muy importante en la sociedad. Frente al catolicismo,
en Tiempo de Arena, surge la
mitología vasca, con una deidad que además es femenina… “La diosa Mari se
rebela contra su destino. Son muy simbólicos los cambios de cueva que realiza.
El sacerdote de mi novela está basado en don Fermín, el confesor de La regenta, de Clarín. Es un sacerdote
confesor que dirige la mente y el encorsetamiento físico y psicológico. Soy
respetuosa con los creyentes, pero no con una determinada forma de entender la
religión”.
Y, curiosamente, la
masonería también es un leit motiv relevante… Inma da una explicación: “Mi
abuela materna nació en Filipinas. Este hecho me lleva a investigar para mi
anterior novela, Las Filipinianas,
las revoluciones independentistas y sus líderes. Veo que todos ellos, José
Martí, José Rizal, Simón Bolivar eran masones porque llevan a sus ideales
revolucionarios los principios masónicos de libertad, igualdad, fraternidad; o
sea, la solidaridad. Eso mismo ocurre con el sufragismo español, o “la cuestión
femenina”, que se decía en nuestro país. Las mujeres que lideraban este
movimiento, Carmen de Burgos, Clara Campoamor, Rosario Acuña, Matilde Landa…,
eran masonas. La masonería reivindicaba el acceso al conocimiento, y esto
implica algo tan peligroso como la libertad. El conocimiento es algo que el
poderoso quiere controlar.
Además, la
masonería ha sido muy maltratada, sobre todo en España. Franco acusó a cinco
mil personas por pertenecer a la masonería cuando sólo había tres mil inscritos
en logias masónicas”.
Pero en definitiva
lo que nos preocupa es algo que da título a la novela: el tiempo. El tiempo es
un concepto abstracto. Cuando hacemos las cosas nos olvidamos que lo importante
es el presente. Está muy bien el pasado y su bagaje y el futuro y sus sueños, pero el paso hay
que darlo ahora, en el presente. “El tiempo es como la arena suave y silenciosa
en un reloj de arena, en el que, al girarlo, el pasado vuelve a convertirse en
futuro”, asegura mientras abraza un enorme reloj de arena.
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