De un tiempo a esta parte estamos sufriendo un salto
cualitativo en la forma en que la delegación del Gobierno aborda la
conflictividad laboral. Son decenas las personas afiliadas a Comisiones Obreras
que están sufriendo en primera persona un evidente retroceso en unos derechos
civiles que tanto ha costado conquistar.
Detenciones, golpes, procesos kafkianos… Ahora toca criminalizar la protesta
laboral. El trasfondo es grave: La ciudadanía se encuentra desemparada a la hora
de protestar contra un Gobierno que está desmantelando el estado del bienestar.
Madrid Sindical ha reunido a
sindicalistas que han sufrido la ira de la Delegación del Gobierno a través de
las Unidad de Intervención Policial (UIP). Son un pequeño ejemplo de una
realidad que está ahí y ante la que no podemos cerrar los ojos si queremos
defender la democracia. Porque protestar es nuestro derecho.
A sus 35 años, Palazzo salió llorando de allí como un niño por las humillaciones que padeció
“Dentro de la Asamblea me rodean, me dan patadas, me dan puñetazos en los testículos, en la boca…”
“Nos comparan con golpistas, a mí, que con 19 años estaba en las puertas del Congreso de los diputados reclamando democracia”
“Él iba con la cara tapada, pero le hemos identificado y le he denunciado a pesar del lío que supone”
Luciano, Javier,
Elisa y Teresa son trabajadores públicos al igual que los miembros de la Unidad
de Intervención Policial que les han golpeado y detenido siguiendo
instrucciones de la Delegación del Gobierno de Madrid. Al igual que otros
muchos detenidos y golpeados coinciden en que no han hecho nada imputable de
delito. Coinciden en que la policía siempre ha sido la misma, pero nunca había
ocurrido lo que está ocurriendo porque lo que cambian son las órdenes.
Elisa Arrastra
tiene claro que sí están cambiando las cosas: “Si algo han conseguido es que
cada vez que sales a la calle tengas miedo; y que tus familiares y amigos
tengan miedo porque una multa de 50.000 euros es una ruina, pero tres años de
carcel…” Y se indigna: “luego nos comparan con golpistas, a mí, que con 19 años
estaba en las puertas del Congreso de los diputados reclamando democracia. Nos
han engañado, nos han traicionado y, son ellos los que nos empujan a salir a la
calle”.
Lo único positivo
de todo esto son las manifestaciones de apoyo, la solidaridad de los compañeros
y las compañeras. Una solidaridad que siembra solidaridad y esperanza en el
futuro.
Luciano Palazzo, secretario del Sector Postal de CCOO de
Madrid
“Discutía con un
compañero como solemos hacer habitualmente. En esa discusión, supongo que un
miembro de las Unidades de Intervención Policial (UIP), entiende que quiero pegar
a mi compañero y me empiezan a llover porrazos. Me detienen, me esposan, me
ponen las manos detrás de la espalda, me pisan la cabeza con bota, otro me pisa
los tobillos…, y lo más gracioso es que, una vez inmovilizado me llevan al
coche a golpes entre cuatro”, explica con indignada elocuencia.
Después de ser
detenido, Lucio, que es como le conocen sus compañeros, estuvo
cuatro horas y media esposado en una sala de espera, “nadie encontraba las
llaves de las esposas”. Y estuvo una hora desnudo en un cuarto de baño. Sin
saber por qué.
En un momento dado
sí se acercaron a él para decirle que habían hablado con su novia y estaba “destrozada.
Estarás contento…” No permitían a la gente ir al baño, “gritas que estás meando
y no te dejan ir. Dejaban a la gente cagada dentro…” Y explica que te pueden
encerrar setenta y dos horas sin ningún tipo de derecho y a partir de ahí, “si
te pegan, te pegan; si te insultan, te insultan; si te humillan, te humillan.
Te dicen sinvergüenza, subversivo, que es un término que yo no oía desde las
dictaduras latinoamericanas. Son cosas que yo pensaba que no ocurrían en este
país, pero pasan”.
A sus 35 años,
Palazzo salió llorando de allí como un niño por las humillaciones que padeció.
Ahora está acusado de agresión, resistencia a la autoridad, desorden público…,
y se encuentra a la espera de juicio con cargos.
