Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

lunes, 17 de diciembre de 2012

Reverte, tango, ajedrez, amor y sexo (El tango de la Guardia vieja)


Se me acabó el El tango de la Guardia Vieja. Como no podía ser de otra manera he disfrutado. Como no podía ser de otra manera, la historia, los personajes me atraparon; y, como no podía ser de otra manera, sentí llegar al punto y final. Está este Tango de la guardia vieja repleto de sensualidad, erotismo, de olores, fragancias, músicas, sentidos evocadores que a veces revientan en el sexo más salvaje. Está este tango que desborda amor. O quizá no tanto…

En plan friki fetichista buscando una firma del maestro y provocador.
Es Reverte, Arturo Pérez, que a veces erramos el Reverte, un auténtico genio de las palabras, de las historias. Es un dios creador de personajes que, como el maestro que es, para, templa y manda. Y ahí vamos los lectores por donde él quiere, sin darnos cuenta, que sus novelas son de meticulosa arquitectura con sólidos cimientos.

Obsesionado por la escritura, para respirar, entiendo, que tiene que sacar a pasear sus vísceras en twitter y en el permanente estado de provocación que, a veces muestra el más absoluto desconocimiento de la realidad. Quizá padece Reverte un hiperbólico sentido de la amistad; amistad fiel más que leal; amistad de “por ti hasta sin razón”, como alguno de sus personajes deja entrever; que es capaz de, por amistad, utilizar su púlpito para aporrear sindicalistas o quien haga falta porque un amigo suyo un día de huelga ha sufrido las iras en su local de no se sabe muy bien que piquete, u horda roja, o masónica, o sabe dios.

No deja de ser curioso cómo un maestro, un Cervantes de este siglo se transforma, a veces, en un simple Losantos, un cutre Herman Terchst, un vocero más de la caverna mediática, un lameculos de todo lo peor que nos trajo Esperanza Aguirre. Otrora, eso sí, compañera de viaje de mi loado novelista a cuento de los fastos despilfarradores de 1808 con dinero público. Aquí lo recordamos. Y aquí.

Le veo despellejar a políticos, a partidos, a sindicatos con la demagogia cutre salchichera de los extremistas de una y otra parte. Esa demagogia del todos son iguales que es difícil compartir.

Creo que Reverte es un currante, un obrero de las letras y, al tiempo, un marqués de las palabras. Escribir El tango de la Guardia Vieja, seguro que implica muchas horas de estructurar y documentarse, muchos desvelos y viajes; mucha disciplina. A Reverte le agradezco sus provocaciones insolentes y gratuitas a diestro y siniestro para evitar que le me mitifique. Gracias a sus insultos le veo como un español más: con sus odios, sus envidias, sus resentimientos, sus celos. Territorio comanche tiene mucho de ello. Muestra que no fue un periodista corporativista, pero desde luego, tampoco un gran compañero. Se quedó como dios al escribirla. Eso está claro. Un libro terapia donde los haya.

Con Reverte, a veces me ocurre como con Vargas Llosa, ¿cómo es posible que una persona que ha escrito La tía Julia y el escribidor tenga la sensibilidad social de un mejillón?

No tengo yo derecho a ser muy grosero con Pérez Reverte, que es la suya una galaxia diferente a la mía, pero…, bueno, al fin y al cabo tengo toda su obra comprada, leída e incluso regalada. Porque su obra, sus historias, sus personajes, cuando están entre mis manos son míos. Tienen las voces que yo quiero y, es más, puedo darles la bronca porque hacen cosas que no deberían hacer. O al revés.

Al fin y al cabo tengo toda su obra comprada y leída.
El tango de la Guardia Vieja tiene de todo ello. Es una novela en la que el glamour de esas viciosas clases más altas se enfrenta con lo más barriobajero, que aunque se vista de seda… Y los extremos se tocan.

Sin desvelar nada, este Tango puede ser la historia de un hombre, la historia de una mujer, la historia de un amor… Es, en mi opinión, todo ello. Es la historia de una relación. Una relación que pudiendo ser real, lo es de novela.

Y es una novela elocuente, al estilo Reverte, azoriniano; con sujeto, verbo y predicado. Muy de periodista. Esa cosa periodística también la veo en detalles del protagonista masculino, Max, un personaje que sabe quien controla la información: porteros, recepcionistas, secretarias; y sabe usar las propinas. Vamos, sabe buscar y cuidar las fuentes de información. Y periodístico resulta la contextualización histórica. Reverte nos sitúa históricamente con resúmenes de prensa de todo lo que acontecía, que la novela es un constante flashback, o analepsis que diría un castizo.

Sí es diferente este Tango de la guardia vieja al resto de la obra de Reverte, pero está presente el mar, la navegación y hasta un as de guía para…, el lector ya lo verá. Y está presente la amistad, la camaradería entre hombres. Esa camaradería que surge cuando se han convivido situaciones extremas. Camaradería militar que vivimos constantemente en Alatriste. Me gusta ese personaje que no aprece, pero está, el “conde Dolgorukis Bragation –cabo segundo legionario en la Primera Bandera del Tercio de Extranjeros”.

También está llena la novela de música al estilo Murakami (aquí lo ves)Música que nos transporta a Buenos Aires años veinte o a Sorrento años sesenta. Y un silbar. Tres veces un silbar: El hombre que desbanco a Montecarlo… Música que con olores y fragancias, a perfumes y a cuerpos, a manos, a espaldas desnudas, a nucas descubiertas…, a sexo nos transportan a la sensualidad…, o al lado más salvaje. Bueno, tampoco quiero generar falsas expectativas, que tampoco se trata de una novela erótica al estilo la sonrisa vertical.

Y España. También aparece España, “ese lugar triste, rencoroso y con olor a sacristía, gobernado por estraperlistas y gente mediocre…” (p. 289) .“El paraíso de la envidia, la barbarie y la vileza” (p.314).

La mujer, uno de los temas de debate reverteriano también está presente con alguna provocadora máxima: “Ninguna mujer, ni siquiera la mía, vale más de un billete de cien pesos o una noche en vela, a menos que uno esté enamorado de ella”. (p. 109) … “Después de todo, como el resto de las mujeres del mundo, ella no pedía otra cosa que ser convencida”. (p.453). Por no hablar de la ajedrecista… ¿Qué roles desempeñan las mujeres en la novela? Quizá eso dé para una tesis doctoral que soy incapaz de hacer.

De cualquier forma, buena parte del peso de la novela recae sobre una mujer, Mecha Inzunza (apellido vascongado, que me vuelve a recordar a Alatriste y sus vascongados), que merecería una entrada aparte y no voy a hacer por no destripar nada. Pero…, sí es una mujer enormemente atractiva con la que yo bailaría un tango y lo que hiciera falta. Una mujer que, ella sí, está enamorada.

También hay ajedrez. Fontanería de ajedrez. Y una partida aplazada… Al fin y al cabo, el tango y el ajedrez son metáforas de la vida misma.

¡Caray! En no sé en cuántos años sólo había publicado una entrada sobre una obra de Reverte, ésta, que me aguantó diez minutos en las manos. Supongo que me cuesta hablar del maestro sin poner a parir al provocador y evito hacerlo. En fin, cada cual tiene su Jekyll y su Mr. Hyde. De momento voy a ver de hacer otra entrada a cuento de El Tango de la guardia vieja.
  
¿Habéis leído la novela? ¿Os ha gustado?

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