Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

domingo, 15 de febrero de 2009

Atocha, caca, Pinto, Valdemoro, Ciempozuelos


Después de un copioso desayuno dominical marché a la estación de Atocha rumbo a Aranjuez en Cercanías. El problema surgió cuando la parte desechable del copioso desayuno dijo que quería salir. Ahora, en esta línea de Cercanías, hay un WC que podía servir de alivio. Pero como es tradición en nuestro país, estaba fuera de servicio.

Al llegar a Pinto la cosa pintaba mal. Mi circunstancia escatológica tomaba un punto de no retorno. Un escandalito en este pueblo acabó con la carrera de un alcalde socialista, Antonio Fernández. Luego ganó el PP y ahora una moción de censura hace que el PSOE gobierne, dependiendo de cómo esté el ánimo de un independiente.

Luego vino Valdemoro, antiguo reino de Francisco Granados, amo del espionaje regional, según parece. A don Paco le quemaron un coche suyo que en realidad estaba a nombre de una empresa y…, bueno, otro berenjenal. Valdemoro en su día fue feudo del PSOE, pero entre unas cosas y otras, incluidas visitas de Luis Roldán cuando era jefe de la Guardia Civil, hicieron que se perdiera esa localidad (o se ganara, según se mire). Valdemoro tiene unos enormes almacenes de El Corte Inglés y la Academia de la Guardia Civil, que hay que ser gil para pasar por delante con un coche a 280 kilómetros por hora, como el otro día decía la prensa que hizo un personaje.

En estas cosas pensaba cuando veía que no llegaba a Aranjuez sin desahogar. Así fue, en Ciempozuelos tuve que bajar como alma que lleva el diablo buscando el servicio de la estación. Pero no. ¡En la estación de Ciempozuelos no hay servicio! Magdalena Álvarez, la mejor ministra de Transportes e Infraestructuras de todos los tiempos, no se ha dado cuenta de que en Ciempozuelos hay que mear (en el mejor de los casos) fuera del tiesto. Subí calle arriba y vi a la derecha una residencia de ancianos concertada. Luego caí en que era la que se quemó el año pasado porque un anciano se quedó frito (perdón por la figura literaria) fumando. Entre sillas de ruedas, visitantes y cuerpos ancianos me hice con un servicio más o menos aceptable. Mis dedos rozaron el cielo. ¡Qué alivio!

Luego me dio pereza tomar dirección Aranjuez. Di unas vueltas por Ciempozuelos, que toma su nombre porque la pertinaz sequía de la zona desde un poquito después de los romanos, obligó a hacer montones de pozos. Hoy todavía existen. Pero bueno, sobre Ciempozuelos quien mejor se sabe todo debe ser también Paco Granados. No en vano saltó otro escandalito, pero muy raro, que acabó con su alcalde en la legislatura pasada. Cuando el PP estaba siendo rodeado por los constantes casos de corrupción de muchos sus ayuntamientos. Casos que hoy Garzón está denunciando.

El problema es que, en España, los WC normalmente no funcionan y la mierda termina inundándolo todo. En fin, cogí de vuelta el tren de las tres y diez.
Por cierto, ante una urgencia estomacal los problemas de la vida se relativizan. (Joé si esta frase la hubiera dicho Einstein).

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