Se me acabó el El tango de la Guardia Vieja. Como no podía ser de otra manera he
disfrutado. Como no podía ser de otra manera, la historia, los personajes me
atraparon; y, como no podía ser de otra manera, sentí llegar al punto y final.
Está este Tango de la guardia vieja
repleto de sensualidad, erotismo, de olores, fragancias, músicas, sentidos
evocadores que a veces revientan en el sexo más salvaje. Está este tango que
desborda amor. O quizá no tanto…
En plan friki fetichista buscando una firma del maestro y provocador. |
Es
Reverte, Arturo Pérez, que a veces erramos el Reverte, un auténtico genio de
las palabras, de las historias. Es un dios creador de personajes que, como el
maestro que es, para, templa y manda. Y ahí vamos los lectores por donde él
quiere, sin darnos cuenta, que sus novelas son de meticulosa arquitectura con
sólidos cimientos.
Obsesionado
por la escritura, para respirar, entiendo, que tiene que sacar a pasear sus
vísceras en twitter y en el permanente estado de provocación que, a veces
muestra el más absoluto desconocimiento de la realidad. Quizá padece Reverte un
hiperbólico sentido de la amistad; amistad fiel más que leal; amistad de “por
ti hasta sin razón”, como alguno de sus personajes deja entrever; que es capaz
de, por amistad, utilizar su púlpito para aporrear sindicalistas o quien haga
falta porque un amigo suyo un día de huelga ha sufrido las iras en su local de
no se sabe muy bien que piquete, u horda roja, o masónica, o sabe dios.
No
deja de ser curioso cómo un maestro, un Cervantes
de este siglo se transforma, a veces, en un simple Losantos, un cutre Herman
Terchst, un vocero más de la caverna mediática, un lameculos de todo lo
peor que nos trajo Esperanza Aguirre.
Otrora, eso sí, compañera de viaje de mi loado novelista a cuento de los fastos
despilfarradores de 1808 con dinero público. Aquí lo recordamos. Y aquí.
Le
veo despellejar a políticos, a partidos, a sindicatos con la demagogia cutre
salchichera de los extremistas de una y otra parte. Esa demagogia del todos son
iguales que es difícil compartir.
Creo
que Reverte es un currante, un obrero de las letras y, al tiempo, un marqués de
las palabras. Escribir El tango de la
Guardia Vieja, seguro que implica muchas horas de estructurar y
documentarse, muchos desvelos y viajes; mucha disciplina. A Reverte le
agradezco sus provocaciones insolentes y gratuitas a diestro y siniestro para
evitar que le me mitifique. Gracias a sus insultos le veo como un español más:
con sus odios, sus envidias, sus resentimientos, sus celos. Territorio
comanche tiene mucho de ello. Muestra que no fue un periodista
corporativista, pero desde luego, tampoco un gran compañero. Se quedó como dios
al escribirla. Eso está claro. Un libro terapia donde los haya.
Con
Reverte, a veces me ocurre como con Vargas
Llosa, ¿cómo es posible que una persona que ha escrito La tía Julia y el escribidor tenga la sensibilidad social de un
mejillón?
No
tengo yo derecho a ser muy grosero con Pérez Reverte, que es la suya una
galaxia diferente a la mía, pero…, bueno, al fin y al cabo tengo toda su obra
comprada, leída e incluso regalada. Porque su obra, sus historias, sus
personajes, cuando están entre mis manos son míos. Tienen las voces que yo
quiero y, es más, puedo darles la bronca porque hacen cosas que no deberían
hacer. O al revés.
Al fin y al cabo tengo toda su obra comprada y leída. |
El tango de la Guardia Vieja tiene de
todo ello. Es una novela en la que el glamour de esas viciosas clases más altas
se enfrenta con lo más barriobajero, que aunque se vista de seda… Y los
extremos se tocan.
Sin
desvelar nada, este Tango puede ser
la historia de un hombre, la historia de una mujer, la historia de un amor… Es,
en mi opinión, todo ello. Es la historia de una relación. Una relación que
pudiendo ser real, lo es de novela.
Y es
una novela elocuente, al estilo Reverte, azoriniano; con sujeto, verbo y
predicado. Muy de periodista. Esa cosa periodística también la veo en detalles
del protagonista masculino, Max, un personaje que sabe quien controla la
información: porteros, recepcionistas, secretarias; y sabe usar las propinas.
Vamos, sabe buscar y cuidar las fuentes de información. Y periodístico resulta
la contextualización histórica. Reverte nos sitúa históricamente con resúmenes
de prensa de todo lo que acontecía, que la novela es un constante flashback, o analepsis que diría un
castizo.
Sí
es diferente este Tango de la guardia
vieja al resto de la obra de Reverte, pero está presente el mar, la
navegación y hasta un as de guía para…, el lector ya lo verá. Y está presente
la amistad, la camaradería entre hombres. Esa camaradería que surge cuando se
han convivido situaciones extremas. Camaradería militar que vivimos constantemente
en Alatriste. Me gusta ese personaje
que no aprece, pero está, el “conde Dolgorukis Bragation –cabo segundo
legionario en la Primera Bandera del Tercio de Extranjeros”.
También
está llena la novela de música al estilo Murakami (aquí lo ves). Música que nos transporta a
Buenos Aires años veinte o a Sorrento años sesenta. Y un silbar. Tres veces un
silbar: El hombre que desbanco a
Montecarlo… Música que con olores y fragancias, a perfumes y a cuerpos, a
manos, a espaldas desnudas, a nucas descubiertas…, a sexo nos transportan a la
sensualidad…, o al lado más salvaje. Bueno, tampoco quiero generar falsas
expectativas, que tampoco se trata de una novela erótica al estilo la sonrisa
vertical.
Y
España. También aparece España, “ese lugar triste, rencoroso y con olor a
sacristía, gobernado por estraperlistas y gente mediocre…” (p. 289) .“El
paraíso de la envidia, la barbarie y la vileza” (p.314).
La
mujer, uno de los temas de debate reverteriano también está presente con alguna
provocadora máxima: “Ninguna mujer, ni siquiera la mía, vale más de un billete
de cien pesos o una noche en vela, a menos que uno esté enamorado de ella”. (p.
109) … “Después de todo, como el resto de las mujeres del mundo, ella no pedía
otra cosa que ser convencida”. (p.453). Por no hablar de la ajedrecista… ¿Qué
roles desempeñan las mujeres en la novela? Quizá eso dé para una tesis doctoral
que soy incapaz de hacer.
De
cualquier forma, buena parte del peso de la novela recae sobre una mujer, Mecha
Inzunza (apellido vascongado, que me vuelve a recordar a Alatriste y sus
vascongados), que merecería una entrada aparte y no voy a hacer por no
destripar nada. Pero…, sí es una mujer enormemente atractiva con la que yo
bailaría un tango y lo que hiciera falta. Una mujer que, ella sí, está
enamorada.
También
hay ajedrez. Fontanería de ajedrez. Y una partida aplazada… Al fin y al cabo,
el tango y el ajedrez son metáforas de la vida misma.
¡Caray!
En no sé en cuántos años sólo había publicado una entrada sobre una obra de
Reverte, ésta, que me aguantó diez minutos en las manos. Supongo que me cuesta
hablar del maestro sin poner a parir al provocador y evito hacerlo. En fin,
cada cual tiene su Jekyll y su Mr. Hyde. De momento voy a ver de hacer otra
entrada a cuento de El Tango de la
guardia vieja.
¿Habéis leído la novela? ¿Os ha gustado?
No hay comentarios :
Publicar un comentario