Su pecado fue estar
discutiendo con un compañero, que
actuará como testigo en su favor. El funcionario que le detuvo llevaba un
pasamontañas y no se le ha podido identificar. Desapareció como por arte de
magia. La intención de Lucio es
denunciarle por detención ilegal.
Javier Artona Bustos, trabajador del hospital
psiquiátrico de Leganés
Estuvo Javier con
dos compañeros en la manifestación que se realizó frente a la Asamblea de
Madrid en defensa de la Sanidad Pública. Cuando se marchaba vio un forcejeo, se
acercó, avisó a sus compañeras levantando los brazos y, entonces, el
coordinador del dispositivo de la UIP que estaba a su espalda gritó: “¡Detener
a ese!” Y ahí es cuando empezaron los golpes, le redujeron en el suelo. Levantó
las manos indicando que no quería problemas, le volvieron a tirar al suelo y le
arrastraron dentro de la verja de la Asamblea de Madrid: “dentro de la Asamblea
me rodean, me dan patadas, me dan puñetazos en los testículos, en la boca…”, y
ya en el garaje del Parlamento madrileño le custodia un agente “como si no
hubiera pasado nada”. Le enviaron a la comisaría hasta que al día siguiente
pasó a disposición judicial. Según el atestado policial está acusado de
atentado a la autoridad desobediencia.
Está esperando el juicio.
Elisa Arrastra, presidenta del comité de empresa en el
Ayuntamiento de San Fernando
El día de la última
huelga general, el 14 de noviembre, Elisa participaba en un piquete de trabajadores
municipales de lo más tranquilo y pacífico en San Fernando de Henares. Cuando
estaban a punto de partir al Ayuntamiento a almorzar vio como un miembro de la
UIP se dirigía a un comerciante que estaba echando el cierre y le preguntaba
que por qué echaba el cierre a lo que el comerciante respondió que porque había
huelga general. El funcionario de intervención policial, entonces, preguntó si
el piquete de Comisiones Obreras le había agredido o asustado, a lo que el
comerciante respondió con la verdad: “no”. Y vino la amenaza: “sabe que le
podemos multar si cierra la tienda”. El comerciante, pakistaní, se asustó, y es
cuando intervino Elisa para explicarle que no temiera, que con la ley de
comercio tiene todo el derecho a abrir y cerrar cuando quiera “y estos señores
no tienen por qué multarte, ni te van a multar”. Explica la funcionaria
municipal que es cuando el miembro de la UIP le exigió que se identificara: “Yo
le dije que sí, que me identificaba pero que él era funcionario público y tenía
que identificarse”. Y le expliqué: “Cuando tú te identifiques, me identifico
yo”.
Cuando Elisa quiso
darse cuenta tenía a seis policías encima. Con la ayuda de sus compañeros,
entre los que había una abogada y un policía local, la ponen de pie. Finalmente
se identifica y el miembro de la UIP le dio su número a regañadientes y sin
enseñarle la placa.
La sorpresa vino
unos días después, cuando recibe una notificación del juzgado en el que se le
imputa “atentado y lesiones, como a su compañero. La imputación va acompañada
de un parte médico expedido por una entidad privada según el cual parece que
hice una luxación y una artritis traumática en una mano. Cuatro de los seis
policías testigos se han desdicho asegurando que yo no hice nada. El quinto
explica, además, que fui yo quien anduve por los suelos. Y el otro mantiene su
versión. Ahora Elisa está a la espera que acabe la instrucción del caso para
ver si la juzgan.
Teresa Barros fue lanzada escaleras abajo. F.L. |
Teresa Barros, trabajadora de la Universidad Complutense
de Madrid
El día de la huelga
general del pasado 14 de noviembre Teresa andaba con sus compañeros por la
plaza de España junto al piquete que por allí se movía en un ambiente pacífico
y de normalidad.
En un momento dado,
unos jóvenes, que debían ser estudiantes intentaron cortar la calle. Un miembro
de la UIP la emprendió a porrazos contra un chaval y Teresa se lo recriminó
desde la distancia. “De repente se vino hacia mí como un loco y empezó a
empujarme. Le dije que no me empujara, pero seguía. Encendido en cólera me
lanzó por los aires escaleras del metro hacia abajo”, explica la trabajadora de
la universidad.
“Él iba con la cara
tapada, pero le hemos identificado y le he denunciado a pesar del lío que
supone”, asegura Teresa. Y lo que más le indigna a esta afiliada a CCOO es que
otro joven que ella no conocía de nada (Jaime es su nombre), al verla caer fue
en su ayuda y los funcionarios policiales le detuvieron a él. Se lo llevaron,
le dieron una paliza tremenda y además ha sido denunciado.
ANTONIO GARCÍA,
coordinador de los servicios jurídicos de CCOO de Madrid
¿Qué está ocurriendo?
Antonio García. |
Lo que relatan los compañeros es el fiel reflejo de una
realidad que está afectando a quienes salen a la calle a reclamar los derechos
que están siendo robados. Responde al esquema clásico de un poder que utiliza
la represión como medio de silenciar las protestas y las movilizaciones. Y en
la medida en que estas aumentan la represión aumenta. Se trata de una brutal
utilización de la violencia del Estado no para proteger a los ciudadanos y
garantizar el ejercicio de derechos sino precisamente para todo lo contrario.
Ya nos habíamos olvidado de las detenciones masivas e indiscriminadas unas
veces, selectivas otras, las multas de “orden público”, las palizas y los
golpes, las acusaciones infundadas y muchas veces inventadas, las
comparecencias en comisarías y juzgados de guardia, los partes de lesiones, los
golpes, etcéra.
Lo que está ocurriendo es un ataque contra los derechos y
libertades básicas, contra los derechos sociales y contra el ejercicio del
derecho a rebelarnos y oponernos a las políticas de recortes, la corrupción,
los despidos, el paro y la defensa de lo que tanto costó conseguir.
¿Es legal lo que
está ocurriendo?
No. No es legal utilizar la fuerza y la violencia, brutal
y desmesuradamente contra ciudadanos que se manifiestan pacíficamente. No es
legal fabricar atestados con hechos falsos para justificar actuaciones
violentas y desproporcionadas, no es legal fabular hechos incriminatorios, no
es legal manipular pruebas. No es legal arrojar por las escaleras del metro a
una trabajadora ni detener y poner a disposición judicial a trabajadores que se
manifiestan pacíficamente después de apalearlos. Como no es legal la impunidad
de determinadas actuaciones policiales amparadas en la ocultación de las
identidades de los funcionarios policiales. No es legal impedir la libre
circulación de las personas ni el ejercicio del derecho de reunión,
manifestación y la libertad de expresión. Y tampoco es legal inventar
acusaciones.
¿Se quiere eliminar
el derecho de huelga por la vía de la represión?
Por supuesto. Y no sólo el derecho de huelga. El de
reunión y manifestación, la libertad de expresión y lo siguiente será el
derecho de asociación. Se están pidiendo más de tres años de cárcel por
participar en piquetes informativos sin existir violencia. Cualquier contacto
con la policía incluyendo el que se produce en la detención se transforma en
delito de atentado contra la autoridad, o en resistencia o en desobediencia,
realizar pintadas el día de la huelga lo califican de delito de daños, las
lesiones de los detenidos se las hacen ellos solos por resistirse porque
siempre se emplea “la fuerza mínima proporcional…”, protestar y gritar en la
calle es delito contra el orden público, expresar opiniones son injurias y
calumnias, intentar extender una huelga son amenazas y coacciones…en otras
palabras, un derecho penal “del enemigo”.
¿Cuál es la
solución?
La unidad y la denuncia. Y la defensa a ultranza de los
derechos de los ciudadanos y trabajadores. Seguir manifestándonos pacífica y
democráticamente haciendo uso de los derechos y ejerciendo el derecho de
resistencia frente a las agresiones. Reforzando las plataformas cívicas por la
defensa de los derechos sociales frente a la represión y al abuso. Y por
supuesto, la defensa jurídica en comisarías y tribunales, como en otros
tiempos. Los jueces y fiscales no pueden ser cómplices de estos atropellos.
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Bueno, por acabar con música os dejo con el maestro Sabina y ese estribillo tan conocido:
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